
Nos encontramos en un momento histórico inédito. Estamos participando activamente en él, y será nuestra responsabilidad dar respuesta a los nuevos retos que se nos presentan.
En manos de los urbanistas (lo que vosotr@s seréis en pocos años) recaerá el diseño del espacio público, de las redes de movilidad o del mobiliario urbano. Todos estos aspectos tendrán que tener en cuenta conceptos que han venido para quedarse, como son la distancia social, nueva normalidad o el uso de mascarillas y guantes en el espacio y transporte público. Esto, aunque a priori pudiese parecer anecdótico, afectará a la experiencia de recorrer y ver las ciudades o a la forma en la que nos relacionamos en los espacios de encuentro colectivo: pensad en la pérdida de olfato por el uso de la mascarilla, la no percepción de texturas por la limitación del tacto o la pérdida del contacto físico. Ante este nuevo panorama, es inevitable preguntarse cómo será esa ciudad post-coronavirus.
De esta forma, el microejercicio 04 consistirá en un debate abierto, en el que podréis participar sin límite de longitud o intervenciones, pudiendo interpelaros, contrastar ideas o compartirlas. El objetivo es que reflexionéis sobre la ciudad que nos espera, la ciudad que vosotr@s tendréis que (re)construir. El debate estará abierto hasta el día 15/05/20.
Para motivar vuestra participación, se lanzan dos bloques temáticos con varias preguntas abiertas:
1) En ciudades de Centroeuropa están aprovechando el vacío del espacio público actual para delimitar nuevos carriles bici, tratando de fomentar el uso de la misma en detrimento del transporte público o privado cuando se instaure la nueva normalidad: ¿Es la bicicleta la solución? ¿Es igualmente aplicable a todos los contextos y tipos de ciudad? ¿Qué pasaría en las grandes áres metropolitanas, donde las distancias hogar-trabajo no son asumibles mediante bicicleta? ¿Implicará esta nueva situación global la despoblación de las periferias o una desaparición paulatina del trabajo presencial?
2) ¿Qué ocurrirá con el modelo de turismo de masas, concentrado en el modelo de sol y playa? ¿Podría desplazarse la estructura turística española desde la costa hasta el interior (zonas rurales, pequeñas ciudades)? ¿Podría ser una oportunidad para establecer un modelo basado en el turismo cultural?.
Debate propuesto por Javier Navarro de Pablos para los estudiantes de la asignatura Urbanismo I – Grupo 1.05 del curso 2019/2020
Nuccio Ordine: “El coronavirus nos muestra que las personas no son islas”
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¿Cambiará el Covid19 las ciudades tal y como las conocemos?
Creo que tendremos que hacer un análisis de nuestros edificios públicos y espacios para dar respuesta a esta nueva situación. Nuestra nueva forma de proyectar deberá contemplar una forma que sea versátil, de tal forma que cualquier edificio público al margen de su uso, debe de tener la capacidad de responder ante una emergencia sanitaria como la que nos hemos enfrentado.
Logicamente veo que las ciudades tendrán que organizarse de una forma distinta a la que vemos. Vimos en el microejercicio anterior de la escala, como la ciudades se configuran por medio de ese tráfico y vehículos, estaban determinando la forma de la ciudad, a la misma vez con esa mirada crítica pidiendo una escala más humana. Pues creo que esta situación la que estamos viviendo, puede favorecer para reforzar más esa idea de “escala humana” es decir, que las ciudades se piensen para las personas.
Las viviendas en muchos casos se proyectan con la idea de abaratar y de hacer uso para dormir, y ahora vivimos encerrados todo el día en espacios que en la mayoría de los casos solo se diseñaron para pernoctar y hacer “ la vida” en la calle , ¿esta nueva situación cómo va a cambiar nuestra forma de diseñar viviendas? ¿ Y a nosotros que estamos aprendiendo a proyectar? Tenemos que tener en cuenta, que muchos de esos espacios están diseñados con falta de luz natural, baños sin ventana, ausencia de terrazas o balcones. Se me hace difícil pensar toda esa gente que tiene que habitar en esos espacios, reducidos sin terrazas, o falta de luz natural. Creo que esta reflexión nos tiene que ayudar para entender cómo mejorar los espacios en el futuro. ¿ Qué pensais al respecto?
El ritmo de vida ha ido creciendo exponencialmente al mismo tiempo que lo hacían las ciudades. Las prisas son las protagonistas de nuestras rutina y nunca nos había dado tiempo a pensar y a reflexionar si la vida que llevábamos era la que queríamos. Aunque por desgracia, la pandemia se está llevando a miles de personas, y está siendo una tragedia para todos los ciudadanos; también nos ha permitido frenar un poco para saber realmente qué debemos valorar y qué cosas tienen importancia.
En teoría, las viviendas estaban pensadas para hacer vida en éstas pero ¿cuántas veces hemos tenido que quedarnos a almorzar en el trabajo/universidad porque vivimos lejos de estos sitios? Como he iniciado esta intervención, el ritmo de vida nos estaba absorbiendo de tal forma que la vivienda era un lugar donde volvíamos después de trabajar y no hacíamos vida en ella más que para dormir. Sin embargo, durante estos cincuenta y cuatro días de confinamiento que llevamos hemos descubierto la verdadera función del hogar: no solo hemos teletrabajado en ellas, sino que también hemos disfrutado en mayor o menor medida. Pero hemos comprobado que no hace falta salir para pasárnoslo bien o echar un rato agradable con nuestra familia.
Como ha comentado mi compañero Félix y respondiendo a su pregunta, esta pandemia provocará un cambio en nuestra forma de diseñar una casa. Ya lo están diciendo las grandes inmobiliarias que después de esto, muchas personas no compraran un piso sin balcón o una casa sin patio. Yo, particularmente, he tenido que pasar el confinamiento en un piso de 70m2, pero por suerte tenía un balcón que antes de todo esto ni me asomaba a él. Durante todos estos días, ese ha sido mi lugar para tomar aire, y despejarme, en la medida de lo posible. Y de hecho creo que he descubierto un sitio nuevo donde poder hacer vida. Eso sí, lo que tengo claro es que cuando llegue la hora de independizarme, no tendré tanto en cuenta el espacio interior como sí lo haré con el exterior.
Por último, haciendo alusión a la versatilidad de los espacios hemos comprobado que a la hora de proyectar no tenemos que enfocarnos únicamente en un uso en concreto y que debemos de ir más allá. Hemos visto como el Palacio de Hielo, la sede de la Ciudad de Justicia y la pista de hielo de Majadahonda se han convertido en morgues urgentes para acoger a los fallecidos por COVID-19. Esto es un ejemplo de que además de la gran labor de los sanitarios, personal de investigación, personal de limpieza, camioneros, y personal de supermercado, entre otros; los arquitectos también podemos poner nuestra ayuda en situaciones de emergencia pensando y proyectando para que la funcionalidad de un lugar no sea tan limitada.
Comprendo vuestros puntos, sí. Son bastante interesantes, puesto que hasta ahora se diseñaban las viviendas tal y como indicáis, pero… ¿Creéis que la solución a todo esto es añadir balcones a los salones? ¿Hacer las viviendas más grandes?
Yo no tengo la respuesta a ello, pero lo que se plantea puede acarrear otros problemas; tales como un mayor consumo del espacio y de los materiales empleados durante la construcción. Además, hay que tener en cuenta el factor económico: estas viviendas verían incrementadas exponencialmente su valor. Y por último, no creo que vayamos a vivir constantemente en una pandemia. Esto puede provocar que volvamos a un ritmo de vida más o menos similar al anterior, por lo que esos espacios volverían a quedar sin uso. ¿Qué opináis de todo esto?
Es complicado responder a las preguntas planteadas, pero creo que la clave es la funcionalidad de un espacio. Es decir, me reitero a lo dicho en el comentario anterior, hemos sido testigo de comprobar como un lugar destinado a hacer deporte, en el caso de Madrid el patinaje sobre hielo; se ha convertido en una morgue en pocas horas. Por lo tanto, si durante el proceso de diseño y distribución de una vivienda no determinamos a un fin concreto una sala o una habitación de la casa o del piso, creo que la versatilidad cobraría mucho más protagonismo y se podría enfocar los diferentes espacios de un hogar en función tanto del estilo de vida de una persona como del espacio temporal en el que nos encontremos.
Yo, personalmente, creo que aún me faltan muchos conocimientos para poder dar respuesta a sus preguntas. Sin embargo, el problema de que se produzca un mayor consumo del espacio no creo que sea consecuencia de ampliar las zonas exteriores porque durante este confinamiento hemos visto como muchas personas han convertido sus habitaciones en gimnasio o en sala de música. Con esto a lo que me quiero referir es que cuando se construye con una funcionalidad concreta, los parámetros constructivos son unos u otros: no es lo mismo diseñar una habitación individual que un gimnasio, por ejemplo. Es en este momento cuando deberíamos pensar si es correcto centrar todos los cálculos de impermeabilidad, de ventilación… en hacer una habitación y no un gimnasio, cuando muchos hemos tenido que hacer deporte en nuestras casas y hemos comprobado que el lugar no era el adecuado. Igual ocurre con quienes hemos tenido que tocar un instrumento y la habitación no estaba acondicionada para ello.
Para ir acabando y a modo de resumen/reflexión, si yo diseño un lugar destinado a varias finalidades, no necesitaré consumir más espacio ya que podré utilizar una misma habitación para varias actividades. Y en cuanto al aspecto económico de estas viviendas, sí que se verá reflejado en el precio el uso de más material destinado a varios fines, pero creo que a largo plazo presenta más beneficios vivir en una vivienda donde puedes hacer más vida, que realmente ese el objetivo principal de un hogar.
Sinceramente creo que el hecho de tener un balcón donde poder salir a tomar el aire no hace que el aislamiento sea menor o incluso mas rápido, en todo caso podría dar una falsa sensación de libertad momentánea y con suerte según la localización del balcón podría servir para conversar con el vecino de enfrente. Esto lo digo por experiencia, mi piso es incluso más pequeño, 55 metros cuadrados, y tampoco tengo balcón, lo único con lo que cuento son con un par de ventanas que dan a una pequeña plaza frente a mi casa, y sin embargo no necesito una terraza, balcón o incluso un patio para no sentirme agobiado o encerrado. Yo creo que la clave de todo esto se encuentra en nuestra mente, es decir, si te convences a ti mismo que no estas tan mal en tu casa, y te entretienes haciendo cosas continuamente en vez de sentarte y no hacer nada, la sensación de aislamiento desaparece completamente.
Por lo que mi respuesta a que si creemos que la solución es añadir balcones en los salones, es no, en vez de eso lo que se debería de hacer es que cada uno se propusiese un planning diario o una lista de cosas que hacer durante el día, para evitar el no hacer nada, y ser por lo menos un poco productivos en casa aunque sea a nivel personal, y claro esta, evitar lo máximo posible cualquier pensamiento de salir a la calle si no es necesario aunque se tengan muchas ganas de ello.
Estoy de acuerdo con que nuestra rutina se ha ido acelerando hasta llegar a un punto en el qué no nos paramos a pensar, solo ejecutamos y siempre estamos con algo en mente. Y que de repente, estemos en una situación en la que de un día para otro todo se haya parado, nos tiene que hacer rerflexionar.
Pienso que es cierto que muchas personas se han encontrado en un espacio muy reducido y que esto puede llegar a ser muy agobiante, pero personalmente no creo que la solución sea añadir balcones. Aparte del aumento de precio, encuentro ciertos inconvenientes. En general, solemos ser bastante inconformistas y se de gente que está confinada en una casa amplia y con terraza y aun así tiene otros problemas de la vivienda de los que quejarse.
Por otra parte estoy de acuerdo con Javi en que lo importante es nuestra mente y el modo en el que nos concienciamos de la situación que estamos viviendo. No se trata de seguir con la misma rutina acelerada solo que sin salir de casa, simplemente es darnos tiempo para reflexionar, aprovechar el tiempo y replantearnos porque llevamos este estilo de vida. ¿Es porque los demás también la llevan, porque no hay tiempo ni de pensarlo o porque la misma ciudad te obliga? Con esto último me refiero a las escalas de las ciudades que vimos en el anterior microejercicio.
Respecto a la pregunta de que si se tendrían que hacer balcones o viviendas más grandes, creo que la respuesta es que no. Además de lo que ya indicas, hacer las viviendas de un mayor tamaño le quitaría muchísimo valor al espacio público, ¿quién iba a querer salir a la calle si en casa puedes hacer lo mismo?. Al fin y al cabo los pisos sirven para habitarlos pero en los espacios públicos surgen una gran cantidad de relaciones que no se podrían dar en las casas, un claro ejemplo encontramos en París, en donde muchos pisos son de unos pocos metros cuadrados y si bien no están planteados para habitarlos durante muchísimo tiempo, te invitan a salir y a conocer la ciudad. Y como bien indicas, no creo que vayamos a vivir toda la vida con la pandemia, con lo que no tiene sentido hacer viviendas excesivamente grandes.
¿Hemos llegado al fin de “aforo ilimitado”?
Aquella normalidad que tan establecida estaba en nuestras vidas como ir a un concierto o un partido de fútbol de 60.000 personas donde el espacio personal casi ni existía, no podrá volver. Y no porque no se encuentre una vacuna que pueda frenar los contagios, sino por el “miedo” que, en mayor o menor medida, nos está provocando esta situación. Ahora el acto de “toser” o “estornudar” no será tan despreciable como antes, es decir, en un autobús cuando alguien tosía, pues era algo que nadie se percataba. Sin embargo, después de todo esto, cuando volvamos a coger un autobús será todo muy diferente.
Pero, particularmente, me gustaría centrarme en los actos religiosos que hacen incrementar los desplazamientos y la llegada de miles de personas de todo el mundo a la ciudad de Sevilla. El turismo es clave para la economía del país, y por ejemplo, durante la Semana Santa los hoteles sevillanos tienen el aforo completo, los bares tienen que contratar más personal y el transporte público factura más. Sin embargo, los cultos religiosos como los “besamanos” o “besapié” de las imágenes religiosas que se producen en cuaresma no podrán volver a repetirse tal y como se hacía antes. Las medidas sanitarias serán mucho mayores e incluso me atrevo a decir que no podremos volver a tener esos eventos porque a las imágenes no se les aplicar un producto desinfectante tantas veces en varias horas.
Esto es un tema que aunque no presenta relación directa con la transformación a nivel urbanístico que las ciudades van a sufrir en poco tiempo, creo que al cambiar algunas de nuestras costumbres, sí que afectará a la hora de hacer “vida” en la calle.
Pues en relación a lo que comentas Dolores, es posible ( aunque depende de la perspectiva) que no tenga una relación directa pero sí que la tiene indirectamente. Lo que planteas desde un punto de vista de aforo y de actos religiosos, sí que tiene una relación aunque no lo pueda parecer además de muchas otras cosas que comentas. Yo por ejemplo, sacado el tema, aprovecharé para servir de ejemplo de lo que dices, ya que esos eventos religiosos son gran parte de esos ingresos que tan importantes son para el sector hotelero. Créeme cuando muchas familias, trabajadores, cargos de responsabilidad y directores verán mermadas su propia circunstancia personal y económica. Se de muchos compañeros que esta situación puede propiciar muchos problemas a los que ya tenemos que aguantar y vivir en nuestro día a día. Entiendo que nuestro debate se centra más a la relación con la arquitectura, pero yo haré una aportación extra a raíz de tu exposición y de ahí lo interesante, ya que de ningún modo pensaba dar ese enfoque pero de esto se trata, no? Yo en mi caso siempre he querido ser arquitecto … Es plena vocación, y por circunstancias de la vida, trabajo para pagarme mis estudios de Arquitectura. Ahora me planteo… Si a raíz de lo que comentas(límite de aforo y actos religiosos), cómo va a afectar al sector para el que yo trabajo para poder continuar mis estudios. Como afectará todo esto para que de algún modo el sector para el que trabajo, me permita estudiar para concluir mis estudios y de algún modo concluir mi formación y dar la aportación al mundo como arquitecto. Ese es mi único fin, no quiero ganar dinero por el mero hecho de vivir con un sueldo mes a mes quiero hacer lo que me gusta, diseñar y aportar mi propia perspectiva desde la arquitectura planteando solución a los problemas de la gente desde nuestra herramienta multidisciplinar… qué es la la Arquitectura. No obstante, entiendo que esto no atiende a problemas personales, pero me parecía interesante explicar una visión particular desde la problemática que planteas. En nuestra forma de proyectar, sería muy interesante como Arquitectos interiorizar en ese aprendizaje y
dar respuesta a lo que estamoss viviendo. Quién diría que espacios proyectados para un fin, terminarán sirviendo para otro uso muy distinto, y ahora es cuando nosotros tenemos que ser conscientes que nuestra forma de proyectar no puede ser rígida… Debe ser flexible en muchos aspectos. Hablando de esa flexibilidad pienso hoy por hoy el Urbanismo nos puede dar esa herramienta que responde al comportamiento humano y esa manera de diseñar, comprender y diseñar espacios. Creéis que el Urbanismo puede ser una herramienta importante para resolver esta problemática a la que nos enfrentamos las personas en esa nueva perspectiva de relacionarnos y convivir?
En respuesta a lo que Dolores plantea, me gustaría conocer su opinión sobre lo que plantea. ¿Cuál crees que podría ser la forma de solucionar estos problemas? ¿Quizá haya que instalar en los lugares de culto cabinas de desinfección? Últimamente están circulando imágenes de Israel, en las cuales se ven unas cabinas situadas en la calle que permiten tomarte la temperatura al momento. Aquellas personas que tengan una temperatura mayor a 37º C deben permanecer en sus domicilios varios días, hasta que remita. ¿Puede ser esta la solución? ¿Qué opinas?
Respecto a lo que Félix comenta, el Urbanismo se ha ido desarrollando conforme a las necesidades humanas han ido evolucionando. De hecho, como bien estaréis aprendiendo, el urbanismo es una herramienta que trata los problemas del futuro desde el pasado. ¿Cómo crees que se puede lograr que dicha materia se convierta en algo flexible?
Antes de responder a las preguntas plateadas, he querido esperar estos días para conocer las medidas de higiene y seguridad que las diferentes hermandades han decidido para comenzar las reaperturas de los lugares religiosos durante la primera fase de la desescalada. Algunas de estas medidas han sido la reducción del aforo del tempo a 1/3 del total, la prohibición de tocar cualquier elemento del templo o la posibilidad de sentarse únicamente en los extremos de los bancos dejando la distancia de seguridad recomendada.
Tanto estas medidas como el uso de las cabinas que usted comenta, creo que tienen un tiempo limitado. Es decir, no creo que el tomarte la temperatura corporal antes de entrar en un lugar sea la solución definitiva. Al igual que durante las diferentes fases de la desescalada, el número de personas en un lugar cerrado va incrementando; las medidas que se están llevando a cabo por parte de las iglesias y catedrales también irán modificando con el paso del tiempo.
Y ahora respondiendo a su pregunta, aunque cueste decirlo yo creo que estos cultos de lo que hablamos no van a volver como los teníamos entendido. Es decir, ahora mismo porque el COVID-19 se evita el contagio si estamos desinfectados y si nos lavamos continuamente, pero dentro de un tiempo vendrá otra pandemia y tendremos que pensar otras medidas y de nuevo, tener que anular estos cultos en el caso que se pudieran retomar. Entonces, con el simple hecho de tener unos segundos de frente a la imagen que sientes o que rezas, es suficiente y no creo que sea necesario el acto de «besar» la imagen al que estamos acostumbrados. Y así, podríamos revivir esos segundos donde se para el tiempo, pero sin arriesgarnos a contagiarnos ni a contagiar a nadie cualquier enfermedad infecciosa desde el virus protagonista de este momento hasta un simple resfriado. Por lo tanto, yo lo que haría es una adaptación de estos cultos ya que pandemia va a marcar un antes y un después en la historia.
