
(Serie la ciudad post-coronavirus)
Además de la movilidad, un reto ya planteado en los debates de Ediedpat, el modelo educativo es otro de los numerosos frentes que la actual situación sanitaria está poniendo en entredicho, desde el punto de vista metodológico y espacial.
Esta situación ha puesto en evidencia la necesidad de contar con espacios y edificios más flexibles y versátiles para la educación, dada la necesidad de distanciamiento, de disponer de espacios exteriores para la docencia (cuando las condiciones meteorológicas lo permitan), de ventilar los espacios interiores (con el difícil control de la temperatura, el ruido y la iluminación que esto conlleva), de crear recorridos de único sentido, de zonificar…
Por ello, en el grupo 4.01 del Taller de Arquitectura VI de la ETSAS, se propone como ejercicio de curso la ampliación y adaptación de la actual Escuela de Arquitectura. Apoyando esta reflexión en la reutilización de edificaciones ya existentes, para ello se requiere el empleo de una serie de antiguas estructuras portuarias muy cercanas a la Escuela. Concretamente las llamadas Naves de la Raza, construidas en 1928 con motivo del Exposición Iberoamericana de 1929, y los tinglados de mercancías del Muelle de Tablada, construidos entre 1925 y 1927.
Este ejercicio trata de reflejar cómo en muchas ocasiones, edificios históricos de funcionalidades específicas gozan de una gran capacidad de adaptación a nuevos y diversos usos. En España contamos con numerosas muestras de ello, museos como el CaixaForum de Barcelona (antigua Fábrica Casaramona), complejos culturales como Matadero Madrid (antiguo Matadero y Mercado Municipal de Ganados) e instituciones educativas como el CEIP Ortiz Zúñiga (antiguo Matadero Municipal de Sevilla), el Campus de Toledo de la Universidad de Castilla la Mancha (antigua Fábrica de Armas) o el conjunto de facultades y órganos de la Universidad de Sevilla ubicados en la Real Fábrica de Tabacos. Todos estos ejemplos tienen un denominador común, revitalizan inmuebles englobados bajo la categoría de patrimonio industrial.
Este debate busca reflexionar sobre las condiciones que requiere la educación post-coronavirus y los valores que, para ello, puede aportar la reutilización de este tipo de edificios, desde los complejos, a las fábricas, las naves o las estructuras mínimas de los tinglados.
El debate estará abierto hasta el 09/04/2021.
Te proponemos algunas preguntas que pueden ayudarte a construir tu reflexión:
– ¿Qué hábitos deben sustentar la educación universitaria post-pandemia?, ¿cómo afecta esto a sus espacios comunes y docentes?, ¿cómo afecta en ellos la arquitectura de los espacios educativos?
– ¿Qué relación con la higiene presenta la arquitectura industrial de las primeras décadas del siglo XX?, ¿qué oportunidades y dificultades plantea la reutilización con objetivos educativos de este tipo de edificios?
– Además de en términos funcionales, ¿qué aporta a la ciudad y a la Universidad en términos patrimoniales el empleo de estos edificios?
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La pandemia del coronavirus nos ha obligado a descubrir la gran cantidad de posibilidades que nos ofrecen los avances tecnológicos en todos los ámbitos. Concretamente en educación considero que las posibilidades se han multiplicado, pero que ahora mismo no las estamos aprovechando al cien por cien.
La educación universitaria post-pandemia va a permitir una mayor optimización del tiempo, al no resultar en ocasiones necesario desplazarse al centro para adquirir los conocimientos de las diferentes asignaturas. También va a permitir que los estudiantes puedan compaginar mejor los estudios con el trabajo o el resto de actividades que realicen en su día a día, como deportivas, culturales, religiosas…
Desde mi experiencia llego a la conclusión de que hay ciertas clases teóricas, que se limitan a explicar apuntes mediante presentaciones, que se pueden seguir perfectamente desde casa, pues se puede tener incluso una mejor visión y escucha que en un aula. Por otra parte si considero que las clases prácticas, deberían mantenerse presenciales, o al menos un porcentaje de ellas, porque al trabajar en grupos como es el caso de la mayoría de asignaturas en arquitectura, es importante mantener esa relación personal con tus compañeros y estar en el mismo lugar físico trabajando, para poder resolver dudas, debatir, y poner cosas en común entre todos de manera eficiente.
Opino que tras esta situación, sería conveniente enfocar los espacios docentes como lugares para recibir clases prácticas, que cuenten con todas las instalaciones necesarias y con espacio suficiente para mantener distancias de seguridad en caso de que sea necesario. Para ganar este espacio, sería preciso reducir la cantidad de aulas destinadas a clases teóricas y enfocarlas a un método de enseñanza online. De esta manera los traslados al centro se reducirían considerablemente, lo que daría mucha flexibilidad a los alumnos.