Me ha parecido muy interesante tu enfoque del debate y el giro que has hecho llevándotelo a tu campo, que como bien sabemos con lo poquito que te conocemos es esa gran devoción por la Semana Santa y todos los actos, y situaciones que la rodean.
Como bien sabemos, todos los actos ya sean de índole religiosa, cultural o de ocio, se encuentran en un «stand by» indefinido, esperando a la mejora de la situación.
La enorme facturación que genera la Semana Santa en una ciudad tan devota como es Sevilla ha hecho que este año los grandes comercios, los autónomos, el sector hostelero y hasta los pequeños artesanos se hayan tenido que reinventar y buscar otras alternativas para evitar llevar a la ruina sus negocios y crear ingresos (aunque mínimos) en sus hogares para poder mantener a sus familias.
Respecto a las medidas que se están tomando para poder volver a la normalidad, serán graduales, es decir, no serán definitivas y se irán calmando conforme la situación vaya mejorando.
Si escuchamos las noticias, o hablamos con cualquier persona, las dudas son inmensas y para la mayoría de ellas no tenemos respuesta y mucho menos una solución.
Retomando el hilo de tu respuesta, cuando pensamos en los problemas que tendrán para salir a delante los trabajadores, no nos acordamos de los sacerdotes, monjes y monjas que también desempeñan una labor crucial con su palabra para que en momentos tan difíciles no perdamos la fe. Hasta hace unos días, tras el comienzo de la desescalada en la que muchas provincias y comunidades autónomas han entrado en la fase 1, estas personas se encontraban completamente solas, sin poder realizar su trabajo, clausuradas en los conventos, o en colegios mayores ya que la mayoría de estos se encuentran dirigidos por monjas y sacerdotes, o el caso de estos últimos que se encuentran destinados en zonas, lejos de sus casas y familias. Hasta entonces, el único riesgo que este sector de la población sufría era cuando se exponía en la calle a la hora de realizar compras de productos de primera necesidad.
Sin embargo, los templos ya se han comenzado a abrir y como has dicho, permiten la entrada de hasta 1/3 de su aforo. Durante el sacramento de la eucaristía, se realizan acciones como dar la paz, y comulgar, que implican tanto el contacto físico como la aproximación entre las personas. Creo que se van a convertir en actos que se van a ver resentidos y van a tardar cierto tiempo a volver a la normalidad.
Por otra parte durante las procesiones las aglomeraciones de personas es multitudinario, llegando a crearse momentos de gran agobio entre los espectadores y peregrinos.
Una cuestión que me ha surgido mientras redactaba este comentario; durante las procesiones, e incluso meses antes, los costaleros ensayan y procesionan a distancias mínimas entre ellos, ¿se antepondrá la fe o el miedo les impedirá volver a hacer lo que tanto les gusta?
Yo creo que lo que propones si que supone una relación directa con la transformación a nivel urbanístico, nunca he estado en Sevilla en semana santa, pero siempre ha salido en la televisión todo lo que esta celebración conlleva. Primero de todo y como bien dice Lola, los hoteles sevillanos y restaurantes se llenan en esta fecha, y no solo eso, hay muchos comercios que viven de la semana santa, sin ir más lejos, haciendo el recorrido del microejercicio 1 por el barrio de la Macarena, además de la presencia de la basílica pude observar varias tiendas dedicadas exclusivamente a la semana santa, es algo que no había visto en la vida y que me pareció muy curioso, porque si bien estoy acostumbrado a ver figuras de penitentes es algunas tiendas turísticas de mi ciudad, nunca había visto algo así. Volviendo un poco al tema principal de la semana santa, creo que esta fiesta reconstruye el urbanismo y la manera de recorrer las calles de Sevilla, te guías por el olor a incienso, por el sonido de las trompetas o simplemente por las aglomeraciones de personas, creo que es otra forma de descubrir la ciudad y de darnos cuenta, de que las personas realmente son las que le dan sentido a las calles y a la propia ciudad. Lamentablemente no creo que se puedan hacer ciertas costumbres religiosas, que bajo mi punto de vista podrían ser perjudiciales para la salud de las personas, y creo que se podría remplazar por ejemplo con una inclinación o simplemente con una oración, porque aunque yo nunca haya hecho eso, lo más importante del acto es dar las gracias o pedir por algo o por alguien, y no importa tanto el acto o la forma en la que se lleva a cabo, lo que más importa es lo que tu sientas en ese momento, entonces si se plantea de esta forma, creo que si se podrán llevar a cabo.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice mi compañero Carlos, la esencia de la Semana Santa o de cualquier otra festividad no reside en su representación física por las calles de Sevilla, reside en el interior de cada uno y de la importancia que se le den a las cosas, es por eso que aunque muchas de estas festividades no se hayan podido representar este año, no han desaparecido ni han pasado desapercibidas, ¿cuantos de nosotros hemos visto todas esas historias en Instagram de gente con mensajes positivos hacia sus hermandades? ¿o a esos días en los que salia cierta cofradía?, ¿cuantos de nosotros hemos subido una foto de la Feria del año pasado deseando estar ahí de nuevo?, ¿cuantos de nosotros no hemos representado en nuestras propias casas momentos como el alumbrado?
Estas son las pequeñas cosas que conforman una cultura como es la nuestra, es por eso que por muchas cosas inoportunas que nos sucedan, estas costumbres no se perderán, y de una forma u otra, siempre se mantendrán ahí.
Me gustaría expresar mi opinión respecto al futuro de las ciudades y las redes de transporte tras la pandemia. Y es que, al menos en Badajoz, desde que se puede salir a pasear en los horarios permitidos, las carreteras se han convertido en una extensión de la acera para intentar cumplir la distancia de seguridad. Los coches han pasado de tener prioridad en este tipo de vías a jugar un papel secundario teniendo que reducir la velocidad y buscar hueco para pasar entre la gran masa de personas que la ocupan. Es por ello que al menos en los próximos meses, los peatones van a tomar el control de las carreteras y los coches se van a limitar a usos en trayectos más largos o indispensables. Todas las redes construidas en las grandes ciudades para el constante flujo de coches van a estar ocupadas por peatones si es que se quiere mantener la distancia de seguridad recomendada por los expertos.
Respecto a las relaciones interpersonales he de decir que, al menos, yo personalmente me siento muy incómodo yendo por la calle y viendo como tratan de alejarse de ti o miran raro a alguien por toser o estornudar. Me parece un aspecto muy negativo que se pierda esa cercanía entre las personas y que se tenga tanto miedo a acercarse a alguien. Pienso que aunque sea recomendable respetar esta distancia de seguridad la mayor parte de la población va a seguir manteniendo las mismas relaciones que mantenían antes del confinamiento con su círculo mas cercano de amigos o familiares. Todo esto va a necesitar de un espacio para respetar la distancia social del que no se dispone, y de aquí en adelante se tendrá en cuenta este espacio a la hora de alquilar locales, montar negocios o construir calles o avenidas
Sin duda alguna, el Covid19 ha cambiado tanto la forma de ver el mundo como la de entender las interacciones sociales y la vida pública. Por ello, a partir de ahora, la forma de proyectar y planear la ciudad seguramente también cambie.
Como comenta Félix en relación al documental de Jan Gehl sobre la escala humana, se percibe ahora la gran diferencia existente entre la dimensión humana y la dimensión vehicular de la ciudad. Debido a esta pérdida de escala humana, han surgido problemas para mantener la distancia de seguridad en las calles durante las franjas horarias que permiten el tránsito peatonal.
Algunas ciudades han dado un paso a delante tratando de dar una mayor superficie a las aceras. Se han tomado medidas como ceder el espacio dedicado al aparcamiento a favor de garantizar la distancia social o peatonalizar algunas avenidas.
Esta puede ser una gran solución al problema actual. Sin embargo, como comenta Juan Manuel, hacer una ciudad más humana, no debería suponer prescindir del uso del automóvil puesto que hoy en día este es indispensable tanto en las grandes ciudades como en pequeñas aldeas. La solución final debería permitir ambas opciones: distancia social y uso del automóvil.
Quizás, dentro de unas semanas veamos como el tránsito peatonal quede regulado al igual que ocurre con la calzada, permitiendo circular por la acera únicamente en un sentido.
Hola Patricia, la solución que planteas es bastante interesante. No sé si habéis llegado ya, pero el escenario que planteas ya existe en algunas ciudades. El mejor ejemplo de ello es Brasilia, la capital de Brasil. Allí, los espacios están separados en función de su uso, por lo que muchas veces nos topamos con aceras totalmente separadas de las calzadas. Sin embargo, este sistema ha demostrado a lo largo de su recorrido que es ineficiente, puesto que las distancias a pie se ven incrementadas exponencialmente. ¿Debemos sacrificar los traslados a pie a favor del coche? ¿Quizá deba ser al contrario? ¿Qué opinas?
Lo cierto es que asusta pensar en cómo cambiará la ciudad una vez pasemos a la fase de la «nueva normalidad». Con la mención del documental de Jan Gehl me ha sido inevitable no pensar en la reflexión que se hacía en el mismo sobre como, el diseño de las grandes metrópolis, en lugar de favorecer las relaciones humanas iba en su detrimento; puesto que tendía a la aparición del individualismo y el anonimato. Me asusta pensar en que todos los cambios que se proponían de ampliar el espacio público con el objetivo de favorecer los encuentros interpersonales queden en la nada por la aparición del miedo en las personas a entrar en contacto con desconocidos o incluso con sus propios familiares o amigos, pues muchos tienen tanto miedo que no quieren salir ni mucho menos relacionarse con nadie.
Por mucho que se amplíen las aceras y los espacios públicos para respetar la distancia social, dudo mucho que, como dice Patricia, se prescinda de la movilidad mediante el uso de automóvil pues creo que en la actualidad es fundamental su empleo, sobre todo en las grandes ciudades donde el desplazamiento tanto a pie como en bicicleta resulta inviable. Quizás la solución pase por incrementar el empleo del transporte público, claro está, respetando la distancia social y el aforo limitado; aumentando el número de autobuses interurbanos, taxis, metro o tranvía. De esta forma el transporte mediante coche se verá limitado a emergencias, imprevistos o trayectos de larga distancia, por ejemplo, entre distintas localidades.
Por otra parte, como comenta Antonio, la regulación del tránsito peatonal ya está comenzando a implantarse en varias ciudades y resulta bastante incómodo por incrementar el recorrido en muchos casos, pues la movilidad peatonal siempre ha permitido emplear atajos, modificar rápidamente el recorrido o realizar paradas para hablar con conocidos a través de encuentros fortuitos.
En mi opinión, la comunicación y el contacto son imprescindibles y no concibo un mundo que motive a su desaparición. Por ello opino que sería más oportuno redimensionar las aceras ampliando su espacio en detrimento de las calzadas, cuyo uso se vería relegado al transporte público (intensificando su número) y al uso puntual del automóvil. Quizás resulte un poco contradictorio por el tema de que debemos respetar la distancia social pero, como dice Juan Manuel, es imposible obligar a las personas a que no paseen o charlen por la calle con sus seres queridos o amigos cercanos, por lo que la ampliación de los espacios destinados a los peatones permitiría una separación mínima con los demás sin ponerlos en riesgo excesivamente; y por ello creo que es la solución más «viable» desde el punto de vista humano.
La idea que propone Miryam sobre aumentar el transporte público es una buena solución para disminuir el uso del automóvil. Sin embargo, pienso que eso no es tarea fácil. Si se quiere garantizar la distancia en el transporte público deberá reducirse bastante el aforo, por lo que para dar servicio a un porcentaje similar al conocido hasta ahora será necesario aumentar considerablemente el número de autobuses o trenes. Esto conllevaría un gran gasto (personal y combustible) que posiblemente sería compensado con un aumento de las tarifas de transporte, lo que haría que la demanda de este servicio se redujese.
Por ello, creo que una buena solución puede ser el uso de la bicicleta o el del patinete eléctrico. No obstante, el servicio de alquiler de estos medios de transporte será muy diferente al actual, después de cada uso, cada bicicleta o patinete deberá ser desinfectado rigurosamente. Quizás, junto a los bicicleteros veamos ahora pequeños puestos de desinfección.
Esta solución sería viable para distancias medias-cortas ya que a largas distancias habría que invertir un tiempo del que en muchas ocasiones no disponemos.
Respondiendo a la pregunta sobre si las periferias desaparecerían, no creo que esto llegase a pasar. Las personas que se dedican al sector terciario sí que se desplazarían a los centros de las ciudades, pero aquellas dedicadas a la industria o al sector primario se instalarían más cerca de sus centros de trabajo, es decir, las periferias.
Veo que muchos de vosotros utilizáis el documental de Jahn Gehl para aclarar que esa «pérdida de la escala humana» ha sido uno de los errores que ha ayudado ha que las consecuencias de esta pandemia se agraven. Vale, pero, ¿eso significa que tenemos repensar la ciudad aplicando esa escala humana? Consideremos otro punto de vista:
Si algo ha demostrado en mayúsculas esta situación es que la ciencia, al menos en nuestro país, no ha recibido la atención que merecía.
No se ha invertido en investigación y eso se ha hecho notar. No vale ofrecer ahora una gran cantidad de dinero a este sector y esperar que nos van a salvar de inmediato, porque para que pase esto hay que invertir paulatinamente. Pero, invertir en investigación es invertir en futuro y quizá precisamente por esa incertidumbre que supone nos mantengamos cautos a decantarnos por esta opción y optemos por otras medidas que nos ofrezcan resultados más inmediatos. Por eso, pienso que la solución no está en actuar directamente sobre la ciudad: aumentando el transporte público, el número de carriles bici, la ampliación de aceras o espacios públicos… sino en actuar a largo plazo. ¿Pero cómo? Siempre manteniendo en mente esta nueva escala microscópica.
El urbanismo microscópico es aquel que respiramos, los gases que produce la ciudad. Desgraciadamente las ciudades de hoy en día producen enfermedades, muchas de ellas relacionadas con el aparato respiratorio. Como ya sabréis el Covid-19 afecta mayoritariamente a personas con patologías previas, luego si tenemos ciudades que favorezcan la aparición de las mismas estamos también contribuyendo a que esta pandemia se agrave. Si queremos combatir con este enemigo invisible tendremos que hacerlo empleando una escala microscópica, encaminada a que nuestras ciudades estén menos contaminadas. Porque otro de los aspectos que se han podido apreciar durante este confinamiento es el ambiente tan contaminado en el que habitamos. El otro día veía en televisión una gráfico que indicaba el índice de contaminación de Wuhan, bueno pues se observaba que había bajado drásticamente. O sin ir más lejos, el agua cristalina de los canales de Venecia que nos enseñaron en una de las clases de urbanismo.
Además, medidas como la ampliación del espacio público es un arma de doble filo: si por un lado nos permite mantener más correctamente las distancias sociales también son los lugares por dónde es más probable que circule el virus, debido a la congestión de personas que allí se reúnen. Pues, lo que verdaderamente me preocupa de todo esto es la gran capacidad de contagio que tiene este virus. Yo os invito a visitar estas webs:
– Animación de una persona tosiendo en un espacio cerrado, Universidad Alto (Finlandia) – https://www.aalto.fi/en/news/researchers-modelling-the-spread-of-the-coronavirus-emphasise-the-importance-of-avoiding-busy
– Nube de gas de un estornudo humano – https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2763852)
¿Hasta que punto estamos a salvo? Ni ciudades ni pueblos rurales ni periferias, todos tenemos el mismo riesgo. Por supuesto que hay que seguir manteniendo las distancias e utilizar formas de protegernos y proteger, pero si queremos verdaderamente evitar que esto no se convierte en un confinamiento cada cierto tiempo y podamos desarrollar todas esas relaciones sociales de las que habláis, lo mejor es crear ciudades que no motiven la aparición de esas «patologías previas». Y en este sentido, creo que las circunstancias, son ahora más que nunca, las idóneas para darle un verdadero empujón a la sostenibilidad. Toca pensar si sería mejor o no poner un placa solar en la cubierta de nuestra casa, en estudiar que el próximo coche que nos compremos no consuma combustibles fósiles, en reutilizar materiales en nuestras construcciones o emplear materiales ecológicos… toca apostar por la sostenibilidad y ampliar estos horizontes.
No tener miedo a invertir en nuestro futuro. La ciudad tiene que ser nuestra gran mascarilla.
Una de las ventajas de los últimos tiempos es la comodidad que nos brinda el automóvil como medio de transporte. Actualmente, gran parte de la población se traslada en coche dado que es más rentable en cuestión de tiempo. Permite recorrer grandísimas distancias en un corto periodo de tiempo, lo que reduce el costo de la vida. El escenario que planteas, precisamente, huye de este planteamiento que tenemos a día de hoy. ¿No crees que a raíz de esta pandemia, la gente empezará a usar más su vehículo privado? Es mucho más seguro que viajar a pie o en transporte público, ¿no?
Con respecto a las relaciones interpersonales, ¿cómo crees que debemos comportarnos entonces?
Al igual que Miryam estoy de acuerdo en que en estas fases de desconfinamiento el numero de autobuses urbanos e interurbanos deberían aumentar, pues hay muchísimas personas que no pueden prescindir de este medio de transporte. La disminución del aforo por medidas de seguridad conllevara a una ralentización del tráfico del transporte público de la ciudad, pues bien, ¿Cuántos autobuses estamos dispuestos a esperar hasta que llegue uno con el aforo no completo?
Respondiendo a la pregunta de Antonio si que creo que el uso de vehículos particulares aumentara a raíz de la pandemia, pero como ha comentado miryam una buena solución seria ampliar las aceras adicionando las calzadas como avenidas peatonales, para así poder cumplir con las medidas del gobierno, como puede ser la distancia social. Por las calzadas también estarían permitidos el paso del transporte público intensificado y del uso puntual del automóvil, esto no solo seria una solución para el cumplimiento efectivo de las medidas de seguridad de la pandemia, sino que también contribuiríamos con el medio ambiente.
El estado de confinamiento que hemos vivido ha conllevado a la paralización de algunas de las actividades mas contaminantes dejándonos con unas imágenes que reflejan los beneficios ambientales que esta situación ha provocado. Para la intensificación del transporte público y la limitación de la entrada de los coches particulares a las ciudades se debe mejorar las conexiones entre los municipios y las ciudades y los espacios interurbanos, se debe de intensificar el numero de autobuses , metros, etc.. y con ello aumentar sus horarios. Con estas mejoras se incitaría a los ciudadanos a aumentar el uso de transporte público lo que, no solo contribuiría a las medidas de seguridad como la distancia social, aunque suene contradictorio, sino que también contribuiría con el medio ambiente, e incluso podría ser un proyecto que permaneciera en el tiempo y que podría concienciar a mucha gente sobre la contaminación y el cambio climático.
Respecto a las relaciones interpersonales, el contacto físico no solo es una necesidad biológica, sino que también es parte de nuestro lenguaje. La piel es nuestro órgano sensorial mas extenso, el tacto, por su parte es el primer sentido que adquirimos junto con el olfato. Los seres humanos necesitamos de ese tipo de contacto para encontrar un equilibrio emocional. Por lo tanto, pienso que el cambio en las relaciones interpersonales de la sociedad es algo temporal, creo que todos hemos vivido esas situaciones incomodas al salir a la calle tras el confinamiento, las miradas de la gente, el hablar con algún familiar a 2 metros de distancia, esas medidas de seguridad en los establecimientos (mascarilla obligatoria, aplicar gel desinfectante obligatorio antes de entrar, el uso obligatorio de guantes, etc..) que son necesarias, pero impresionan y asustan. Pero estas medidas no se van a quedar en el tiempo, cuando ya llevemos meses sin el virus o la aparición de la vacuna volveremos al contacto físico de siempre y las relaciones interpersonales volverán a la normalidad.
Me ha resultado muy interesante la cuestión de las relaciones interpersonales que planteáis. Con todo esto, la forma en la que nos vemos ha cambiado. Como decía Juan Manuel, cada vez que alguien tose o estornuda nos miramos desconfiados, o cruzamos la acera siguiente porque tratamos de alejarnos de una persona. Es normal, somos seres humanos y también tenemos miedo. Miedo a ser contagiados o a contagiar a nuestra familia. Aunque, es verdad y con eso coincido con vosotros, que sería muy triste si esto continuara de esta manera. Aun así, no concibo una normalidad (al menos como la hemos entendido hasta ahora), después de que se encuentre esa vacuna. Porque entre el ahora y el después, está el mientras tanto. Y lo que estamos aprendiendo en ese periodo puede ser suficiente como para ponernos a reflexionar sobre ciertas cuestiones, y con ello producirse algunos cambios. Al menos, eso es lo que me gustaría pensar.
Cada vez que veo a una persona en la calle con mascarilla me pregunto algo así como: ¿tú también? Es curioso, esta pandemia y quizá en cierta medida también el calentamiento global haya sido dos de los acontecimientos que nos hayan unido como especie en los últimos años. ¿Qué significa eso? Cada decisión que tomemos o cada fenómeno natural que se produzca afectará a otra parte del mundo. A esto se le llama efecto mariposa. Resulta que, si no somos honestos o transparentes con nosotros mismos, también nos estamos autodestruyendo. Por eso, pienso que una de las cosas que podría despertar este confinamiento es esa conciencia de especie, es decir, ayudar a que la verdad y la colaboración entre todos se ponga en valor, no solo al nivel de nuestras relaciones interpersonales sino también a nivel global.
Por otro lado, también queda la reflexión de la contaminación. ¿Nos gustará seguir con estas ciudades que, como ya decía en otro de mis comentarios, crean esas “patologías previas”? ¿Despertará esto en nosotros una nueva forma de movernos, de construir, de actuar y con ello, una nueva forma de relacionarnos? No lo sé, me gustaría que sí, pero lo que está claro es que si seguimos igual tenemos las mismas o más probabilidades de que esto vuelva a ocurrir. Porque de lo que se trata es de trabajar al lado de la naturaleza y no ganar o perder contra ella.
Otras de las cuestiones están en nuestros hábitos, y en este sentido hago hincapié en nuestros hábitos alimenticios. Estamos viendo en EEUU y en muchos otros países, los grandes índices de obesidad que hay, y que preocupan sobre todo por la cantidad de enfermedades que derivan de la misma: diabetes, hipertensión, trastornos cardíacos… Todos estos padecimientos aparentemente silenciosos son perfectos para que este virus ruidoso cause el doble de daño. ¿Qué es en realidad lo que está matándonos? ¿Animará esto a que todos nos replanteemos qué estamos haciendo mal en nuestra rutina, y cambiarlo por hábitos de vida más saludable? Quizá la próxima vez que salgamos con nuestros amigos, en vez de ir a un restaurante de comida rápida, vayamos a otro con una comida más sana. ¿Estaremos todos de acuerdo? ¿Qué pensáis vosotros? ¿Seríais de los que convencerían por irse a uno más saludable o al revés? ¿O simplemente os dejaríais llevar por la situación?
Por último y no menos importante, está el tema del teletrabajo. Algunos nos hemos visto con problemas de conexión con la red o simplemente se nos había roto el ordenador durante este confinamiento. Pero en realidad, este sistema también tiene sus ventajas: una mayor flexibilidad en cuanto a horarios, menos movilidad y por tanto menos contaminación… pero, sobre todo, ha jugado en favor de aquellos que no residen en su ciudad de estudios. Muchos de nosotros, por ejemplo, no hemos gastado el dinero en el bono del bus cada mes para ir a la universidad o a nuestros pueblos, que supone un coste bastante importante. Quizá esto sirva para que algunas empresas se replanteen si resultaría más rentable económicamente el teletrabajo o no. ¿Os imagináis que de pronto el teletrabajo se ponga de moda y todos estemos conectados a nuestro ordenador? Si fuera el caso, estaría claro que estaríamos experimentado un cambio bastante notable en esas relaciones interpersonales.
¿Y las universidades? El otro día escuchaba hablar a la ministra de Educación y decía que la modalidad en el inicio del próximo curso tendría que ser necesariamente una combinación de clases presenciales con clases virtuales, para que así en las aulas se respetara el metro de distancia. Desde una pantalla, la comunicación entre un profesor o un alumno pueden ser más cercanas o más lejanas, según veamos. La creación de un ambiente acogedor de trabajo depende de muchos factores, en nuestras manos siempre está el poder transformarlo ya sea para bien o para mal y en mi opinión, las clases virtuales no son una excusa sino una oportunidad para que esas relaciones interpersonales mejoren. Si sabemos reconocer las ventajas que podría ofrecernos y potenciar este método, quizá ese modelo presencial-virtual al final termine quedándose entre nosotros. ¿Nos vemos así en un futuro? Ni idea. En tiempos de Covid-19 se abren más preguntas que nunca.
Es más que obvio que el uso del transporte público se verá drásticamente reducido aunque se vuelva a una situación de normalidad, es comprensible que todos tengamos miedo a enfermarnos del virus, pero no podemos dejar de usar medios de transporte que son menos contaminantes en comparación con un vehículo individual por ejemplo, mientras se mantengan las medidas de seguridad, viajar en transporte público debería estar bien, de todas formas no solo existen transportes como el autobús o el metro que eviten el uso de vehículos personales como el coche o la moto, también esta la posibilidad de desplazarse en bicicleta, que además de ser un medio de transporte no contaminante, es beneficioso para nuestra salud ya que se realiza un ejercicio físico y nos mantiene en forma, por lo que la solución mas inteligente sería la construcción de nuevos carriles bici por numerosas calles nuevas, que permitan llegar hasta cualquier punto de la ciudad sin problema, además junto a esto se podría aumentar el número de bicicletas públicas para los ciudadanos, «sevici», que podrían contrarrestar al menos una parte de las pérdidas de uso del transporte público.
Por otra parte, la idea de aumentar también el número de autobuses, metros, tranvías, etc, sería una buena idea, esto permitiría dividir el aforo máximo dentro de cada transporte en otros, por lo que no necesariamente deberían ir llenos estos vehículos, procurando así una mayor seguridad ante la propagación del virus.
Al igual que comenta Juanma que en Badajoz las carreteras se han convertido en una extensión de la acera, en Cádiz se ha cortado el paso del automóvil en todo el paseo marítimo, debido principalmente a que el paseo marítimo en primer lugar no es demasiado ancho y que desde que se permitió salir la mayoría de las personas lo eligieron como ruta para pasear, montar en bicicleta y correr, que si bien no es algo nuevo, ya que siempre en estas fechas esta lleno de personas. Del mismo modo tengo la sensación de que antes el flujo de personas estaba como que mucho más repartido a lo largo del día. Teniendo en cuenta este factor y que el coche prácticamente no se utiliza ahora, ya que muchas personas siguen con teletrabajo, no están abiertos los centros comerciales y demás, pues no tiene ningún sentido que esta vía se utilice para el uso exclusivo del automóvil , a excepción lógicamente de aquellos que no tengan otra opción de pasar por ahí porque tengan el garaje en el paseo y que por lo tanto acojan a este mayor número de personas.
Respecto a lo segundo, pienso que después de la crisis del coronavirus vamos a vivir una especie de transición, no va a volver todo a la normalidad en un abrir y cerrar de ojos, y tampoco la confianza de las personas, yo por mi parte veo normal que la gente se aleje si alguien tose o estornuda sobre todo las personas mayores o a las que más le ha afectado el virus, pero vaya, que va a ser algo pasajero y espero que en muchas ocasiones involuntario. Lo que si me surge una pregunta y es sobre si las personas cambiaremos algunos hábitos, como no ir al cine en horas en las que haya muchas personas o evitar estar en grandes aglomeraciones de gente, llevo pensando un rato y no se me ocurre ninguna respuesta.
Estoy de acuerdo con gran parte de tu comentario, aunque personalmente pienso que a la larga, la prioridad no serán solo los peatones, sino que también lo serán los transportes individuales como las bicicletas. Actualmente, la mayor parte de España nos encontramos en fase 1, con lo que la mayor cantidad de gente sale con el objetivo de pasear o hacer deporte, sin embargo, cuando llegue la nueva normalidad y tengamos que volver a trabajar y estudiar tendremos que desplazarnos a una distancia mayor.
Esto puede significar la vuelta de muchos coches, sin embargo, no veo factible volver a utilizar los transportes públicos como antes del confinamiento, en los que se completaba el aforo en muchos de los viajes. A pesar de que se podría controlar la cantidad poniendo un límite de personas para subir, considero como solución más óptima el uso de las bicicletas.
En Sevilla, cada vez se le ha ido dando más uso, gracias a la construcción de nuevos carriles bici, junto con la iniciativa de varias empresas de colocar bicicletas en diferentes zonas de la ciudad. Sin embargo, también tenemos que ser cautelosos a la hora de utilizarlas, ya que si se normaliza el uso de éstas hay que pensar que necesitaremos más espacio, ya que habrá mas gente y con los carriles actuales, hay bastantes avenidas en las que se haría imposible respetar la distancia de seguridad. Una opción, sería reutilizar parte de la zona reservada para los coches, para así ampliar los carriles bici o de transporte individual.
Con esto quiero llegar a la conclusión de que la ciudad como la conocemos debe cambiar y debe hacerlo inmediatamente si nuestro objetivo es acabar con la pandemia y poder volver a la normalidad. Sin embargo, a la hora de crear nuevos espacios dentro de 5 años, ¿será necesario pensar en este tipo de cuestiones? En mi opinión si lo será, no solo por la posibilidad de que el virus mute o por un rebrote, sino porque el estilo de vida de muchas personas habrá cambiado, y todos tendremos que adaptarnos a estos cambios, como por ejemplo, el modo de desplazarnos por la ciudad.
Tal y como ha dicho mi compañera Dolores, el turismo es clave para la economía del cualquier país y más para el nuestro. El turismo se ha convertido en el sector que más riqueza aporta a la economía española, sobre todo en los meses de verano, en los que millones de personas de diferentes países se trasladan cada año a España atraídos por nuestro clima cálido, las playas y la gastronomía, pero ¿Qué será del turismo este verano?, ¿Qué pasara con todos los negocios que viven durante todo el año de lo que ganan esos meses de máximo turismo?
Pues bien, en mi opinión este año se va a apostar por el turismo local, pero será de recorrido corto, para así ayudar a la economía nacional la cual va a pasar por una gran crisis después la pandemia.
Aun así, seguiremos con muchas condiciones como la distancia social, la cual va a ser difícil de gestionar una vez que podamos salir a la calle sin franjas horarias. Si calles como Gran Vía o la Calle Tetuán en Sevilla ya había un tránsito masivo de personas en el que sería imposible guardar distancia social, ¿cómo se regularizará esta condición de seguridad una vez que podamos salir todos a la calle? a mi parecer la solución dada por mi compañera Patricia, el asignar aceras de un solo sentido, me parece una idea factible, aunque como todo, dependerá de la responsabilidad individual de cada ciudadano.
Al hilo de tu comentario con respecto al turismo, estoy de acuerdo en que el turismo es un sector económico fundamental para la economía española, con lo cual el turismo de sol y playa tal y como lo conocíamos hasta el momento tendrá que adaptarse y tomar medidas adecuadas como ya lo están haciendo para recuperar su actividad. En este periodo vacacional que se avecina, debido fundamentalmente a ese miedo existente por la pandemia, se va a priorizar el turismo rural, sobretodo en pequeñas poblaciones, con grandes espacios abiertos y poca densidad de población donde el contacto con otras personas sea más fácil de evitar. El poder alquilar una casa rural para tu familia o con amigos donde se priorice el contacto con personas que nos garantizan seguridad. Este aspecto, por otro lado, contribuirá al desarrollo económico de la España vaciada. Como bien has dicho, yo también creo que ese crecimiento será más intenso este año, y aunque es un sector que va aumentando su volumen de negocio año tras año, considero que la población volverla a optar por el turismo de sol y playa tan generalizado.
Por otro lado, me gustaría apuntar que esta pandemia ha cambiado nuestro modo de vida y comportamiento social, pero considero que cuando se encuentre una vacuna, volveremos a la forma de vida que llevábamos antes, pero bien es cierto que esta situación nos ha demostrado la necesidad de proyectar edificios que puedan adaptarse a otros usos, como ya comentó Dolores. También nos ha enseñado la necesidad de que los arquitectos debemos estar preparados para cualquier cambio sustancial que se pueda producir en la sociedad. Y con ello adaptarnos a las necesidades que pueda tener la población
En respuesta a los comentarios de mis compañeras Teresa e Irene, coincido con que el Turismo de interior va a ser un factor crucial en la economía de España de ahora en adelante. Ante lo citado quisiera dar mi opinión sobre esto.
Quizás el hecho de que no se pueda volver a unas playas atestadas de gente mejore la situación social de nuestro país. Cada verano durante estos años atrás vemos como en los reportajes de informativos aparecen esos preciosos lugares de costa invadidos por kilómetros y kilómetros de edificios en su mayoría turísticos. Esto ha generado que en la situación actual se pierdan muchos lugares que podrían hacerse notar por su belleza natural, sin embargo, hemos transformado estos espacios hasta convertirlos en algo distópico, implantando edificaciones sin miramiento alguno por el lugar en el que se van a situar. Un ejemplo de esto es la situación de la provincia de Málaga. En ella vemos cientos de kilómetros de costa en la que permanentemente el ser humano se ha establecido, dando lugar a que los espacios entre unas localidades y otras desaparezcan; y tan solo se diferencian por un cartel al margen de la calle en el que se indica que se está entrando a una población diferente. Con esto quiero resaltar que tras la tragedia de esta Pandemia, podemos sacar algo positivo de ella y corregir estos errores tan graves cometidos.
En contraposición con la invasión de segundas residencias costeras, España posee un problema de despoblación rural bastante grave. A pesar de haber aumentado nuestra población de 41,1 a 47 millones entre 2001 y 2019, lo que supone un incremento del aproximadamente 15% , 3 de cada 4 municipios ha perdido población. Estos datos validados por «El Diario Rural» ( http://eldiariorural.es/estas-son-las-dramaticas-cifras-de-la-despoblacion-en-espana/ ), demuestran que quizás podemos trasladar ese turismo de playa a un turismo más interior. De esta manera mejoraríamos la situación de muchas comunidades como Castilla La Mancha o Extremadura en las que se presenta un potencial increíble, y a través de las cuales mejoraríamos tanto la economía del país, como los problemas sociales y las posibles consecuencias futuras del COVID-19.
No sabemos como será el turismo cuando esta pandemia de por finalizada. Problamente este verano sea el más diferente a los conocidos hasta ahora. Queda poco más de un mes para que comience la temporada estival y aún no sabemos cuándo acabará esta situación.
El tan masificado turismo de sol y playa sufrirá grandes consecuencias, ¿quién querría ir a la costa de vacaciones sabiendo que será difícil encontrar en la playa un hueco que respete las medidas de seguridad? ¿Y si además las piscinas de los hoteles y parques acuáticos permanecen cerrados?
Conectando con el comentario de José María, ¿qué ocurriría con las segundas viviendas? Baleares sería una de las gran afectadas si finalmente, el gran número de alemanes que acostumbran a viajar cada verano a su segunda vivienda no pudiesen hacerlo este año.
El turismo extranjero del litoral quedará muy reducido, dando paso a un modelo de turismo nacional.
Por lo citado anteriormente, creo que el turismo rural o de interior podría abrirse paso en detrimento del denominado «de sol y playa».
En las ciudades y pueblos interiores del sur de población media, el principal canal de turismo suele ser el de los habitantes del centro y norte de España que vienen a visitar a sus familiares. Más que por atractivos culturales viajan por motivos afectivos.
Sin embargo, estos espacios rurales permiten multitud de actividades y además, respetando la tan aclamada distancia social. Como ha comentado Irene, el alquiler de una casa rural es uno de los planes que un gran número de personas tienen en mente para este año.
Volviendo a la cuestión anterior, ¿qué pasará ahora con el caso de segundas residencias rurales? ¿Sería esta una oportunidad para poblar la España vaciada?
Tal vez, después del Covid-19 la situación sea totalmente la contraria a la conocida, haciendo que este modelo vacacional perdure; o simplemente, la España despoblada, la interior, siga siendo la gran olvidada.
Como muchos de vosotros decís, el turismo va a sufrir graves consecuencias, y con él todos los sectores que dependen del mismo (hostelería, restaurantes, transporte…). Todo ello, debido a esos aspectos que ya habéis comentado. Es lo que pasa cuando no tratamos de diversificar nuestra economía.
Por su parte, planteáis el escenario de un aumento en el turismo rural, en contraposición a ese turismo masificado de sol y playa. Es cierto que en esas playas que estamos acostumbrados a ver con gran cantidad de gente es muy difícil cumplir con las medidas de distanciamiento indicadas, y frente a eso, parecería lógico que muchos de nosotros optásemos por alquilar una casa rural durante una temporada, en esos pueblos con una densidad de población más baja y donde sí es más fácil seguir estos consejos. Parecería que estuviéramos más seguros, pero esto no tiene por que ser así.
Recordad que no solo nos contagiamos por esas gotitas de agua y esos estornudos, el virus también puede quedarse cierto tiempo en las superficies. ¿A qué quiero llegar con esto? Esas mismas casas rurales que pueden permitirnos cumplir el distanciamiento social no han estado vacías durante el confinamiento. Todas aquellas familias que han tenido la mala suerte de tener a uno de sus miembros infectados han utilizado estas segundas residencias para poder aislarlos. Y si esas viviendas no han sido desinfectadas correctamente, son focos de contagio.
Luego, otro escenario alternativo al que planteáis es del turismo únicamente a lugares que no hayan estado expuestos al virus o prácticamente haya habido muy pocos casos, lugares que por cierto no tiene por qué ser especialmente rurales. ¿Cada vez que alquilemos una vivienda preguntaremos antes si ha estado expuesta al Covid-19? ¿Cómo cambiaría esto al sector turístico? Difícil será la situación que nos espera, pero no por ello hay que desistir, sino prepararnos lo mejor que podamos.