En cuanto a la posibilidad de impartir clases en el espacio exterior, creo que es un ámbito que todavía necesita que se profundice más en él para que resulte realmente efectivo, pues hoy en día la mayoría de las clases se dan a través de proyectores, ordenadores y pantallas, y estos dispositivos necesitan unas condiciones especiales de iluminación para que resulten visibles. Por ello creo que esos espacios exteriores requerirían un estudio previo para asegurar que las condiciones de visibilidad, y también de escucha, se mantienen con la misma calidad que en el interior del aula. Ya hemos comprobado que el impartir una clase en un aula con ventanas abiertas a la calle y con grandes distancias entre profesores y alumnos, hace que la calidad de la decencia baje considerablemente.
Los edificios industriales que se están empleando hoy en día para diversos usos, entre ellos el educativo, tienen la ventaja de la versatilidad y la espacialidad que ofrecen, pero por otro lado tienen el inconveniente de ser edificios que fueron concebidos para fabricar productos o almacenarlos, lo que conlleva que al destinarse ahora al uso de personas, las condiciones de higiene y salubridad no cumplan las exigencias actuales, al igual que en el ámbito del ahorro energético. Es un reto para los arquitectos el saber valorar y sacarle partido a la riqueza de estos edificios, aportándoles a su vez la calidad que se exige y a la que se aspira hoy en día en los espacios docentes. Creo que además esta forma de concebir los espacios docentes ayuda mucho a explorar nuevas maneras de enseñar fomentadas a través de la arquitectura.
El empleo de todos estos edificios aporta a la ciudad una gran revitalización de las zonas en las que se interviene, y asegura de esta manera que los edificios sean cuidados y mantenidos a lo largo del tiempo, lo que mejora la imagen de la ciudad. Por su parte la Universidad adquiere unos nuevos espacios singulares y de gran riqueza histórica y arquitectónica, donde desarrollar la docencia, lo que fomenta el crecimiento y la renovación de estas instituciones.
Creo que el haber sufrido esta pandemia nos hemos dado cuenta de todas las carencias que tiene muchos de nuestros edificios, ya sea la mala ventilación, la capacidad de variar el espacio en función de las necesidades o tener un contacto más directo con el exterior.
El usar esos espacios industriales es una gran oportunidad ya que estos son muy amplios y de una cierta diafanidad, lo que permite una gran libertad a la hora de generar espacios variables, uno de los inconvenientes es la poca predisposición tanto como a la iluminación en muchos casos, como a la ventilación directa de los espacios o la poca reflexión de que tan solo son espacios contenedores con un contenido cambiante.
En cuanto a la rehabilitación de estos espacios le otorga una nueva relación con la ciudad dándole el carácter y reconocimiento patrimonial que estos merecen.
Actualmente, la falta de espacios libres o de circulación acarrea situaciones tan extrañas en nuestra escuela como escaleras donde se obliga al paso hacia un único sentido. Además, la falta de previsión de la ventilación natural como una posibilidad diaria conlleva a que algunos inconvenientes, como el tráfico urbano, compliquen la docencia.
Por ello creo que la situación post pandemia más que dejar vislumbrar nuevos problemas, acucia aquellos ya existentes. Creo que es necesaria una mayor vinculación de los espacios de la escuela a otros libres, no entendiéndolo como una mayor cantidad sino a una mayor dispersión. Además, como se puede observar en la casa-patio, los espacios libres no sólo pueden tener una utilidad de encuentro o lugar al que mirar sino también mejoran la salubridad gracias a su ventilación natural.
En cuanto a las naves, la apropiación por parte de la escuela supone un reto debido a que la arquitectura industrial se encuentra ligada a la escala de la máquina, por lo que su adaptación conllevará el replanteamiento total de su interior. Caben dos opciones, desechar su cubierta, permitiendo así cierta flexibilidad en las alturas libres entre forjados, o reconfigurar el gran espacio libre de su interior. Considero una mejor intervención la reconfiguración interior, debido al valor patrimonial que tiene su estructura, un hito tecnológico para su época. Esto supone mayores condicionantes y dificultades para la ejecución del proyecto debido a la necesidad de aumentar la superficie útil, es decir, generar una entreplanta, en una altura libre que no permite mucha flexibilidad para situarla.
En términos patrimoniales el empleo de estos edificios aporta mucho valor debido a que ponen de relieve el estilo regionalista, que buscaba la identidad propia del lugar frente al modernismo arquitectónico. Su identidad se desarrolla gracias a la utilización de materiales autóctonos como son la azulejería trianera y el ladrillo, que desarrollan una serie de decoraciones en fachada.
Actualmente los hábitos que conocíamos y la rutina de la vida diaria ha cambiado debido a la pandemia provocada por el COVID hace más de un año. Por aquel entonces se nos presentaba una situación nueva y atípica de confinamiento domiciliario. Durante ese periodo fue cuando la sociedad, en especial docentes y estudiantes, se enfrentó a la realidad: la escasez de medios que se querían para impartir el conocimiento en unas circunstancias excepcionales teniendo en cuenta que los medios de comunicación; redes sociales, internet, etc. están a la orden del día. Por otro lado, se iba tomando conciencia de la necesidad existente frente a la búsqueda de espacios exteriores y con ellos la iluminación y ventilación. Es entonces cuando estas cualidades comienzan a recuperar la importancia y el valor que verdaderamente tienen.
Como estudiante y conviviente de una docente, la educación post – pandemia debería enfocarse en dos puntos principales: en la disposición de los medios de comunicación necesarios para prever otras situaciones de estas características; fomentando así el teletrabajo de tal manera que se invierte en educación algo con lo que no hay que escatimar; y en la calidad de los espacios, tanto exteriores como interiores, ya que como arquitectos estamos obligados a garantizar un control de la iluminación y ventilación adecuados en interiores proporcionando además, diferentes espacios exteriores aprovechables y vivideros que enriquezcan el proyecto.
Estos dos puntos principales deben llegar a un consenso en especial en edificios docentes para crear una atmósfera agradable en la que desde esos espacios exteriores vivideros que se proyectan se amortigüe el ruido exterior del continuo tráfico en vez de fomentarlo ya que es algo molesto tanto para el alumnado que está en aula como el alumnado que se encuentra en casa.
La arquitectura industrial presenta espacios diáfanos e imponentes debido a su estética industrializada que puede ser diferenciada en distintas tipologías cada una con sus respectivas e interesantes características y cualidades. Actualmente debido al cumplimiento de numerosas normativas, los requerimientos de higiene y salubridad cumplen en comparación con aquellas edificaciones industriales de principios del siglo XX, sin embargo, quedan lejos de presentarse habitables. Este tipo de edificios deberán ser rehabilitados para cumplir con las necesidades básicas de salubridad e higiene para que pueda ser dotado de un uso docente.
La ciudad se enriquece si un edificio de carácter industrial de principios de SXX se aprovecha y es utilizado ya que se pone en valor dicho edificio dando como resultado que la ciudad y las personas que lo disfruten sean consciente del pasado de dicho lugar.
La manera en la que damos clases ha cambiado radicalmente desde que se decretó el primer estado de alarma hace poco más de un año. Comenzamos este curso 2020/21 con un modelo semipresencial, debido a la imposibilidad de asistir presencialmente todos los estudiantes de forma simultánea. Esto ha dejado de manifiesto la dificultad de adaptar nuestros edificios universitarios a la nueva situación; no hay suficiente espacio para que todos los grupos dispongan de un aula que pueda alojar a los 30 alumnos a 1,5 metros de distancia, pero tampoco las condiciones de ventilación necesarias.
Esto no se trata de una crítica ni mucho menos. No es complicado desarrollar un modelo de aula ideal, con el distanciamiento necesario entre alumnos y con una ventilación y adecuada, e incluso confortable. Sin embargo, hay que ser conscientes de que partimos de una realidad que nos viene dada, tenemos unos edificios docentes prexistentes, que tendremos que ir adaptando a esta nueva realidad. Y este precisamente, el reto del proyecto de ampliación de la ETSAS que estamos desarrollando en Taller VI y uno de los retos, en general, de nuestra generación, a la hora de proyectar todo tipo de edificios.
Creo que la posibilidad de adaptación y la calidad de los espacios (la ventilación cruzada, la iluminación natural, la habitabilidad de espacios exteriores…) es la clave para afrontar esta nueva realidad en la arquitectura. Y las Naves de la Raza y los Tinglados en los que estamos actuando, nos permitirá desarrollar todos estos conceptos en nuestros proyectos; principalmente la adaptabilidad de los espacios, ya que los propios edificios portuarios se concibieron como espacios versátiles que pudieran alojar diferentes usos.