Coincido con Pilar en que el turismo no será única y exclusivamente el rural, si bien este nos permite una mayor facilidad para llevar a cabo algunas medidas como la distancia de seguridad y demás, creo que no tiene ningún sentido haber estado dos meses encerrados en casa sin poder hablar con las personas de forma física, y querer aislarnos aún más con el simple cambio de que es otro lugar. La verdad es que las playas no van a estar accesibles para todos y quien sabe, lo mismo establecen horarios para bajar, que supongo que será lo más lógico. Igualmente creo que dejamos siempre a un lado las playas en las que no suele haber muchas personas, me refiero a las playas que no están dentro de las ciudades, en donde igualmente se pueden alquilar pequeñas casas unifamiliares, siempre con el inconveniente que ha dicho Pilar, pero que de alguna manera nos permiten un menor contacto con personas y al mismo tiempo nos permite disfrutar de la playa donde si nos podemos relacionar de otra forma. Entonces creo que la clave para el turismo está en «saber repartir el pastel», es decir, poner restricciones que permitan que las personas puedan disfrutar de la playa ya bien sean residentes o turistas pero durante un periodo de tiempo, al fin y al cabo lo único que se necesita para llevar a cabo esto es empatía y solidaridad, dos características que a mi opinión, están faltando en las fases de la escalada, en donde parece que hay algunas personas que prefieren tirar por la borda todo el sacrificio y el esfuerzo de dos meses, por pasear más de lo debido o por diferencias póliticas, supongo que nunca dejaremos de sorprendernos.
Pienso que las urbes no serán igual que despues del virus, a mi modo de verlo tampoco debería serlo . En muchos lugares, la sanidad ha sido ineficaz además de que nuestras ciudades fueron planificadas para dar respuesta a otro momento muy diferente al actual, y además éste ha favoreciendo el contagio masivo.
El resultado es que se ha cortado radicalmente las interacciones sociales y por tanto, el cese del dinamismo social. Este hecho creo que puede producir una amenaza importante a corto y largo plazo. Por ello, no queda más remedio que adaptar el diseño y la planificación urbana para combatir este nuevo virus, que ha venido para quedarse.
Diseñar y planificar de nuevo para dar respuesta a esta nueva situación será fundamental. La falta de hospitales ha llevado a la adaptación rápida de centros que fueron diseñados para un uso y que ahora han satisfecho las necesidades actuales para dar respuesta. Por lo que he leído Italia, planea la construcción de nodos para dar respuesta a una nueva situación y dar repuesta ya que el país también se vio superado por la necesidad de atención sanitaria.
La verdad es que me pregunto, que hubiera pasado, si no hubiéramos tenidos espacios proyectados como Ifema y otros. ¿Como hubiera sido todo sin ellos? Si no teníamos más hospitales y estaban desbordados. ¿ Como habría sido esa respuesta?
Tenemos que tener claro que no podemos diseñar solo para una única función, tenemos que diseñar espacios urbanos que sean útiles para situaciones como lo ocurrido, y en estos los arquitectos tenemos mucho que ver y asumir este nueva forma de proyectar.
Ahora las áreas urbanas deben tener en cuenta una estrategia de prevención y logicamente un plan de respuesta ante un nuevo rebrote. Es decir, al igual que los edificios existen planes antes situaciones de incendios y etc…, No deberíamos tener también planes para pandemias en nuestras ciudades?
Creo que existe un largo recorrido y esfuerzo para cambiar las necesidades técnicas y normativa para adaptar a la nueva planificación urbana actual. Hay mucho trabajo por delante, en el que cómo mencionan mis compañeros, habrá que establecer como se van a planificar esos desplazamientos en aceras y calles cómo calle Tetuán( quizas el sentido único cómo proponeis seria una posible solución). Lo que está claro que tanto arquitectos, entidades públicas, etc… Deberán unir fuerzas para diseñar espacios públicos y privados que puedan dar respuesta más rápida ante un nueva pandemia.
Estoy de acuerdo contigo. Parece mentira que, prácticamente cada 100 años, haya una pandemia a nivel mundial, y no se hayan tomado medidas frente a ellas. Creo que en estos casos, el papel protagonista lo toma la arquitectura efímera. Con esto quiero llegar, a que la solución a estos problemas de colapso en los hospitales, no se arreglan con la edificación de nuevos hospitales, sino que bastaría con tener un programa que fuera capaz de modificar en pocos días centros como el de IFEMA en hospitales, ya que esos hospitales que se hubiesen construido de forma permanente, solo sería de utilidad cuando haya una crisis sanitaria como la que hay ahora, y provocarían una pérdida de capital.
En mi opinión, la solución que Jesús propone es una de las más asequibles en cuanto a la funcionalidad de distintos espacios. A la hora de proyectar debemos tener en cuenta todos los posibles obstáculos o dificultades que se puedan llegar a producir, para así, poder establecer medidas cuando se produzcan crisis de este tipo. Está claro que, si no se hubiese podido acceder al uso de estos hospitales provisionales, se habrían multiplicado los contagios y eso perjudicaría tanto a la población como a todos los sectores y sobre todo a la economía.
A partir de ahora, el trabajo de los arquitectos será fundamental, no solo en cuanto a la construcción o planificación de hospitales, sino también a la hora de diseñar las calles, avenidas o viviendas. A largo plazo, no solo tendremos qe tener en cuenta la medidas que hay que tomar con este virus, sino que hay que pensar que también nos enfrentaremos a otros distintos, y que como dice Félix habrá que unir fuerzas para diseñar y proyectar ciudades que abarquen el mayor número de problemas posibles que puedan llegar suceder.
Creo que ha sido una buena reflexión y la cual comparto, en el plan general de ordenación urbana de las ciudades deberían preverse la ubicación de espacios de amplios pabellones multiusos, a fin de dar cobertura a las necesidades de cada momento. Pienso que deberíamos de aprender de la experiencia vivida actualmente, como por ejemplo ha ocurrido en el hospital improvisado en el pabellón IFEMA.
Además, hemos visto la necesidad de ampliar la extensión de zonas verdes, como pulmón de las ciudades, sabiendo que la contaminación favorece la propagación del virus.
Con respecto a las calles unidireccionales, en primer lugar para conseguir este objetivo, se debería de fomentar la peatonalización de las calles y posteriormente, realizar su correspondiente señalización del sentido de la marcha peatonal.
En relación a la pregunta sobre si el uso de la bicicleta se va a convertir en una herramienta clave en las ciudades me gustaría lanzar las siguientes hipótesis. Como hemos podido comprobar durante estos dos meses de confinamiento, el nivel de C02 de nuestro planeta se ha reducido, sin embargo esta pandemia no ha generado solo hábitos buenos sobre la naturaleza; se ha producido una gran ola de calor, con temperaturas de hasta 20º en zonas muy poco comunes como es el caso del Ártico, provocando así el cierre del agujero de ozono, inédito por su tamaño y duración, aunque los científicos estiman que se volverá a abrir. El echo de no poder salir a la calle, está provocando grandes cambios en la naturaleza y nos está concienciando de lo importante que es tener este tema en cuenta.
Según los datos recogidos durante estos últimos días, la mayoría de la población que ha salido a la calle para practicar deporte lo ha hecho utilizando la bicicleta. Esto está haciendo que el gobierno se plantee la implantación (o la expansión en el caso de que ya existan) de los famosos carriles bici.
Son un medio de transporte que está cobrando una gran importancia en las ciudades con el fin de reducir tanto el uso de automóviles como largas distancias a pie.
A la hora de crear el recorrido que desarrollará el carril bici hay que tener en cuenta la planificación urbana a la que está sometida esa ciudad, teniendo en cuenta que no cualquier tramo de calle es válido para añadirlo al recorrido. Además es imposible llevar a cabo un mismo proyecto en más de una ciudad, ya que cada una tiene su propia geometría y personalidad.
Imaginemos esas ciudades, con centros históricos donde las calles son sumamente estrechas, o esas grandes zonas, que implican un desmesurado recorrido en bicicleta para llegar a su destino ¿sería recomendable la implantación de este carril?
Desde mi punto de vista creo que no, ya que supondría un enorme derroche de dinero que acabaría con un carril en desuso, o transitado de vez en cuando por algún ciudadano.
Con respecto a tu aportación, considero que llevas razón, sin embargo, a mi me gustaría hacer hincapié en aquellos pueblos o pequeños poblados situados en la sierra o en zonas de altibajos territoriales en toda su composición. Con ello me quiero referir a ejemplos como Vejer de la Frontera, Grazalema o Medina Sidonia, pueblos donde garantizo, es muy complicado la implantación de un carril bici o incluso la utilización de algún tipo de transporte. Hablo de estos lugares debido a que soy de Jerez de la Frontera y son pueblos a no más de media o una hora de aquí pero por supuesto, incluyo todos los existentes por toda España, Europa e incluso mundialmente.
Bajo mi punto de vista, la utilización de la bicicleta es una de las mejores ideas para la «nueva normalidad» a la que se pretende llegar, como has dicho, no solo es beneficioso para el medio ambiente sino que también fomenta la actividad física dejando al margen el uso abusivo del transporte así como una movilidad más eficaz y activa.
Retomando el pensamiento anterior, estos pueblos tienen calles tan estrechas que es difícil hasta el paso de un coche por lo que ¿cómo podemos implantar en dichas calles un carril bici, o simplemente el paso de la bicicleta?, ¿cómo podemos cumplir las medidas de seguridad exigidas?. Para mí, es algo bastante complejo y complicado para su absoluto cumplimiento, tendríamos que restaurar o modificar pueblos históricos, que viven de la memoria, calles, plazas, etc… y no considero que sea la mejor opción.
Sin embargo, de todo lo malo se aprende, hemos tenido que llegar a estos límites para darnos cuenta de la importancia a la hora de planificar una ciudad, una avenida, o incluso el callejón de detrás de nuestras casas. Creo que al igual que estos dos meses de confinamiento han determinado un parón mundial en todos los aspectos, también considero que ha servido como reflexión o cambio de vista con respecto a los proyectistas y urbanistas. Una vez vivido en nuestras carnes la situación, sabemos que queremos en nuestras casas y qué no, tenemos miedo a ir a menos de un metro de otras personas mientras paseamos debido a la estrechez de la calle, no en todos sitios tenemos la facilidad de utilizar una bicicleta o un patín debido a la inexistencia de un carril que permita realizarlo, etc… En conclusión, ahora que nos hemos dando cuenta, ¿cuál es el grado de limitación que nos puede cohibir una ciudad? ¿tan importante es la forma de hacer nuestras ciudades?
Como bien has dicho, y estoy totalmente de acuerdo contigo, existe un gran porcentaje de pueblos con calles sumamente estrechas, que cuentan con una sola dirección donde las aceras no superan los 50 cm, incluyendo en estas dimensiones el rodapie amarillo que prohíbe el estacionamiento.
Sin embargo, el drástico cambio de mentalidad que ha generado esta situación respecto al uso de la bicicleta creo que no es necesario llevarlo a extremos como el echo de plantearse la remodelación de la planificación de ciudades y/o pueblos. Si creemos que la implantación del carril bici va a ser la solución estamos muy equivocados, ya que lo que reina en estos momentos en las calles es el miedo a la proximidad entre ciudadanos y como bien sabemos, estos carriles no destacan por sus amplias dimensiones.
A pesar de las inmensas ganas de salir a la calle, de esas situaciones orgánicas que se generan en ellas, de interactuar, de los deseados reencuentros entre familiares y amigos e innumerables acontecimientos más, la sensación de seguridad plena solo se consigue en nuestras viviendas. Estas han desarrollado un papel crucial, adoptando el roll de oficina, universidad, sala de cine,… donde hemos pasado las 24 horas del día, pero, si tenemos que destacar una zona de la casa que ha triunfado en las viviendas que cuentan con la suerte de disponer de una de ellas, esas son las terrazas. Se trata de un espacio que nos ha permitido tener contacto directo con el exterior, sin la necesidad de salir a la calle e incumplir las normas e incluso hemos interactuado con nuestros vecinos.
Por desgracia, existen casas que no cuentan con esta gran ventaja, ya sea por gusto del cliente o del arquitecto o por necesidad a la hora de elegir ¿en que se empleaban los metros cuadrados ?, ¿en una terraza o en ampliar alguna zona de la casa?. Es por eso que creo que las terrazas deberían ser obligatorias a la hora de proyectar, ya que son igual de importantes que los caudales de ventilación, la elección de materiales, el estudio de soleamiento, ….
El Coronavirus, evidentemente, ha hecho que, prácticamente, el mundo en su totalidad haya tomado medidas al respecto. España es un país, que sin turismo su economía no progresa, son muchos los bares, hoteles, apartamentos turísticos, etc, que van a dar el cierre por mucho tiempo, ya que no va a haber movimiento del turismo hasta que toda esta crisis haya acabado. Es aquí donde se deberían tomar medidas, para que España no fuese un país que solo aporta buen clima y buena gastronomía a los países que nos sustentan. Es hora de dejar de abrir tantos hoteles y apartamentos turísticos y empezar a cultivar una economía que no dependa de las grandes potencias europeas.
Por otro lado, muchas calles van a ser peatonalizadas diferentes días de la semana, para poder cumplir el distanciamiento social. Muchas avenidas por las que antes circulaban gran cantidad de coches y autobuses, ahora van a ser peatonales, como la avenida de la cruza roja en Sevilla. Todo esto va a hacer que la circulación del transporte cambie en su totalidad, haciendo que muchas zonas pierdan conectividad y a su vez la población tenga que desplazarse por diferentes zonas, cambiando las áreas de influencia.
Al igual que Miryam estoy de acuerdo en que en estas fases de desconfinamiento el numero de autobuses urbanos e interurbanos deberían aumentar, pues hay muchísimas personas que no pueden prescindir de este medio de transporte. La disminución del aforo por medidas de seguridad conllevara a una ralentización del tráfico del transporte público de la ciudad, pues bien, ¿Cuántos autobuses estamos dispuestos a esperar hasta que llegue uno con el aforo no completo?
Respondiendo a la pregunta de Antonio si que creo que el uso de vehículos particulares aumentara a raíz de la pandemia, pero como ha comentado miryam una buena solución seria ampliar las aceras adicionando las calzadas como avenidas peatonales, para así poder cumplir con las medidas del gobierno, como puede ser la distancia social. Por las calzadas también estarían permitidos el paso del transporte público intensificado y del uso puntual del automóvil, esto no solo seria una solución para el cumplimiento efectivo de las medidas de seguridad de la pandemia, sino que también contribuiríamos con el medio ambiente.
El estado de confinamiento que hemos vivido ha conllevado a la paralización de algunas de las actividades mas contaminantes dejándonos con unas imágenes que reflejan los beneficios ambientales que esta situación ha provocado. Para la intensificación del transporte público y la limitación de la entrada de los coches particulares a las ciudades se debe mejorar las conexiones entre los municipios y las ciudades y los espacios interurbanos, se debe de intensificar el numero de autobuses , metros, etc.. y con ello aumentar sus horarios. Con estas mejoras se incitaría a los ciudadanos a aumentar el uso de transporte público lo que, no solo contribuiría a las medidas de seguridad como la distancia social, aunque suene contradictorio, sino que también contribuiría con el medio ambiente, e incluso podría ser un proyecto que permaneciera en el tiempo y que podría concienciar a mucha gente sobre la contaminación y el cambio climático.
Respecto a las relaciones interpersonales, el contacto físico no solo es una necesidad biológica, sino que también es parte de nuestro lenguaje. La piel es nuestro órgano sensorial mas extenso, el tacto, por su parte es el primer sentido que adquirimos junto con el olfato. Los seres humanos necesitamos de ese tipo de contacto para encontrar un equilibrio emocional. Por lo tanto, pienso que el cambio en las relaciones interpersonales de la sociedad es algo temporal, creo que todos hemos vivido esas situaciones incomodas al salir a la calle tras el confinamiento, las miradas de la gente, el hablar con algún familiar a 2 metros de distancia, esas medidas de seguridad en los establecimientos (mascarilla obligatoria, aplicar gel desinfectante obligatorio antes de entrar, el uso obligatorio de guantes, etc..) que son necesarias, pero impresionan y asustan. Pero estas medidas no se van a quedar en el tiempo, cuando ya llevemos meses sin el virus o la aparición de la vacuna volveremos al contacto físico de siempre y las relaciones interpersonales volverán a la normalidad.
No lo quería comentar aqui, perdón.
Comparto contigo la idea de que es hora de que se reduzca una economía turística sustentada por otros países como bien has comentado, debemos aprovechar esta situación para fomentar el turismo a nivel nacional y sobre todo el turismo de interior. Año tras año se repite la historia de vecinos de localidades costeras, en su mayoría pertenecientes a Cataluña y Baleares, en las que se manifiestan en televisión y otros medios de comunicación criticando la difícil situación, debido a los comportamientos inadecuados de jóvenes extranjeros atraídos por el famoso «turismo de borrachera» del que tanto hemos oído hablar. El COVID-19 puede permitirnos transformar situaciones como esta, en la que se impone el beneficio monetario por encima de la propia población. No estoy hablando de un cierre total de turismo, algo que es inviable para un país como el nuestro en el que este sector representa el 12% del PIB y el 13% del empleo nacional reflejado por la editorial «ELPAÍS» ( https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/12/23/companias/1577113873_775760.html ), sino fomentar una forma de viaje en la cual se beneficie la población interior, y sobre todo evitar la perdida de municipios que están desapareciendo debido al éxodo rural.
De esta manera el turismo concentrado en el cinturón costero de la Península se disiparía a lo largo de todo el país, logrando conseguir unas densidades de población mucho más estables y regulares.
Compaginar esta situación de población de baja densidad puede ser factible debido a las ideas que he propuesto y desarrollado en otros comentarios y que aquí reitero. Fomentar el uso de la bicicleta en la medida de lo posible y del transporte público, al incrementarse el número de personas que utilizan este medio de transporte, se obtiene una menor densidad de personas en los autobuses, logrando así compaginarlo con esta situación crítica que vivimos y de próximas que puedan venir en un futuro.
El «turismo de borrachera», es la única «categoría» de los turismos, la cual no aporta nada a una ciudad. Es un turismo que lo único que aporta a la ciudad es una mala imagen de ella, y no aporta nada a los pequeños comercios de la ciudad. Este turismo no busca conocer la ciudad, ni pasar un temporada tranquila en una ciudad nueva, sino salir todo el día de fiesta. En esta parte es donde se le da importancia al alojamiento que van a elegir, si no vamos a pasar tiempo en el alojamiento porque vamos a salir todo el día de fiesta, porque van a pagar un hotel, que es más caro. Aquí entran en juego los apartamentos turísticos, de los cuales, la mayoría son ilegales y es donde se aloja este turismo.
Estos apartamentos, son residencias, reconvertidas en apartamentos, y como ya he dicho antes, en su gran mayoría no están dados de alta, por lo que el dueño no paga impuestos. Muchos inquilinos del centro de las ciudades, se están viendo forzados a marcharse, ya que están subiendo el precio del alquiler para convertirlo en un apartamento turístico. Estos apartamentos al no estar supervisados por nadie, ¿quién se va a enterar de lo que se hace dentro?, por ello donde caben 4 terminan por dormir 13 personas.
En Sevilla, son muchos las comunidades de vecinos, quienes se quejan de que el centro de Sevilla, va a dejar de ser de los sevillanos. Cada vez más hay mas hoteles y apartamentos turísticos en el centro. Evidentemente esto no pasa solo en Sevilla, sino en el resto del país.
Comparto contigo la idea de que las partes más emblemáticas de las ciudades se están desgajando de los propios habitantes, algo que claramente suma a la balanza de los inconvenientes del turismo en masa que tanto hemos mencionado. Quizás, tal y cómo expones al principio, el problema del precio del alquiler que tanto nos afecta, sobre todo en esta etapa en la que una mayoría vivimos en pisos de estudiantes, viene precedido de acontecimientos como este, originando una situación insostenible para la ciudadanía.
A través de esta limitación de la vida pública en la que nos vemos sumergidos debido al COVID-19, podríamos mejorar, pero sobre todo prevenir el aumento de este tipo de eventos. Queda más que claro que la belleza de un lugar no solo se rige por los edificios que hay en él; las personas y la interrelación de las mismas es lo que de verdad da cabida a su atractivo. Parte de dicha gracia que presenta Andalucía, y más especialmente Sevilla, es debido al valor que se otorga a la vida pública y a la manera de relacionarse. Ante nuestros ojos está la posibilidad de cambiar favoreciendo una forma de turismo más «sana» a través de medidas como la regulación del número de hoteles en una zona o con leyes más estrictas en contra de esos anteriormente mencionados «pisos ilegales», aprovechando para una vuelta a la normalidad desde un punto de vista diferente. El urbanismo no solo se encarga de la disposición de los edificios en la ciudad entre otras muchas disciplinas, sino también de como dicha estructura afecta a las personas y a su modo de vida, por eso debemos ser precavidos y conscientes del poder social y moral del que disponemos, tanto como personas como arquitectos, y utilizar ese conocimiento para el beneficio de todos. «Un lugar se mide por el valor de las personas que hay en él» y eso es algo que debemos tenerlo muy en cuenta.
Entiendo tu punto de vista sobre el futuro de las calles y los sistemas de transporte, pero discrepo sobre tu visión del futuro de España. Si bien estoy de acuerdo en que España debe recurrir a otro tipo de economía que la independice de las grandes ciudades de Europa, también creo que sería poco precavido abandonar el turismo, que tanto aporta al país y que tanto hemos desarrollado en los últimos tiempos. Creo que se debería avanzar sobre un turismo más seguro y ser uno de los primeros países en poder garantizar la seguridad de las personas que lo visitan. Mientras antes desarrollemos las técnicas y diseñemos los espacios públicos para la visita de turistas con las nuevas medidas de seguridad, antes podrán venir y menos competencia tendremos con respecto a otros países que no cumplan las medidas necesarias.
Para dar respuesta a la primera pregunta que se nos plantea, en mi opinión la bicicleta no es la solución para afrontar el problema del desplazamiento del ciudadano de la casa al trabajo y viceversa, ya que la mayoría de las ciudades no dan servicio con el carril bici a todo el recorrido, por lo que no pueden llegar a todos los sitios que se desean, sino invaden la carretera, lo que es peligroso, o las aceras, que ahora son tan demandadas por el peatón para preservar la distancia mínima requerida.
Aparte, los que viven relativamente cerca de su puesta de trabajo si lo pueden llevar a cabo, pero los que viven a las afueras o en otras localidades no lo veo rentable ya que sería mucha distancia para recorrer diariamente y mucho tiempo invertido en ella, y vivimos en un periodo que se nos hace prácticamente impensable «perder» tiempo en desplazarnos. Como decía un compañero, se nos han facilitado mucho las cosas al introducir el vehículo en nuestro día a día para todo (ir al trabajo, ir a hacer la compra,…) y aparte la ciudad está diseñada para ello, por eso alrededor de las ciudades, de los núcleos industriales, se realizaron las ciudades dormitorios.
En los centros de las ciudades para desplazarnos de un sitio a otro si veo lógico el uso de la bicicleta o el ir andando, porque las distancias son menores y pueden ser solventadas. Por ejemplo, en Pamplona, mi ciudad, todo el casco antiguo se ha hecho peatonal y se a cerrado al tráfico, solo pueden entrar los vehículos de los residentes, los automóviles de reparto o el transporte público. Este hecho a propiciado un uso menor del transporte privado y a convertido el centro en una gran zona peatonal que se agradece, ya que por esas estrechas calles no tendría otra solución para amainar el problema del vehículo.
No creo que sea aplicable el delimitar nuevos carriles bici y prescindir lo máximo posible del trasporte, en todos los contextos o tipos de ciudad, lo primero porque no todas las ciudades están preparadas para llevar a cabo dicho cambio, no todas las ciudades están evolucionadas o con el pensamiento de recorrer distancias en bici, no en todas las ciudades se puede, es lo mismo en una ciudad pequeña que New York.
En el caso de que se instaurase un modelo de transporte alrededor de la bicicleta, que tiene su parte buena como todo, (no contamina, te alejas del sedentarismo, observas más tu alrededor ya que no vas a gran velocidad,…), bajo mi punto de vista todo el mundo quería vivir lo más cercano al trabajo y del ocio para su comodidad, por lo que empezaría a desaparecer las ciudades dormitorio o la periferia de la ciudad o se conservaría en el caso de que las personas pudiesen realizar su trabajo desde su propia vivienda.
Me sumo a tu intervención ya que hay varios puntos que has mencionado y que comparto en cuanto a opinión nos referimos.
En primer lugar, es importante destacar el gran crecimiento en cuanto a importancia ha tenido el uso de la bicicleta como medio de transporte. Es decir, actualmente las ciudades se valoran por la conectividad a nivel de transporte que existe y donde la longitud de carril bici disponible juega un gran protagonismo. No podemos negar tampoco los grandes beneficios que nos aporta a nivel de salud el hecho de hacer deporte, y en este caso el movernos con la bicicleta para así evitar el sedentarismo que también se ha hecho mención en otros comentarios. Por otro lado, a nivel mundial la contaminación se reduciría con creces y podríamos frenar el calentamiento global, otro tema actual que causa debates y diversas opiniones entre los ciudadanos.
Sin embargo, comparto con mi compañera Noemí que el sustituir los coches por bicicletas tampoco creo que sea la solución correcta y fructífera a largo plazo. Esta solución que se plantea en la entrada del blog puede formar parte de una serie de medidas, pero no creo que sea la única a implantar. Y también es importante que quede claro que unas medidas no pueden aplicarse a todas las ciudades por igual: cada una de ellas se ha desarrollado urbanísticamente a lo largo de la historia en función del territorio a nivel de localización, es decir, si era un lugar rocoso, de costa…, en función de las diferentes culturas que se han ido asentando con el paso del tiempo… Entonces, cada ciudad presenta unas características que la hacen única y es por esta razón por la que no podremos aplicar la solución de la bicicleta a todos los tipos de urbes.
Yo, personalmente, he utilizado la bicicleta como medio de transporte para ir al instituto, al polideportivo, al conservatorio… Pero claro, todos estos lugares estaban en mi pueblo lo que hace que la distancia entre mi vivienda y esos sitios son cortos, relativamente. Mi único fin cuando iba en bicicleta era hacer un poco de deporte y además pues llegaba antes a los sitios que, si iba andando, por ejemplo. Sin embargo, antes del confinamiento que tenía que desplazarme todos los días a la universidad desde mi pueblo pues me era imposible ir en bicicleta y tuve que cambiarlo por el autobús. Este cambio en mi manera de desplazarme a los sitios que condiciona mi horario y mi rutina al tener que adaptarme a los horarios del transporte público, responde claramente que el implantar la bicicleta como solución no es posible porque ¿cuánto tardaría yo en llegar a Reina Mercedes en bicicleta?
Por último, también hay que pensar en el mundo automovilístico ya que sufrirían grandes pérdidas económicas si el coche se sustituye por la bicicleta así de “repente”. La posible solución que planteo es equilibrar el uso del automóvil para que la bicicleta fuera cogiendo protagonismo pero que le diera tiempo al mercado del automóvil adaptarse y producir coches que no contaminaran tanto como los actuales, pero que tampoco se viera muy incrementado el precio. De esta manera, la ciudad sufriría ciertos cambios para que la red de carriles bicis respondiera a todas las exigencias que los ciudadanos necesitan -ya que si todos vamos en bicicleta, los famosos atascos que se produce con los coches con varios carriles, no me imagino con un único carril donde habría que configurar el tránsito de bicis para que los viandantes puedan cruzar las calles- pero las autopistas y carreteras podrían conservarse para no eliminar la conectividad entre provincias que tanto nos ha costado conseguir.
Coincido con mis compañeras Noemí y Lola con el hecho de que el uso de la bicicleta en estos tiempos se esta volviendo crucial para ir de un lugar a otro. Esto tiene múltiples ventajas como el incremento de la salud de la población en general, la reducción de contaminación, y otro punto no mencionado: la cantidad de recursos invertidos.
A la hora de construir una carretera para vehículos a motor, la inversión tanto de capital como de materiales es enorme, lo que por un lado puede ser una ventaja el implantar carriles bici en lugar de carreteras. Pero como ha dicho mi compañera Lola, y comparto mi opinión con la suya, el capital que mueve la industria automovilística es muy grande, y debido a la crisis en la que nos vemos sumergidos no haría sino empeorar aún más la situación actual. Tal y como refleja la revista Forbes ( https://forbes.es/empresas/51248/las-cifras-de-la-automocion-en-espana/ ), este sector compone el 10% del PIB español, y otorga trabajo a un 9% de la población nacional. Sin duda alguna, el reducir dicha producción sería fatídico tanto para el sector industrial como para la economía nacional.
Sin embargo, una posible propuesta sería el destinar un pequeño porcentaje de esa producción industrial al diseño y desarrollo de bicicletas, otorgando una subvención por parte del Estado. El dinero proviene del ahorro en el mantenimiento de los carriles bici dada su sencillez, de esta manera la industria no se vería afectada y se mejoraría la situación a la hora del desplazamiento en las ciudades.
Con respecto al transporte público, es cierto que la situación parece disponer a este medio de transporte como algo inservible, pero con las debidas medidas y precauciones, la gente que vive en los alrededores de su trabajo estarían obligados al uso de la bicicleta, tanto moral como legislativamente, para dar paso a un transporte público mucho más fluido y con menor afluencia de pasajeros.
Debido a estas medidas, el transporte del vehículo privado se vería reducido a casos particulares en los que dada la localización de origen es imposible el uso tanto del autobús como el de la bicicleta. De esta manera se otorga a dicho vehículo una finalidad que difiere con la actual, el desplazamiento entre localidades y emergencias, y mediante la cual puede existir una cohesión entre economía, bienestar, y medio ambiente, todo ello en beneficio de las personas.
Ahora con la situación que se esta viviendo de la pandemia del COVID-19, se están replanteando muchas cosas acerca de como vivíamos la ciudad.Como se ha comentado, y ya que lo hemos trabajado, el documental «La escala humana» de Jan Gehl, las ciudades se han proyectado y realizado en torno al vehículo, con grandes carreteras, dándoles prioridad. Actualmente, al no poder desplazarte a grandes distancias, no necesitas el coche, y al solo poder salir a dar paseos, en bicicleta o andando, vemos necesario el tener aceras más grandes, para poder pasear manteniendo la distancia, plazas o zonas verdes donde poder respirar y aliviarnos de estar entre cuatro paredes.
Con esto que ha pasado veo muy necesario el espacio verde dentro de una ciudad. El tiempo que hemos pasado observando la ciudad desde la ventana a otros edificios, me ha hecho reflexionar y llegar a la conclusión que se necesitan espacios libres dentro de una ciudad para oxigenarla.
Por mi parte, yo creo que durante el confinamiento nos hemos dado cuenta de la importancia de una parte muy olvidada de la construcción, como son las terrazas y balcones de nuestras propias viviendas, las cuales pueden permitirnos disfrutar de la calle sin estar en ella o darnos una cierta sensación de libertad y amplitud.
También, considero que las familias van a optar por comprar viviendas independientes, es decir, que no sean un bloque comunitario. Hemos visto en numerosos informativos disputas entre los vecinos de comunidades de pisos, los cuales tienen miedo de verse contagiados por el uso de las zonas comunes. Por lo tanto, las personas preferirán habitar en casas, las cuales tengan jardines y espacios al aire libre de uso privativos para que, tanto los mayores como los niños puedan disfrutar del aire exterior.
Por una parte, considero que durante los años proximos puede que se haga realidad la voluntad de comprar viviendas independientes como comenta Inés, sin embargo, con el paso del tiempo pienso que está preferencia se anulará debido a que varios aspectos.
En primer lugar, el precio de estas viviendas es mayor que el de vivir en un bloque comunitario y hay muchas personas que no podrán permitirselo.
Además, en la mayoría de las ciudades existe una gran limitación territorial, lo dificulta que se puedan construir vivendas unifamilares para tanta población, de hecho, ésta es una de la principales razones por las que las ciudades han ido evolucionando en altura.
Por último, quiero indicar que no estoy en contra de darle importancia a esa parte que Inés determinaba como lo olvidado de la construcción, como terrazas o balcones.Creo que hay que potenciarlas al igual que los espacios verdes de la ciudad. Una muy buena solución a esto, se puede obtener en el documental que trabajamos, en el que vimos como carreteras que no se utilizaban se transfromaban en zonas comunes o zonas verdes. En cuanto a potenciar estas áreas olvidadas, no tengo aún la respuesta de como se podría realizar, aparte de tenerlos en cuenta a la hora de proyectar nuevos edificios.
Ayer estuve leyendo unos artículos interesantes y uno me llamo la atención ya que arrojaba una relación directa del Covid19 y su proliferación con los países con problemas en su infraestructura digital, es decir, relacionaban a países con más casos de Coronavirus a déficit en su estructura digital. Parece que se ha vuelto más importante los datos que producimos las personas a la hora de movernos por las ciudades , de modo que puedan evaluar nuestros comportamientos y por tanto predecir la difusión del virus, de tal modo que se pueda minimizar su impacto y actuar con mucha eficiencia y rapidez.
El nuevo destino del pos-coronavirus para el diseño urbano debería unir los datos que ofrecen nuestros dispositivos al sistema de información territorial, pero para ello se debe entonces digitalizar la mayoría de los países.
Por ejemplo Italia, es unos de esos países que está pagando un precio alto por no disponer esa infraestructura digital, parece ser que está obsoleta. Una red que ofrece acceso a sitios web o reproducción de vídeos no es suficiente, hay muchos países que analizan a las personas en las ciudades sus desplazamientos, con quién se relacionan, que tiempo de exposición han tenido con esas personas, con quién se han cruzado en sus recorridos, cuántas personas había en determinados momentos, cuales son su hábitos y recorridos, todos estos parámetros ofrecen una cartografía digital muy potente para hacer frente a esta pandemia a través de la tecnología ya que hasta que no llegue una vacuna, se cree que la tecnología podría ser la única herramienta para combatirlo.
Dicen los expertos que la falta de esos países en dar el salto a la digitalización de las ciudades y las personas harán que sean más vulnerables ante este nuevo virus y otros. Compartir información, crear aplicaciones avanzadas y herramientas que fomenten el bien público, será el verdadero éxito, ya que si no hay una respuesta coordinada ya sea un mismo país u otros, pondrá en relieve las limitaciones del sistema y nos hará vulnerables. Las consideraciones más importantes de esta pandemia es que tenemos que dar un salto en nuestra visión particular de diseñar y planificar nuestras ciudades de manera mucho más compleja, colaborativa e interdisciplinar. Creo que está nueva situación vivida hemos podido ver qué podemos pensar y sentir colectivamente, y por ello estoy convencido que tras esta tragedia vivida todos podemos repensar cuál va a ser nuestro futuro en las ciudades. Muchos de las cuestiones que planteáis en el foro, de posibles soluciones de movilidad en bicicleta o de tránsito peatonal con limitaciones, junto con toda esa información de las ciudades digitalizadas nos podrían ofrecer herramientas muy potentes para poder diseñar y planificar en función de esos parámetros tan importantes y complejos. No sé qué os parece, esta nueva perspectiva , si estáis de acuerdo o no. Pero me parecía interesante ponerlo sobre la mesa …
¿Replantearnos nuestras ciudades?
Si investigamos un poco, fácilmente encontraremos que no sería la primera vez que una enfermedad nos hace replantearnos nuestros edificios y con ello nuestras ciudades, se hizo en París en 1800 y en Londres por causa de la epidemia de cólera de 1954.
A mi parecer, para cambiar el estilo de vida en una ciudad, algo tan enorme, se debería comenzar desde algo más pequeño y origen de nuestras ciudades, nuestros hogares. En este tiempo que estamos viviendo hemos podido comprobar que lo que más extrañamos es la luz y el contacto con el exterior, estar tan a gusto en nuestras casas como lo estábamos en la calle relacionándonos con otras personas, en ocasiones, tener nuestro propio espacio; todo esto se nos prohibió de un día para otro, sin estar preparados.
Todo nuestro hogar ha tenido que cambiar y nuestra forma de ver sus diferentes espacios. Esos balcones, patios, terrazas, incluso en los pequeños pisos, en los cuales la zona más parecida al exterior son las azoteas comunes, esas que solo se utilizaban para tender la ropa entre diversos aparatos de aire acondicionado; zonas en las que antes simplemente parábamos de pasada se han convertido en una zona importante de nuestros hogares, una vía de escape, una forma de sentirte en el exterior sin estarlo.
Tras todos estos cambios que estamos viviendo, las casas tendrán que tener una mayor relación espacio interior-exterior, los pequeños lugares que antes no apreciábamos poco a poco irán tomando mayor importancia como un espacio al aire libre en el que poder relajarte, sentirte a gusto y poder respirar sin una mascarilla.
El confinamiento nos ha abierto los ojos a muchos, estar casi dos meses encerrados nos ha dado la posibilidad de poder pasar mas tiempo con nuestras familias, a reflexionar sobre diferentes cuestiones y de poder valores aquellas pequeñas cosas que antes no hacíamos; el poder hacer una escapada al campo, respirar aire puro sin mascarilla y sobre todo abrazar y besar a nuestros amigos y familiares.
Pero a parte de todo eso, nosotros como estudiantes de arquitectura nos hemos parado a reflexionar sobre la funcionalidad de las habitaciones de nuestras casas. Esta claro que la mayoría de las viviendas no estaban preparadas para este tipo de situaciones, hemos podido ver residencias sin ventanas en los baños, sin balcones ni patios y viviendas en las que la luz natural incidía pocas horas al día. Como comentaba una compañera algunas habitaciones se han convertido en gimnasios, otras en estudio de música y como en mi caso azotea como zona de picnic, el no tener jardín ha hecho que la azotea sea mi escapada para poder estar en el exterior y sentir los rayos directos del sol.
Esta claro que tras el confinamiento va a haber un antes y un después en la manera de proyectar las viviendas, pues bien, muchas personas tras haber estado encerrados durante todo este tiempo van a valorar mucho mas que las viviendas tengan balcones, jardines y buena iluminación a la hora de comprar o alquilar sus futuras residencias. Por otro lado, los arquitectos al proyectar estancias de una vivienda no deben de focalizarlas como unifuncionales, sino que deben pensar de en ella como una habitación que puede cambiar con el tiempo, o que puede sufrir cambios temporales como el poder hacer ejercicio en ella durante unas pocas horas
Estoy de acuerdo con que la situación provocada por la pandemia ha sacado nuestro lado más creativo; así, han surgido situaciones tan extraordinarias como la transformación de nuestras habitaciones en gimnasios, salas de música o estudios de pintura. Las personas somos seres inquietos, curiosos, imaginativos, sociales, etc. Por eso mismo necesitamos reinventarnos constantemente y hemos demostrado que el estar confinados no lo impide. Pero también tenemos una capacidad increíble de adaptación, ¿o acaso nuestro modo de vida se asemeja con el de una persona que viva en Senegal, Wuhan o Bombay? A lo largo de la historia nos hemos ido adaptando a los cambios que se han realizado en la configuración de las ciudades y en la forma y distribución de las viviendas, siendo muy distinta dependiendo de las condiciones de la zona o la cultura que prima.