Por otro lado, estos nos están presentado más dificultades a la hora de conseguir la ventilación e iluminación que se busca. El edificio, en sí, presenta huecos insuficientes y será preciso “perforar· y modificar alguno de sus elementos. De ahí, la importancia de conocer y valorar la realidad patrimonial a la que nos enfrentamos. Tenemos que intervenir los edificios preexistentes para conseguir los objetivos que nos planteamos, no basta con conservar y restaurar el edificio como un mero “contenedor” de un nuevo uso. Hay que darle una nueva vida y una serie de valores a las naves y los tinglados, que requieren estos tiempos de pandemia.
Me encuentro desde mi hogar escribiendo estas líneas de reflexión y debate sobre la situación actual que atravesamos, en particular en el ámbito educativo, debido a la pandemia de Coronavirus, principalmente, porque el sistema ha fallado y se han evidenciado claramente las carencias que venía arrastrando tradicionalmente y que ahora padecemos todos en mayor o menor medida.
En primer lugar, el contexto en que nos encontramos ahora mismo la mayoría de los docentes, estudiantes y personal educativo es el de la educación impartida a través de la semipresencialidad. Dicha situación se ha producido, sobre todo, por la falta de espacio y la inadecuada organización de este, ya que el objetivo prioritario que se debe de seguir es el de la distancia social mínima. Algunos espacios docentes, como la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, debido a su antigüedad, se han quedado obsoletos en el momento de cumplir con dicha premisa. En concreto, el nuevo aulario se puede adaptar debido a la presencia de tabiques móviles que hace de las aulas espacios flexibles para las ampliaciones que requiere tal situación, sin embargo, el edificio primigenio no ha podido superar los requisitos que necesitaba tal excepcionalidad.
Desde mi punto de vista, las medidas y adaptación de espacios que se esta llevando a cabo debe ser el punto de partida para un nuevo modelo docente, tanto desde el aspecto educativo como el arquitectónico. Actualmente, con el modelo de semipresencialidad se ha producido un auge de las herramientas tecnológicas en pro de construir una enseñanza a distancia. Por una parte, me parece un aspecto positivo utilizar dichas tecnologías, aunque no las utilizaría generalmente, sino de manera esporádica para las asignaturas que no requiriesen estar presente en el aula únicamente. Con ello, se podría aprovechar el vacío dejado por estas clases a distancia de una parte del alumnado para ampliar aulas con el objetivo de cumplir la distancia interpersonal, además de mantener una adecuada ventilación y espacios más iluminados, pudiendo seguir la clase en óptimas condiciones. Con esto deseo expresar mi rechazo a la semipresencialidad para aplicar un seguimiento total de parte de un grupo determinado de alumnos y no dividir en dos subgrupos, ya que dicho estado merma gravemente la calidad de la enseñanza, sobre todo por el fallo de la tecnología en cualquier momento y “favorecer” a unos alumnos antes que a otros. Además, para no hacer aulas de grandes dimensiones reduciría la ratio de estudiantes y, por tanto, aumentaría la contratación de docentes. También modificaría los planes docentes de las asignaturas y la organización del curso siguiendo lo ya explicado previamente. Se podría hacer una señalética atractiva que indicase las normas a seguir y los hábitos de limpieza en determinados espacios.
Asimismo, equiparía y diseñaría las aulas con mobiliario y compartimentos flexibles, de forma que se puedan adaptar ante cualquier situación como la que atravesamos ahora mismo. Además de ser importante la relación de los espacios mediante ejes de circulación amplios para el tránsito y estancia de personas.
Para mantener una adecuada ventilación de las aulas debe de ser muy directa la relación con el exterior e incluso impartir la docencia fuera del aula si la meteorología lo permite y de esta manera relacionarnos de una manera más íntegra con la Naturaleza, de manera que los espacios sean muchos más sostenibles y no tan artificiales. Sea como fuere, se tendría que producir una ventilación cruzada en todos los espacios que vayan a ser ocupados, no solo por cualquier enfermedad contagiosa, sino por mantener los espacios lo más higiénicos y salubres posible.