En verdad, ni siquiera hace falta irse a tales extremos. La mayoría de nosotros vivimos en apartamentos, pisos o casas unifamiliares; tenemos una habitación propia o como mucho, compartida con hermanos o familiares. Sin embargo, existen casos de viviendas donde conviven varias familias, normalmente en condiciones precarias. ¿Os imagináis lo difícil que debe haber sido para esas personas compartir un espacio tan reducido entre tantas personas? Obviamente, a la hora de proyectar una vivienda o un edificio lo solemos hacer conforme a unos cánones preestablecidos: casa unifamiliar con dormitorio principal, cocina, sala de estar y un número determinado de baños y de habitaciones. Pero no solemos plantearnos la idea de que esos espacios puedan ser empleados para otros usos o para que convivan en ellos más personas de las preestablecidas en el proyecto original.
A lo que quiero llegar con todo esto es a que no hemos tenido en cuenta todas estas situaciones hasta que no «han salido a la luz» por experimentarlas una gran parte de la población. Mi pregunta es: ¿no deberíamos considerar todos los aspectos posibles a la hora de proyectar? Los diferentes y variados modos de vida que existen, la cultura, el diverso empleo de espacios (sin asignarlo a una determinada actividad), la distribución interior de la vivienda, la presencia de ventanas y balcones, etc. Ante todos los condicionantes que existen, ¿no deberíamos intentar ser lo más previsores posibles?
Como he dicho antes, las personas nos adaptamos a casi cualquier situación con los recursos de los que disponemos. Esta adaptación se produce sobre todo en la arquitectura por ser el condicionante de nuestro modo de vida, el que nos aporta cobijo. ¿No debería ser esta lo más flexible posible? Así facilitaría la tarea de adaptación ante un futuro incierto, pues, como hemos comprobado, se ha producido una situación hasta hace unos meses inconcebible. Ante esto nadie sabe lo que nos deparará el futuro. ¿No es mejor estar lo más preparados posible?
Según un articulo que he podido leer estos días de como cambia la ciudad tras el coronavirus. Muchas ciudades se han planteado más espacio en la ciudad para la bici y el peatón quitandole espacio a los coches, otras ciudades trabajan en ampliar las vías para los ciclistas y que lleguen a más lugares. En otros países se subvenciona la compra y la reparación de las bicicletas para fomentar el uso ya que en el transporte público no es fácil mantener las distancias mínimas exigidas.
Ya ha habido más epidemias a lo largo de la historia que transformaron las ciudades y la forma de habitar en ellas, ¿porque ahora no?. Ejemplos: Londres y New York transformaron desde el alcantarillado hasta su arquitectura para luchar contra epidemias; La gripe de 1918 hizo que cambiara la ubicación de los baños en las casas; En Croacia, Dubrovnik (ciudad medieval), fue replanteada para poder luchar contra dos epidemias y gracias a sus murallas, los habitantes se protegieron de la lepra y la peste.
Se están planteando nuevas propuestas para hacer frente a esta pandemia y a la nueva normalidad marcada por el COVID-19, como por ejemplo pasear por jardines en forma de laberinto para no encontrarte con nadie y que permite guardar las distancias, también el mobiliario urbano, como los bancos con mampara o surtidores de hidrogel en diferentes puntos de la ciudad (yo he visto en parques pegados a los árboles, por si vas a realizar algún deporte o juego que te lo puedas echar) o tiradores para abrir las puertas con los antebrazos. ¿Qué más soluciones se le podría dar?
Calles despejadas, el silencio ha predominado en las calles, ciudades vacias. Ciudades en lo que los coches estacionados no intimidan a los animales salvajes, como Jabalíes, nos vienen a visitar sin censuras las urbes. La falta de presencia humana en las grandes ciudades, ha hecho que estos animales recuperen, un territorio que nosotros, los humanos, creíamos conquistado. Por qué entendíamos de ese límite que nos separaba?. La falta de personas en las calles ha hecho posible que estos animales recuperen, su territorio. A nivel territorial que significa? los animales se han convertido en los únicos que se mueven libremente. Una señal de lo mucho que pueden cambiar las ciudades en relación a nuestro comportamiento. Ésta crisis, puede constituir un gran punto de inflexión en el diseño de las ciudades del mañana.
Nuestro futuro es incierto, pero aún más cuando acabamos de presenciar cómo, de forma literal, de un dia para otro, nuestra vida daba un cambio radical. Que podemos pensar del mañana cuando a veces nos sentimos metidos en una pelicula de ciencia ficción?. Lo que estará claro que esta pandemia dejará una huella permanente en nuestra sociedad. Se verá reflejadas en las diferentes estratos como la política, economía y cultura. Lógicamente, en disciplinas como nos conciernen como el diseño urbanístico o la arquitectura de nuestras ciudades, cambiarán nuestra forma de diseñar.
De los primeros indicadores, lo encontramos en los restaurantes, hace semanas anuncian en las noticias cambios importantes. Estos comienzan a colocar mamparas en sus mesas. Su deseo es que los clientes sigan acudiendo a los locales con las medidas necesarias para cumplir con las leyes decretadas. Este hecho, tan insignificante, puede hacer que esta pandemia cambie nuestro concepto de concebir la ciudad?
No podemos afirmar cuál será la ciudad del futuro. Pero podemos acercarnos a través de nuevos indicadores que nos replanteen la nueva situación de las ciudades.
Muchas ciudades están más centradas en una movilidad alternativa, y esperemos que mas centrada en el uso de medios tradicionales como el transporte público. Hay ciudades como Milán, de las ciudades más castigadas, anuncia un plan para reducir el tráfico y abrir nuevos itinerarios para la circulación de peatones y bicicletas. Todo gira para evitar la concentración de un número elevado de personas en el transporte urbano.
Otros países, están respondiendo de forma similar, pintar de colores vivos las calzadas, para indicar el sentido de circulación y la prioridad de los peatones y ciclistas. Lógicamente colocando maceteros y pivotes para limitar la circulación de vehículos.
En ciudades como Berlín, crean nuevos carriles bicis y algunos se ensanchan para mantener la separación entre ciclistas. Todo esto como resultado del distanciamiento social que debemos tomar para la contención del virus. Ya estais viendo como en otros países, como Alemania, está viendo nuevos brotes, por lo que las medidas adoptadas no serán suficientes. Estas medidas en ciertos casos insuficientes, dará lugar a la configuración de nuevas ciudades que sean más adaptadas a la situación que vivimos. Por ellos, estoy convencido que el Urbanismo será una herramienta fundamental para la planificación y desarrollo ante esta nueva pandemia.
Sobre los carriles bici.
Quiero poner al principio la idea de mi comentario – crear más carriles de bici no es único que hace falta para desarrollar la ciudad de bici y no es la solución completa de problema de transporte, o de ecología, o de la salud de la ciudad, o de la necesidad de aislar una persona de otra en periodo de cuarentena sin perder la posibilidad de movimiento y sin usar un coche privado. Sólo es la parte de la solución.
Por eso no creo que la respuesta a la pregunta: “¿Es la bicicleta la solución?” puede ser “Sí” o “No”. Después de cada “sí” y cada “no” tiene que estar “pero”. No, no es la solución, pero podemos hacer que la bicicleta será la solución. Sí, es la solución, pero necesitamos que adaptar el sitio para uso masivo de bicicleta para evitar los problemas grandes relacionadas con el uso masivo de un tipo de transporte en una parcela limitada, aquí es la ciudad, es decir adaptar toda la infraestructura de la ciudad, no sólo la parte que se supone está relacionada con bicicleta.
Por ejemplo, solucionar el problema de acceso para vehículos que transporten bienes masivos y/o pesados (quien ha bajado un sofá de una planta a la entrada del edificio puede entender el estado emocional de una persona que tiene que mover ese sofá a otra calle/barrio por la imposibilidad de aparcar un vehículo cerca de casa). O permitir la apertura de varias tiendas o otros centros de servicios más cerca a la casa para evitar la necesidad de ir a otro lado de la ciudad para comprar un martillo, por ejemplo. Eso también estimula el desarrollo de los pequeños comercios locales que pueden influir positivamente al desarrollo de un barrio. O la recomendación de ayuntamiento para instalar los aparcamientos para las bicicletas en el espacio libre y sin uso en las zonas comunitarias de un complejo residencial. “La situación ejemplar” ha pasado en el edificio de apartamentos en Sevilla, donde residí en este año. Este edificio tiene amplio patio comunitario, pero nadie está usando este patio ni entra en este patio, porque los corredores, las escaleras y la entrada principal están en otra parte de edificio. Unos vecinos que tienen la bicicleta han ofrecido de crear un aparcamiento para las bicicletas para residentes de este edificio. Pero no han encontrado la mayoría de los votos y esta oferta no fue aceptada. Que es bastante irracional, porque si no existe la necesidad de subir/bajar una bicicleta en un ascensor o en una escalara, que ambas no están diseñadas para este, la vida será más fácil tanto para los propietarios de las bicicletas, como para otros vecinos.
Otro conjunto de problema está relacionado con clima. Conducir una bicicleta bajo la lluvia y/o nieve y sobre un carril cubierto por hielo cuando el viento sopla a un lado no es nada confortable, digo de propia experiencia. Pero, estos problemas, al menos su parte, se puede resolver.
Se puede ofrecer varios ejemplos cuando podemos solucionar unos problemas o mejorar el entorno de la vida sólo adaptando la infraestructura de una ciudad o de un conjunto residencial para el uso de la bicicleta más libre.
Otra posibilidad, que no está relacionada con la idea de este comentario directamente, pero puede ser de critica importancia para el uso de bicicleta y para el desarrollo de la ciudad en general, es el cambio de la política urbanística de zonificación actual que divide una ciudad en las grandes zonas especializadas. Posiblemente, será mejor “reducir la escala”, es decir, en cada zona especializada realizar la política de diversificación creando varios centros de interés económico y social por dentro de una zona grande. Eso puede resolver varios problemas que tienen esas zonas especializadas. Y, también, permitir a la gente encontrar trabajo más cerca de su casa, que es su caso reduce la distancia hogar-trabajo y transforma la bicicleta en el transporte tanto útil, como interesante.
Creo que la situación actual con Coronavirus puede crear esa oportunidad para revisar la política urbanística de los años anteriores.
Entonces la respuesta a la pregunta: “¿Es igualmente aplicable a todos los contextos y tipos de ciudad?” es “Sí, pero”. Sí, pero tenemos que adaptar, cambiar y transformar una ciudad y su entorno. Porque en realidad actual, no todas las ciudades son cómodas para uso de bicicleta. Hay ciudades (uno de los ejemplos es Los Ángeles, EE. UU), donde es más cómodo usar un vehículo. Y con el desarrollo de la producción de los vehículos eléctricos y/o de hidrógeno, será muchos más probable que los vehículos de gasolina y de diésel serán sustituidos por los nuevos vehículos eléctricos y/o de hidrógeno. Porque la gente no tiene que cambiar sus costumbres y la ciudad no tiene que cambiar su infraestructura adaptada para automóviles. Y estos nuevos coches contaminan la ciudad mucho menos que los automóviles y los autobuses comunes para nuestras ciudades, que disminuya el problema de contaminación de las ciudades modernas. Otra cosa es que no todos comparten la idea de pasar de un vehículo a una bicicleta por varias razones. Por ejemplo, porque en su trabajo es útil un vehículo (por poder transportar más cosas o cosas pesadas, transportar clientes, transportar con mayor seguridad contra clima, etc.) u otros.
Otra pregunta, no publicada pero importante, es “¿Por qué usar la bicicleta?”. El más obvio es la influencia positiva a la salud humana. Pero también tienen varios beneficios económico-sociales. Está muy bien y muy detalladamente descrito en la siguiente investigación:
https://ecf.com/sites/ecf.com/files/FINAL%20THE%20EU%20CYCLING%20ECONOMY_low%20res.pdf
También, la situación con la distancia es importante. Ahora gran cantidad de la gente vive en una parte del municipio y trabaja en otra parte, ejemplo más simple es vivir en zonas suburbanas y trabajar en zonas urbanas. O vivir en una zona residencial y trabajar en otra zona, por ejemplo, industrial, con larga distancia entre ambas zonas en términos de una ciudad.
Con eso llegamos a la tercera pregunta: “¿Qué pasaría en las grandes áres metropolitanas, donde las distancias hogar-trabajo no son asumibles mediante bicicleta?”. Supongo que todas las ciudades grandes comparten la política urbanística de zonificación. Aunque esa política tiene más momentos positivos que momentos negativos, existen unas limitaciones para el uso de bici en las grandes áreas metropolitanas, principalmente, por larga distancia entre unas zonas donde puede residir una persona (normalmente son zonas donde los costes de vida son más baratos y/o la vida es más confortable que cerca de un centro de negocios o cerca de una fábrica) y las zonas donde es posible encontrar un trabajo para una persona. Por ejemplo, en Londres si una persona trabaja en City of London, que es una zona de los centros de negocios, pero vive en Barking y Dagenham, que es una zona residencial, a la primera vista, el uso de la bicicleta no es mejor alternativa que el uso del transporte público. Si comprábamos la ruta en Google maps, podemos ver que la ruta por el transporte público es 32 minutos y con bicicleta es 1 hora, porque una persona tiene que superar la distancia en 17,7 kilómetros (https://goo.gl/maps/Uh1kTyB4D46wHb4dA). Esa situación es la situación “ideal”, cuando una persona vive cerca de estación de metro y trabaja cerca de otra estación de metro. En realidad, puede ser que la diferencia no sea tal exacta, pero creo que va a ser, más o menos parecida.
Si miramos al mapa de la ruta de la bicicleta, podemos ver que parte de la ruta desde Barking y Dagenham sigue en autovía, pero después la ruta se gira al norte y una persona tiene que ir tras varios barrios perdiendo tiempo, aunque el carril bici se continua en la dirección del centro junto con autovía. Eso pasa sólo porque en la zona Leamouth el carril bici gira a otro lado y entonces una persona no puede ir directamente al centro siguiendo este carril. Aunque la autovía se transforma en la calle que sigue hasta el centro. Es complicado decir con la seguridad, pero supongo, basando en la propia experiencia de conducir una bicicleta a, más o menos, larga distancia, que en el caso de poder seguir con la bicicleta la ruta en este tramo directamente hasta el centro, sin la necesidad de pasar la distancia innecesaria, el tiempo de la ruta puede ser 40 minutos, no 1 hora. Entonces vemos, que con el carril bici directo la diferencia del tiempo entre el transporte público y la bici no es tal grande, sólo 8 minutos.
Entonces en las grandes áreas metropolitanas es posible usar bici como transporte personal. Pero suponemos la situación más desgraciada, por ejemplo, cuando una persona vive en otro borough de Londres, por ejemplo, en Havering, en Upminster. La ruta más directa con la bici ocupará 1 hora 30 minutos, esa ruta no puede ser reducida. La misma ruta con metro ocupará 1 hora (https://goo.gl/maps/kuFgKMzhjGodWNu69). La diferencia es 30 minutos, que puede ser importante para una persona. En este caso no es importante la presencia de los nuevos carriles bici. Pero el tiempo puede ser reducido si la infraestructura de la ciudad permite usas la combinación de la bici y del metro, porque en esta ruta con metro hay tramos donde una persona tiene que andar cerca de 15 minutos para acercar a la estación de metro y después desde la estación de metro hasta fin de esa ruta. Que será más rápido superar esos dos tramos con bici.
Por eso, si estamos buscando la respuesta a la pregunta: “¿Qué pasaría en las grandes áres metropolitanas, donde las distancias hogar-trabajo no son asumibles mediante bicicleta?” tenemos que tener en cuenta, otra vez, la infraestructura de la ciudad. Para las grandes distancias la bicicleta no es tal útil, que una máquina. Pero, la posibilidad de responder a esa pregunta puede ser en la combinación del uso de la bici privada o pública con transporte público o privado.
Si una ciudad realiza la política urbanística para transformarse en la ciudad de bici, supongo, que puede provocar la migración de su población. Con eso llegamos a última pregunta: “¿Implicará esta nueva situación global la despoblación de las periferias o una desaparición paulatina del trabajo presencial?”.
Ante de todo, atendemos a la experiencia de la ciudad de los Países Bajos – Groninga. Esta ciudad puede ser reconocida como capital mundial de ciclistas. Desde 1970s realiza la política urbanística para hacer su ciudad más acogedora para el uso de bicicleta y han logrado buenos resultados. Esta ciudad puede ser ejemplo de la ciudad de bici. Incluyendo resuelve unos problemas relacionados con clima, por ejemplo, a través de la calificación de los carriles bici.
Pero, una de las consecuencias de esa política fue la reducción de la inmigración de la gente-automovilista, porque el uso de automóvil es muy incomodo en esa ciudad, incluyendo si el uso es raro.
No estoy seguro que esa nueva situación global de cuarentena y de posible aumento del uso de la bici produce la despoblación de las periferias. Esa despoblación puede ser bloqueada, también, por tres razones. Primero, la situación con coronavirus actual influye negativamente al deseo de una persona estar cerca de otra persona. Segundo, el precio de la vida y de la vivienda en el centro de ciudad o en barrios centrales de las áreas metropolitanas es mucho más alto que en las periferias. Tercero, estos barrios centrales, gracias a la política de la zonificación presencial, tienen capacidad reducida de acomodar a la población de toda el área metropolitana.
Entonces la solución tiene que ser otra. Por ejemplo, como he mencionado anteriormente, la solución posible es la transformación de periferias dependientes del centro en las “pequeñas ciudades” autónomos, gracias a la diversificación económica-territorial y social-territorial. Si atendemos a la realidad de una pequeña ciudad, podemos ver que el uso de la bicicleta es útil y cómodo. De mi propia experiencia puedo decir que el uso del automóvil a la distancia de menos de 1 kilometro de es tal cómodo si no tengo que transportar cosas pesadas. Cuando estoy en una pequeña ciudad, prefiero aparcar mi automóvil en sitio tranquillo y después andar entre el sitio de aparcamiento y unos puntos A,B,C y D.
Yo supongo, que si podemos transformar la grande área metropolitana en el conjunto de “pequeñas ciudades” se reduce la necesidad del uso de vehículo público o personal sin la necesidad de aplicar una política para esa reducción. Y, por otro lado, produce la situación cuando la bicicleta será el trasporte personal más obvio y lógico para el uso en tales condiciones.
Supongo que esa nueva situación global produce una desaparición paulatina del trabajo presencial, pero no significativa. Porque esa desaparición, también, depende del desarrollo tecnológico y de la aceptación de esa transformación por la sociedad. Pero, claro que existen varios puestos donde la sustitución de una persona por una maquina o por un medio de comunicación sea más complicado que en otros. Por eso pensando sobre la política urbanística en general o sobre el rol de la bicicleta como un medio de transporte, no tenemos que olvidar la existencia de la ruta hogar-trabajo que usan y van a usar miles de millones de personas, al menos, dos veces al día hoy y en próximo futuro.