La reutilización de espacios industriales abandonados, como las naves y tinglados del Muelle de Tablada en Sevilla, es una buena opción tanto desde el punto de vista universitario como para la sociedad en general, ya que se recupera un entorno degradado que en el pasado tuvo su esplendor, pero cayó en el olvido. Todos los ámbitos deben de ser vistos como una opción futura de aprovechamiento para la ciudad y, más si cabe, el entorno en el que nos encontramos de Sevilla y las posibilidades de auge que posee. La localización de una entidad universitaria en un edificio de tales características beneficia tanto a la propia Universidad, ya que hace que la entidad crezca en otra parte de la ciudad y se desarrolle, como a la ciudad en general debido a que se está rescatando un espacio histórico y con multitud de valores como ya hemos podido comprobar, mientras que se está adecuando el edificio como equipamiento y para uso y disfrute de la ciudadanía en general, es decir, no sería solo un espacio para los alumnos y docentes, sino para ser utilizado por quien quisiera y, al mismo tiempo que se ocupa, se pone en valor y se está recuperando el valor social que poseía antaño. Las administraciones y entidades académicas deben apostar por la reutilización de espacios de similares características, sobre todo, de carácter industrial debido a sus múltiples posibilidades de organización espacial, ya que suelen ser espacios diáfanos y de amplias luces para la inserción de cualquier actividad. Un inconveniente sería la escasa entrada de luz natural en algunos edificios, por lo que deben de ser adaptados para una correcta iluminación y ventilación si queremos que funcionen como espacios docentes. Cabe añadir también que antes no se realizaban los edificios con las mismas exigencias normativas actuales, por lo que habría que reacondicionarla de manera que las cumpliesen. La higiene antes no era igual, sobre todo en estos espacios, que se utilizaban para la industria, por lo que se deberían rehabilitar de manera que la tuviese con unas condiciones adecuadas.
Como estudiantes, hemos y estamos viviendo las consecuencias del COVID en nuestra forma de dar clase y, como arquitectos, tenemos el deber de saber adaptar el espacio a las circunstancias.
La enseñanza online es la solución más sencilla, pero la mas problemática a largo plazo: falta de atención, mala preparación para los exámenes, el sedentarismo, la falta de interacción o la ansiedad son unos de los muchos problemas que desencadena este tipo.
En el caso de la semipresencialidad, se ha visto que, a no ser que las instalaciones estén arquitectónicamente preparadas para ello, es una tarea difícil, o incluso imposible; con problemas como el ruido exterior, la conexión a internet o las consecuencias climatológicas de tener las ventanas abiertas debido a la ventilación.
Por ello, esta asignatura de Taller nos vuelve a dar la oportunidad de generar espacios adaptables a la era post-COVID, introducidos, en nuestro caso, en los almacenes de la Raza.
La asignatura de Proyectos 7 nos brindó el primer acercamiento al diseño de unas instalaciones educativas decentes sanitariamente, que ahora indagaremos en el ámbito universitario.
Si pudiéramos viajar al pasado y preguntar a muchos de los trabajadores del puerto en qué creen que se convertirían las naves en el futuro, habría sido impensable que alguien hubiera adivinado la voluntad de uso actual. Desgraciadamente, las condiciones laborables y sanitarias en las instalaciones industriales que actualmente se rehabilitan con tanta frecuencia está muy lejos de la calidad actual. Es más, probablemente muchos de los obreros de estas instalaciones no tuvieran buenos recuerdos de ellas. Parece que en muchos lugares industriales dejamos pasar unos 50 años desde su cierre y abandono a propósito, para dejar que esos trabajadores se olviden y alejen de los recuerdos.
Por ello existimos los arquitectos. Somos capaces de cambiar el alma y la memoria de un edificio de forma radical. ¿Quién iba a pensar que en un lugar donde se mataban cerdos ahora hay un centro cultural y una biblioteca? En nuestro caso, la diafanidad del espacio, su gran altura y la repetición de un patrón de pilar, fachada y cercha nos permite un gran nivel de creación arquitectónica que seguro que todos sabremos aprovechar al máximo.
Con la llegada de la pandemia se ha demostrado lo importante que resulta la ventilación de los espacios y la creación de circulaciones cómodas para los usuarios, sobre todo en los centros educativos. Sin embargo, no basta solo con tener espacios ventilados y favorecer la salida y entrada al edificio, hay que hacer que en estas condiciones los espacios resulten cómodos. Como ya hemos podido comprobar, un gran problema que surge de esta ventilación total de las aulas son las pobres condiciones en las que se llevan a cabo las clases, con la entrada de ruido constantemente y la sensación continua de frío o calor. Este hecho hace que la arquitectura post-coronavirus sea mucho más consciente de todos estos aspectos, algo positivo, ya que mejora la calidad de los espacios y de la manera en la que los vivimos.
En Taller 6 , el traslado de la parte gráfica de la escuela a las naves y tinglados del puerto nos plantea la problemática de como adaptar estas nuevas condiciones a las tipologías industriales de estas construcciones, ya que su gran altura y la necesidad de adaptarse a una estructura ya existente dificulta el correcto acondicionamiento del aula y su relación con el exterior. Es por esto, por lo que deberemos encontrar el balance adecuado entre aquello que deseamos conservar y las modificaciones que introducimos para que estas condiciones de habitabilidad se cumplan.