Enlaces de interés:
https://malmo.se/download/18.16ac037b154961d0287384d/1491301288704/Sustainable+urban+mobility+plan%252528TROMP%252529_ENG.pdf
https://ecf.com/sites/ecf.com/files/FINAL%20THE%20EU%20CYCLING%20ECONOMY_low%20res.pdf
https://ecf.com/sites/ecf.com/files/FINAL%20THE%20EU%20CYCLING%20ECONOMY_low%20res.pdf
http://urbanua.org/dosvid/zakordonni-pryklady/210
https://www.bikeradar.com/features/9-reasons-why-bike-commuting-is-better-than-driving/
https://www.icebike.org/why-ride-a-bike/
https://www.bbc.com/ukrainian/features-48177803
https://mistosite.org.ua/ru/articles/velosyped-u-misti-ekonomichnyi-efekt
https://velotransport.info/?p=6816
https://dobronews.city/read/experiance/41260/velosiped
https://news.liga.net/world/news/goroda-mira-perestraivayut-transportnye-sistemy-prioritet—velosipedistam?fbclid=IwAR3Nm0z55YlRPPYRc0Jlp-6tW1irej0orScGJBVivFwwUPLMhwhMiwuo2c0
https://vsobolev.com/16-prichin-ne-pokupat-velosiped/
https://blog.mapmyrun.com/bicycles-license-plates/
https://goodordering.com/blogs/blog/what-is-stopping-you-from-riding-a-bike
https://goodordering.com/blogs/blog/top-reasons-why-people-dont-ride-bikes
https://www.active.com/cycling/articles/4-excuses-for-why-you-don-t-commute-by-bike
https://www.quora.com/Why-dont-people-just-bike-everywhere
Sobre turismo.
No estoy seguro que por la culpa de Coronavirus puede cambiarse el modelo de turismo en España. Si no sean creadas las barreas artificiales legales para unos de los sectores de turismo.
La mayoría de turistas eligen el tipo de turismo al principio y sólo después eligen el país donde existe este tipo de turismo especifico, atendiendo a varias características, como clima, cultura, situación económica, situación social, etc.
Como soy extranjero en España y teniendo varios amigos que han visitado España como turistas en los últimos años, puedo ver un poco “de otro lado” el problema de turismo.
A muchos mis amigos les han gustado el concepto que posean las Costas de España. Porque por un lado las Costas tienen sol y playa, por otro lado, museos y centros de interés cultural, gastronómico o de la naturaleza a la distancia de ida y vuelta con un transporte público o privado en un día, o mucho más cerca.
Ellos han encontrado esa posibilidad de realizar las actividades turísticas “combinadas” como muy atractivas. Y partir de la X visita han preferido un sector de turismo concretamente, pero después de la primera visita y ante de esa X visita están abiertos para probar otros sectores de turismo.
A menudo fue la situación cuando después de las Costas han empezado interesarse en que está en España interior, principalmente las ciudades grandes (Madrid, Sevilla) o por ciudades de interés especifico (Toledo, Oviedo).
Creo que este sector de turismo – turismo en el interior de España, merece la pena ser desarrollando. Hay mucho interesante que hay que ver en esas zonas. Yo tenía que varias veces argumentar la visita de una ciudad de interior. Al principio fueron llenos de pesimismo, pero al final han encontrado esa idea de visitar otra ciudad como buena.
Pero yo no veo la necesidad y/o la urgencia en cambio radical de la estructura turística de España. Yo veo la posibilidad de realizar el turismo “combinado” o “mezclado” como el lado positivo y fuerte del turismo en España.
Único que, en mi opinión, hace falta de hacer es conectar las Costas con zonas interiores, pero no sólo con autovías o ferrocarriles, que ahora están bien desarrolladas. Hace falta de crear “las rutas” para los turistas y explicarles porque esa ruta es interesante y porque merece la pena de visitar otro sitio. Una de esas rutas que conozco y que he usado entre ya existentes y populares es la ruta “Málaga-Ronda” o “Marbella-Ronda”.
Muchos mis amigos han vuelto varias veces en España para conocer otro lado de la cultura o de la geografía española. Una política de turismo equilibrada que usa tanto los elementos más populares con la creación de las rutas a unos sitios que no son conocidas, pero son interesantes, puede dar buenos resultados.
Aunque a muchos españoles les avergüence, este país es recurrido a menudo por jóvenes extranjeros para el conocido como «turismo de borrachera». Este turismo genera mucho capital a España, pero de aquí en adelante, al menos en los próximos meses/años, o bien no va a ser posible la realización de dicho turismo o se va a ver reducido drásticamente. España vive principalmente del turismo y esta fuente de ingresos se va a ver afectada y de una manera notable por la crisis sanitaria mundial que estamos viviendo.
Son muchas las hipótesis que me surgen al pensar en el futuro, pero se podrían clasificar en dos bloques: o bien España se adapta a las circunstancias para transmitir una imagen de seguridad ante los países extranjeros o bien España crea una fuente de ingresos totalmente diferente a la que estamos acostumbrados. Creo que la primera opción es mucho más coherente que la segunda, es muy probable que de aquí en unos meses estemos saturados de publicidad sobre locales con medidas de seguridad excepcionales invitando a las personas a acudir a sus negocios. Lo que veo claro en un futuro es que este tipo de turismo conocido popularmente como «turismo de borrachera» va a verse muy afectado . Es imposible que se produzcan aglomeraciones de personas totalmente descontroladas en espacios cerrados y que dichas personas vuelvan a sus países de origen sin pasar ningún tipo de prueba previa a su viaje de vuelta.
En lo que respecta al turismo de interior es evidente que las comunidades más afectadas van a ser Madrid y Cataluña. Las personas van a optar por destinos menos recurridos y más tranquilos. Es probable que el turismo rural se vea beneficiado de todo esto y que el turismo de sol y playa comience a decaer. Hoteles, chiringuitos, restaurantes, apartamentos y demás negocios derivados del turismo de sol y playa se verán igualmente afectados por la crisis y solamente aquellos que sepan adaptarse serán los que consigan mantener su fuente de ingresos.
La arquitectura que más capital ha proporcionado a España en los últimos años, ha sido la arquitectura turística, una arquitectura basada en la construcción de hoteles, apartamentos turísticos, de los cuales una gran mayoría son ilegales, etc. Este tipo de arquitectura, ha hecho que la mayoría de los cascos antiguos del país, se hayan visto afectados. Son muchos los cines, los comercios y locales autónomos, que han sido fósiles vivientes de la ciudad durante muchos años, los que están siendo reconstruidos, convirtiéndolos en arquitectura para el turismo. Ejemplos como este son el cierre del famoso Cine de la Alameda en Sevilla, para abrir un hotel.
Quizás el covid-19, esté sirviendo como una medida que haga ver al gobierno, que el turismo masivo no es el mejor método para mantener a un país entero.
Creo que lo que realmente va a salir beneficiado de esta crisis, como ha dicho Juanma, van a ser las zonas que ya de por sí no atraían a grandes conglomeraciones de personas, como ocurre en las zonas rurales. Bajo mi punto de vista, el turismo masivo, las playas abarrotadas de gente, los infinitos grupos de turistas de países extranjeros que se ven por los centros de las ciudades, etc, son imágenes que no vamos a ver este verano, y quizás el siguiente.
Respondiendo a la segunda de las cuestiones que se nos plantea acerca del turismo de sol y playa. En nuestro país el turismo es el sector que más aporta a la economía, con un15% del PIB, y 2,8 millones de empleos (dato del 2019) y por su influencia en el conjunto de sectores.
Este verano 2020, debido a la pandemia que afecta a todo el mundo, el turismo basado en sol y playa que frecuentan numerosos turistas provenientes de todo el mundo a nuestras costas, quedará doblegado a turismo rural por la imposibilidad de desplazamiento masivo entre países y por el miedo de las personas a las acumulaciones masivas en las playas.
El turismo está relacionado con la movilidad, por lo que parece lógico que, si se pretende volver a hacerlo posible, el primer paso sería lograr ofrecer una movilidad segura. Además, hay que tener en cuenta otros factores, ya que debido al largo confinamiento, se pueden producir cambios de hábitos o posibles temores, sobre todo en las primeras semanas post-confinamiento, y a causa de ello, ya se prevé que el primer destino elegido será uno que se pueda realizar con nuestros propios vehículos, y dentro del territorio nacional a ver a familiares y amigos, después de tanto tiempo.
Otro elemento básico con el que la industria del turismo esta ligado y es una de las principales consecuencias del COVID-19, es la interacción humana, y por tanto la seguridad sanitaria que se tendrá que llevar a cabo con diferentes medidas que se tomen y acaten por parte de todos.
Por ejemplo una de las medidas es viajar a zonas donde se hayan controlado la propagación entre su población, y descartado queda que el turista no lo tenga. Esos destinos suelen ser los menos poblados, o las islas o las zonas rurales, pero como para las islas hay que coger un avión o un barco, es más fácil y seguro que el ciudadano se refugie y disfrute de sus vacaciones en el interior y no en la costa.
En mi opinión si que podría ser una oportunidad para establecer un modelo basado en el turismo cultural porque todos los veranos estamos cargados de eventos, que si San Fermines, festivales de música, viajes a países tropicales,…. y este año como se ha paralizado todo y nos vemos «obligados» a quedarnos en nuestro país (por recomendación, seguridad o por miedo), podemos sacarle provecho y visitar lugares que siempre has querido conocer.
Haciendo referencia a la última pregunta del primer bloque «¿Implicará esta nueva situación global la despoblación de las periferias o una desaparición paulatina del trabajo presencial?», me gustaría comentar varios aspectos.
Primero, considero que el Covid- 19 ha despertado en nosotros diversos factores negativos como es el miedo. Este actual miedo hace que incluso estando en las denominadas «fases de desescalada», las cuales nos permiten pasear o ir a visitar a nuestros familiares y amigos, provocan en nosotros sensaciones de rechazo o incomodad a la hora de estar en la calle.
Enlazando mi opinión con el microejercicio 03, el documental de la escala humana «La escala humana Jan Gehl», determino un sí rotundo a esta cuestión planteada. Las ciudades, industrializadas y acomodadas para el transporte y no para el ser humano han provocado desde hace más de una década un encierro en nosotros mismos o incluso dentro de nuestra propia casa. Altos edificios, rutinas cansinas y estrés son las descripciones más destacadas que podemos realizar hoy en día de la mayoría de las vidas humanas a nivel mundial. Con todo esto me quiero referir, si además del gran problema creado por nosotros mismo referenciando al mal urbanismo, así como, la ausencia de zonas públicas para la reunión social le añadimos el devastador virus, fomentamos potencialmente la despoblación no solo de las periferias sino de la propia ciudad. Con respecto al trabajo presencial, ocurriría lo mismo, es decir, si tenemos miedo de salir a la calle para ver a un familiar o amigo, tenemos miedo a pasar las tantísimas horas que pasamos ya sea, en una oficina, en una escuela o en el hospital, foco del terror.
Por otra parte, gran cantidad de las personas que habitan en las grandes ciudades (con las respectivas posibilidades), han optado sin pensárselo dos veces en la “huida” a segundas residencias. Segundas residencias que mayoritariamente suelen estar en pueblos de menor número de habitantes ya sea campo, sierra o costa. Todo ello agudiza la despoblación en las grandes ciudades a nivel mundial aumentando por tanto el aislamiento masivo de la sociedad.
En definitiva, las actuales ciudades están dotadas para aglomeraciones a grandes escalas, numerosos edificios con catorce o quince plantas de alto, uno paralelo al otro, creando urbanizaciones, creando encuentros entre vecinos, etc… Sin embargo, la planificación de todo ello no ha tenido en cuenta lo más importante, proporcionar seguridad. El urbanismo nos aísla social y personalmente, pero sin embargo no es capaz de aislarnos de algo tan abstracto y peligroso como es el Coronavirus.
Coincido con Carlota en que las personas a partir de lo que estamos viviendo van a optar por trasladarse a lugares más tranquilos con tal de evitar el constante flujo de personas característico de las grandes ciudades. Por otra parte creo que el estado y el sistema necesita a las grandes ciudades para su correcto funcionamiento, y es que, actualmente, no cumplen con las medidas que requieren.
La respuesta a todo esto la tiene la arquitectura. La arquitectura tiene el reto de hacer que con el mismo espacio que siempre se ha tenido se cumplan una serie de requisitos para el correcto funcionamiento de los edificios. Esto conlleva que los arquitectos tengan que proyectar soluciones al problema, edificios con tal distribución que permitan a las personas poder moverse y hacer una vida lo más normal posible a la misma vez que se sientan a salvo. Quizás se opte por menos particiones internas en las viviendas domésticas con el fin de dar la sensación de encontrarse en espacios amplios mientras que en las zonas comunes del edificio los espacios sean más reducidos con tal de que cada familia tenga su vía de escape del propio edificio.
Estas mismas ideas se van a traspasar a toda escala, desde coches con respiradores y filtros contra patógenos ya incorporados, como la distribución de las calles y del mobiliario urbano, hasta incluso comenzar a ver aparatos en los edificios en los lugares donde antes podíamos ver extintores con el fin de regular la salud de las personas que se encuentran en el interior del edificio.
Una de las preguntas que comenta carlota es si implicara esta situación una desaparición paulatina del trabajo presencial, pues bien, en mi opinión la respuesta en no. Sinceramente creo que el confinamiento nos ha hecho apreciar muchas cosas que antes no apreciábamos, como salidas con amigos, escapadas al campo, comidas en restaurantes, e incluso también el salir de casa para ir al trabajo.
El estar casi dos meses teletrabajando nos ha hecho ver que en algunos empleos esta nueva forma de trabajar es factible, pero también nos ha hecho apreciar esa rutina, el ir al trabajo y compartir con otras personas. El teletrabajo no solo aislaría a la sociedad mas de lo que está, sino que también, en mi opinión aumenta el estrés de las personas. Pues bien, si el trabajo y el descanso se realizan en un mismo lugar, una casa particular, no es posible el diferenciar estas dos situaciones de responsabilidad y relax. Por lo que, en mi opinión llegaría un punto en el que sería imposible desconectar de las obligaciones que implica el trabajo.
Trasladando este tema a mi situación, soy una persona la cual el acudir a la facultad tarda unos 20 – 30 minutos en coche y casi una hora y media si me traslado en transporte público, pues bien, aunque sea mucho tiempo el que me lleva acudir a la facultad no lo cambiara por nada, tras el confinamiento me he dado cuenta de que el poder moverme por la calle y compartir con otras personas lo compensa todo. El mero hecho de pensar que en estas fases de desconfinamiento en las que vamos a poder salir a la calle no vamos a poder hacerlo durante la mañana por tener clases ya me agobia, así que no creo que el teletrabajo perdure en el tiempo en aquellos empleos en los que tengan unas jornadas de trabajo fijas y largas.
Por otra parte, pensando sobre mi comentario creo que muchas grandes empresas si que se han podido dar cuenta de lo factible que es el teletrabajo y lo beneficioso que puede resultar para ellos. Pues bien, con el teletrabajo de los empleados estas grandes empresas pueden ahorrase muchísimos costes y podrían controlar perfectamente a los trabajadores con ordenadores especiales, en los que se pueda ver el tiempo de trabajo realizado mediante el tiempo de uso de estos dispositivos.
Aunque sigo pensando lo mismo que antes, que el teletrabajo conlleva sin ninguna duda a un aumento del aislamiento de la sociedad, si que creo que estas grandes empresas se puedan aprovechar de los ahorros de coste que supone el teletrabajo y, por tanto, que este pase a ser la nueva forma de trabajo de grandes empresas.
¿Conocemos realmente lo que nos rodea?
En relación al tema del turismo, a día de hoy solo podemos movernos por nuestra provincia, poco a poco podremos ir desplazándonos entre provincias, y así sucesivamente hasta llegar a la nueva normalidad; pero todo esto irá sucediendo muy lentamente a lo largo de mucho tiempo.
La pregunta que he puesto como título: “¿Conocemos realmente lo que nos rodea?”, me la hice a mí misma unos días después de presentarnos el profesor los Microejercicios 1 y 5, los cuales te hacían observarlo todo de otra manera. Muchísimas veces pasamos por un sitio mil veces, pero no observamos nada de él, ni sus detalles, ni todo lo que lo forman, desde sus edificios hasta los bancos que se colocan para descansar, e incluso ni a las personas que también van como nosotros, de pasada. Si realmente nos parásemos en esos lugares, nos sentamos tranquilamente y observamos todo eso que nos rodea, prestando atención a todos los detalles, cosas en las que nunca nos fijaríamos; nos parecería un lugar completamente diferente, nada que ver con la visión que teníamos anteriormente de él cuando pasábamos sin prestar atención a nuestro alrededor.
Todos los lugares tienen su encanto, incluso en las grandes ciudades entre numerosos edificios y coches, seguro hay una plaza, un parque… el cual sería interesante observar. No siempre que viajamos tenemos que marcharnos lejos, a sitios en los que se encuentran inmensas masas de turistas. Tenemos muy cerca lugares que son dignos de apreciar, y ahora más que nunca, darnos cuenta de los lugares tan maravillosos que tenemos tan cerca.
Coincido contigo María Isabel, la mayoría de las veces no somos capaces de valorar lo que nos rodea y la suerte que tenemos de vivir donde vivimos. Estos días encerrados nos han servido para valorar esas pequeñas cosas; los paseos por la playa, las quedadas con amigos, ir a un bar a tomarte algo, las puestas de sol, el uso del carril bici, los espacios abiertos… son pequeños detalles que los teníamos ya en nuestra monotonía sin valorarlo. Ahora, por ejemplo, cuando nos dejaron hace dos semanas empezar a salir a hacer deporte, la gente se dio cuenta verdaderamente de la suerte que teníamos, hablando desde mi caso, de vivir en una ciudad con playa, ya que hay cosas tan cotidianas como pasear por la orilla con marea baja que ahora se ha convertido en un gran lujo que no todos cuentan con él, y obviamente más a la larga lo seguiremos agradeciendo ya que gente que reside en ciudades interiores no podrán desplazarse a los lugares con costa si esto no avanza adecuadamente.
Pero no solo hablo de la playa, sino, como decía María Isabel de todos esos lugares que aun viviendo aquí aun no nos hemos parado a visitar o que hemos pasado mil veces por delante sin echarle cuenta a los maravillosos que son. También, cuando poco a poco empecemos a desplazarnos a otras ciudades, aunque sean por la provincia, apreciaremos esos pequeños rincones con encanto que antes no valorábamos, y es una pena que haya tenido que haber una pandemia mundial para darnos cuenta de estas cosas.
Realmente hemos tenido que sufrir una pandemia mundial para llegar a valorar todas esas pequeñas cosas. Sin duda alguna la imagen que tenía de mi ciudad ha cambiado mucho en estos días, sin embargo tras lo sucedido no volveremos a ver nuestras calles tal y como las conocemos ahora, incluso diría que nuestra vida va sufrir un giro radical, por lo menos hasta que esta situación y enfermedad se regule.
Podemos tomar como referencia el siglo XIX, en el que población mundial tuvo que sufrir y superar varias pandemias. En esa situación tuvieron que replantear el diseño de las ciudades de ese entonces. Se amoldaron a las nuevas necesidades. Se disminuyó la densidad de población derrumbando murallas, creándose avenidas más amplias para el tránsito de personas. Se aumentaron el tamaño de las viviendas, con más ventilación, con más entrada de luz natural. Como dijo la arquitecta Pin-Up “La enfermedad es lo que modernizó la arquitectura, no sólo los nuevos materiales y tecnologías».
Durante años nos han concienciado de la necesidad del uso del transporte público para evitar la contaminación de nuestras ciudades, sin embargo con la llegada de esta enfermedad se ha fomentado el uso del transporte privado y nos hemos concienciado del riesgo de contagio y la necesidad de evitar las aglomeraciones. Surge la bicicleta como una nueva alternativa y solución a estas nuevas necesidades: uso de un transporte privado no contaminante.
Nosotros moldeamos las ciudades, éstas a su vez nos moldean a nosotros.
Los vehículos ocupan un espacio que se va a necesitar para ampliar las zonas de tránsito de peatones y los nuevos carriles bici que inundarán nuestras ciudades.
Creo que es muy necesaria la visión que plantea Elena al problema, y es que quizás lo mejor sea echar un vistazo al pasado para avanzar. En mi opinión el ritmo que ha llevado el mundo en los últimos tiempos ha sido muy descontrolado dejando en un segundo plano cosas tan importantes como la naturaleza, el medio ambiente, las relaciones interpersonales etc. En cierto modo gracias a lo que nos está ocurriendo hemos aprendido a valorar cosas muy importantes que antes pasaban desapercibido. Es un momento de pararse y reflexionar sobre la vida que estábamos llevando y su compatibilidad con el mundo y el planeta en el que vivimos. Por todo esto me parece muy importante echar un vistazo a soluciones que se han tomado en el pasado a problemas similares para poder aportar alternativas mejores.
Está claro que el balance post-coronavirus en nuestro país va a ser catastrófico tanto por el número de perdidas humanas, la crisis económica que estamos sufriendo o el descenso del turismo. Por todo esto comparto contigo la idea de ¨darle la vuelta a la tortilla¨ pues es tan importante concienciar a la población sobre el riesgo al contagio del COVID-19 como de mirar el lado bueno a esta situación que estamos viviendo todos. Porque la mejor forma de salir de esta es unidos y si todos le sacamos el lado positivo, como dice carlos, aprenderemos a valorar lo que antes teníamos y no valorábamos en nuestras ciudades.
Me gustaría dar mi opinión sobre la segunda pregunta planteada en este post, ¿Qué ocurrirá con el modelo de turismo de masas, concentrado en el modelo de sol y playa?
Pues bien, el turismo es uno de los sectores que más dinero generan en España, y sin lugar a dudas, tras la crisis del coronavirus, su influencia económica no tendrás el mismo peso. Esto bajo mi punto de vista se va a deber a varias consecuencias que el covid-19 va a producir en la manera en la que nos movemos a nivel mundial. Para empezar, España ya no va a contar con los turistas extranjeros, con lo cual y según las cifras del pasado año, España perderá 83,7 millones de turistas procedentes de otros países, en su mayoría Europeos. Del mismo modo, no solo el turismo español tiene de base un público extranjero, es decir, hay una buena parte de españoles que se desplazan a diferentes zonas para veranear, teniendo un mayor número de turistas las zonas de costa, pero claro, esto abre otra pregunta clave, ¿podremos disfrutar este año de la playa? Si la situación se vuelve poco a poco más favorable, pues la verdad que sí podremos darnos un baño y coger unas cuantas olas, porque claro, si podemos estar sentados en terrazas etc, por qué no íbamos a poder disfrutar de la playa. No obstante y dejando a un lado la pregunta de si podremos ir o no a la playa, creo que la desminución de turistas en nuestras ciudades va a ser bastante notable, lo que va a suponer un descenso en la economía del país pero también una pérdida de ganancias a un muchísimos pequeños establecimientos, que viven ,como se suele decir, del turismo. Pero sin embargo, siempre hay un rayo de luz en la oscuridad o como diría mi tía: hay que darle la vuelta a la tortilla. Y sí, creo que esa debe de ser la actitud para afrontar este periodo «postcoronavirus», es decir, ya como futuros arquitectos creo que tendríamos que aportar soluciones inteligentes para hacer frente a esta crisis ya que algo está claro, y es que el turismo lógicamente va a disminuir. Entonces, ¿qué se puede sacar de bueno en esta situación? Creo que justo ahora tenemos la oportunidad de conocer e investigar cada rincón de nuestra ciudad o nuestro pueblo, pararnos a fotografiar los bancos, darnos cuenta de que en esa calle que tantas veces habíamos pasado había una tienda en la que nunca habíamos entrado, conocer a nuevas personas, eso sí, manteniendo la distancia de seguridad, o porque no, disfrutar de esa puesta de sol que siempre habíamos visto como algo normal. Y es que si por algo pasan las cosas, es para que nos demos cuenta de todo lo que tenemos y lo poco que lo valoramos. Me gustaría saber cual es vuestro puntos de vista o que pensáis que podríamos hacer en las ciudades ahora que van a ver menos turistas y podremos visitar todos los puntos de interés.
Está claro que el balance post-coronavirus en nuestro país va a ser catastrófico tanto por el número de perdidas humanas, la crisis económica que estamos sufriendo o el descenso del turismo. Por todo esto comparto contigo la idea de ¨darle la vuelta a la tortilla¨ pues es tan importante concienciar a la población sobre el riesgo al contagio del COVID-19 como de mirar el lado bueno a esta situación que estamos viviendo todos. Porque la mejor forma de salir de esta es unidos y si todos le sacamos el lado positivo, como dice carlos, aprenderemos a valorar lo que antes teníamos y no valorábamos en nuestras ciudades.
Con respecto a tu comentario Carlos, estoy de acuerdo contigo. El sector del turismo va a perder nada más y nada menos que 92.500 millones de euros este año por el impacto del Coronavirus como afirma la noticia del periódico de «El País» https://elpais.com/economia/2020-04-18/el-turismo-afronta-el-peor-ano-de-su-historia.html, cifra base en la economía española. Sin embargo, estas pérdidas se sufrirán a nivel mundial, con esto quiero decir, al igual que España no puede recibir ningún tipo de turista y por tanto ninguna de sus aportaciones económicas, cualquier persona tampoco va a poder salir a conocer más mundo que el de su propio país, ya sea España, Reino Unido, Grecia o ni mucho menos América.
La mayoría de las personas planean el viaje de sus vidas, lugares a doce horas en avión o incluso un día cruzando el charco pero, ¿Porqué nuestra tendencia es irnos lo más lejos posible? Por una parte comprendo que llame la atención otras culturas, otras formas de vida, etc… pero todo ello lo podemos encontrar en barrios o pueblos más cerca de lo que pensamos. Seguramente en tu provincia o ciudad no conozcas todas las pequeñas aldeas o como he dicho anteriormente barrios o pueblos que gracias al Covid-19 vas a poder inspeccionar de arriba abajo durante un previsto periodo de tiempo bastante largo. Ya seas del sur, con sus costas y buen tiempo, de la sierra, con sus montañas y nieve, o ya seas del norte con su pulpo o paisajes, vamos a poder disfrutar de nuestras propias costumbres y poder así conocer nuestros alrededores.
La arquitectura es uno de los principales focos de atracción para los turistas a la hora de definir su destino, no debemos tomar como cotidiano o normal todo lo que nos rodea por el mero hecho de que lo veamos diariamente, para otras personas les asombran de la misma manera que a nosotros, los españoles, las pirámides egipcias o el Coliseo de Roma.
En definitiva, las perdidas económicas y el turismo van a tener una caída abismal, sin embargo, somos nosotros mismos quienes podemos reavivar ambos aspectos dejándonos asombrar por todo aquello que nos rodea.
Debido a la pandemia causada por el COVID19 nuestras costumbres han cambiado, así como cambiaran a la hora de elegir nuestro destino de vacaciones. Las personas optaran por pasar las vacaciones en lugares en los que no haya una gran cantidad de personas, pero… ¿Podremos evitar de esta forma las aglomeraciones?.
La mayoría de las personas trataran de cambiar su destino turístico, a lugares con un menor turismo, debido al miedo a ser contagiados, pero cambiar el destino pensando en que se evitaran las aglomeraciones puede ser un error y puede crear un nuevo foco de personas, ya que muchas personas pueden pensar de la misma forma y cambiar su destino de vacaciones a este mismo lugar, desplazando el foco de turistas a ese lugar por tanto se podrá tratar de evitar las aglomeraciones, a la hora de elegir el destino de vacaciones sin embargo, no existe garantía de que se puedan evitar estas aglomeraciones.
Comparto contigo el hecho de que de nuestras costumbres han cambiado debido al COVID-19 y una de las principales sera el destino en nuestras vacaciones. Pero pienso que debido al temor que existe entre la población de contagiarse, es posible que un gran sector de nuestra sociedad no se vaya a desplazar a su destino habitual en estas vacaciones. Ademas es muy común elegir la playa como lugar para pasar las vacaciones y mas aún en nuestra comunidad autónoma donde suelen estar abarrotadas y donde apenas hay centímetros entre sombrilla y sombrilla, por lo que dudo muchísimo que en esta situación haya personas que no vayan a cambiar este tipo destino en vacaciones.
En mi opinión, sí que se van a producir traslados vacacionales este verano. No solo las vacaciones son el irse de viaje en avión a otros países, o a la otra punta de España, sino que también existen esos viajes cortos en coche a otros espacios rurales o ciudades cercanas a la tuya. Obviamente en las fases de confinamiento y durante todo el verano se va a seguir con las medidas de seguridad establecidas por el gobierno como la distancia social, claro esta que esta va a ser complicada de realizar. Para ello se estudiarán una serie de medidas como las comentadas por otros compañeros y que ya se están aplicando en otros países como las aceras de un único sentido.
Claro esta que este verano no se van a ver esas imágenes de nuestras costas repletas de personas en las que como bien dices la separación entre sombrilla y sombrilla era de apenas unos centímetros de distancia, pero esto no quita que no vayamos a poder pisar la playa este verano o hacer un pequeño viaje con amigos o familia. Pero por supuesto estos viajen no se harán fuera de España, esta en nuestra mano ayudar a esos pequeños comercios, tanto costeros como de zonas rurales, los cuales han tenido cerrado durante estos meses y con el poco turismo que habrá este verano, porque como es obvio el turismo va a disminuir bastante, se van a encontrar con pocos ingresos y con situaciones económicas muy complicadas. Por ello creo que la tendencia este verano será el hacer pequeños viajes por nuestro país, esto no solo nos da la oportunidad de conocer lugares maravillosos que se encuentran en nuestras comunidades autónomas o ciudades vecinas que no hemos tenido lugar de visitar, sino que serviría para colaborar con la economía de nuestro país.
Me gustaría comentar un tema del cual no se ha estado comentando tanto, y es sobre las víctimas del coronavirus, no aquellas que lo padecen y fallecen a causa de ello, sino a aquellas personas que por culpa de la situación actual han adquirido cualquier tipo de trastorno psicológico, me refiero a todos aquellos que ahora mismo tienen depresión, estrés, ansiedad…
Estas patologías a la larga pueden resultar muy graves aunque no lo parezca si no son tratadas debidamente; se sabe que el gobierno dará ciertas ayudas a todos aquellos que hayan sufrido alguno de estos casos, pero ¿es suficiente?. Yo creo que sería necesario destinar fondos a centros de ayuda a largo plazo que pudiesen llevar control en los pacientes para asegurar su correcta recuperación y evitar una futura recaída. ¿Qué pensáis vosotros? ¿Se debería invertir más dinero en este tipo de ayudas o se debería invertir en otras? ¿Creéis que este tipo de afecciones son realmente graves? ¿O pensáis que no se les debería de dar tanta importancia a este tipo de víctimas del coronavirus?
Ciertamente Javi, se está dando poca importancia y escasa mención en las noticias a las consecuencias psicológicas que el confinamiento puede producir en las personas, y especialmente en aquellas que ya tenían un trastorno psicológico. Son muchos los que han perdido familiares, los que han pasado la enfermedad en casa o han presenciado como han sufrido sus familiares más cercanos, con la gravísima situación de tener que aislar en tu propia casa a un familiar. Sería muy beneficioso que aquellas personas que han sufrido estas graves situaciones que han podido derivar en una depresión o crisis de ansiedad, reciban apoyo psicológico y que por supuesto los poderes públicos garanticen este apoyo como parte de la asistencia sanitaria.
Sin duda una terapia recomendable para estas personas seria pasar unos días en cualquier sitio cercano, o no, a tu domicilio que te permita conocer sus monumentos, edificios, costumbres… o pasar unos días disfrutando de la naturaleza, y de esta forma, como ha defendido nuestro compañero Carlos anteriormente, fomentaríamos el desarrollo del turismo nacional tras la crisis del COVID-19 sin necesidad de tener que salir de España.
Estoy totalmente de acuerdo y comparto vuestras opiniones, pues el COVID-19 va a suponer un antes y un después en la historia, y en nosotros mismos, pues como vosotros decís hayamos padecido o no hayamos padecido la enfermedad, va a dejar en muchos de nosotros secuelas de por vida como la ansiedad, el estrés, la depresión… y mas aún sabiendo que la mayoría de los españoles que han perdido a un ser querido a causa del virus, no podido despedirse como merecían o el simple hecho de estar confinados en lugares reducidos.
A mi parecer puede haber un gran numero de personas que hayan padecido este tipo de patologías psicológicas como estrés, ansiedad, etc.… durante estos meses de confinamiento. Por ello muchos psicólogos han optado por dar terapias vía llamada o videollamada durante estos meses en casa.
Respondiendo a tu pregunta, sinceramente no creo que se deba destinar más fondos a este tipo de ayudas en este momento, pues bien, España se encuentra en un momento bastante critico económicamente. Las ayudas económicas de los ERTES que el gobierno había prometido dar y que llevan solicitadas desde principios de marzo todavía no han sido cobradas, e incluso el gobierno se podría plantear solicitar el recate económico de los fondos europeos para hacer frente a estos gastos y a la crisis que se nos viene encima. (https://www.elmundo.es/economia/2020/05/15/5ebe95c121efa063468b4646.html).
Por otra parte, también creo que se le debería dar prioridad para invertir ese dinero a la obtención de material sanitario y a medidas de protección para los sanitarios ya que, aunque estemos en fases de desescalada sigue habiendo muchísimas personas que mueren cada día.
Yo creo como tu Javi que la importancia de la salud mental es igual de importante que la física. Creo que todos hemos visto miles y miles de vídeos, foros y blogs durante esta cuarentena sobre como mantenernos en forma y mantener esa salud física, pero muy pocos sobre como mantener la mental. Por mi parte, creo que el gobierno debería de tener en cuenta seriamente estas patologías, ya que en mayor o menor escala se verán reflejadas en el futuro de todos los habitantes de nuestro país. Quizá se podrían habilitar zonas de «desahogo», por llamarlas de alguna forma, como por ejemplo parques, para que las personas pudiesen ir a pasear tranquilamente y a liberar todas las tensiones que a más de uno nos ha causado y sigue causando el confinamiento.
En respuesta a la primera cuestión que se plantea, pienso que está claro que la pandemia que estamos sufriendo, va a cambiar y está cambiando nuestra vida cotidiana. Uno de los puntos claros a la que esta, afecta es el transporte público que ha experimentado un descenso en su uso por parte de la población por ser un posible foco de contagio. Por ello es evidente la población está optando por otras formas para desplazarse. Es cierto que la bicicleta es una posible solución para evitar el contagio en el transporte público pero no pienso que sea la única, por diversos motivos como puede ser que no todo el mundo disponga de una, que la persona que la vaya a usar no se encuentre en unas condiciones físicas o de salud favorables para su uso, y más ahora en esta pandemia que nos azota, o simplemente debido a la gran distancia que les separa de su destino. Por ello habrá un gran sector de la población que optará por el coche.
Las consecuencias de todo esto pienso que serán la desaparición progresiva del transporte público con el tiempo para dejar paso a una reestructuración urbanística para facilitar el transporte en bicicleta o en coche con la construcción de mas carriles para evitar el tráfico. Por ello, la imposibilidad del uso de la bicicleta para los habitantes que vivan en las periferias de grandes ciudades, no creo que suponga su despoblación debido a el uso de los automóviles privados como alternativa. Aun así, los problemas de movilidad para los habitantes y el miedo al contagio del virus son indudable, por lo cual el trabajo presencial va ir desapareciendo de forma paulatina.
Aunque esta situación nos provoque innumerables dudas, creo que necesitamos ser positivos y evitar llevar a los extremos las medidas que proponemos. Respecto a tu comentario, no estoy de acuerdo en tu hipótesis sobre la desaparición gradual del transporte público puesto que este, desde su existencia e implantación en las ciudades solo ha contribuido a su mejora ; disminuyendo la contaminación, y dejando más espacios libres debido al menor uso de los vehículos privados.
El miedo que puede sentir la población a la hora de utilizarlo, será gradual, es decir, conforme volvamos a la total normalidad del día a día este irá disminuyendo, pero mientras tanto el gobierno de cada una de las comunidades autónomas ha implantado normas de seguridad que se deben cumplir a la hora de subir a los medios de transporte, como son el uso obligatorio de mascarillas, vigilar la distancia e intentar mantenerse lo más lejos posible de otros usuarios y cuidar la higiene desinfectándose las manos cada vez que se entre en ellos.
Para finalizar, sabemos que la bici se ha convertido en una herramienta indispensable pero de ahí a que sea el móvil para una reestructuración urbanística como dices creo que hay un gran paso y uno de los motivos que encuentro es que con este medio de transporte es imposible o prácticamente imposible realizar largas distancias para las que es sumamente necesario el uso de un vehículo propio.
Pienso exactamente lo mismo que tú Inma, no creo que tenga que desaparecer el transporte público, en primer lugar, ya que si habían muchísimas personas que lo utilizaban, sería por algo en concreto ¿no?, ya bien sea porque no tenían coche propio, mucho tráfico para ir al trabajo o por comodidad. Esta claro que el papel del transporte público ahora mismo está muy limitado y relegado a un segundo plano, pero porque no necesitamos recorrer grandes distancias ahora, si tienes que ir a comprar el pan, vas a la tienda más cerca, si vas a pasear pues obviamente no coges el autobús y si vas al supermercado vas andando igualmente, con lo cual podríamos concluir en que las actividades que llevamos haciendo estos dos meses se producen en nuestro barrio, con lo cual no precisamos del transporte público, pero cuando la situación vuelva a la normalidad, el papel del transporte público volverá también a la normalidad, sobre todo en aquellas ciudades en las que hay mucha distancia entre las residencias y las zonas de trabajo, como pueden ser Madrid, Londres y París.
Estoy totalmente de acuerdo y comparto vuestras opiniones, pues el COVID-19 va a suponer un antes y un después en la historia, y en nosotros mismos, pues como vosotros decís hayamos padecido o no hayamos padecido la enfermedad, va a dejar en muchos de nosotros secuelas de por vida como la ansiedad, el estrés, la depresión… y mas aún sabiendo que la mayoría de los españoles que han perdido a un ser querido a causa del virus, no podido despedirse como merecían o el simple hecho de estar confinados en lugares reducidos.
Esto días estoy teniendo la sensación que el mundo se está aislando… Hemos observado cómo en nuestro propio país, existan diferencias políticas y económicas entre comunidades. Parece que se lleva más el desunirse , en un momento difícil como el que estamos viviendo, deberiamos estar mas unidos que nunca. La propia EU, actúa de forma unilateral, dejando a España e Italia de las afectadas como “países tercermundistas de la Eurozona”. Escaso días atrás el propio Presidente declaró una cuarentena para todo extranjero de 14 días, y Francia, se lo toma como un ataque y actúa del mismo modo. Los propios efectos del virus ponen en una linea muy fina la globalización, teniendo que repensar nuestro modelo económico y además su reorganización en cuestión política y territorial.
El propio colapso nos ha llevado a replantearnos muchos de las ideas que teniamos asentadas, como la soberanía del pais, democracía ( con la controversia del mando unico para las comunidades autonomas), transporte de mercancías, y hasta hace escaso días divulgaban la obtención de la vacuna en menos de un año, y ahora nos dicen que no se sabe si se podrá conseguir. Los sistemas políticos han dejado claro su incapacidad para reacción y menos para unirse por un buen propósito, el bien de la sociedad. En ocasiones da la sensación estar sumergido en una guerra mundial en toda regla, sin saber si esto ha podido ser provocado o responde a un efrentamiento de intereses económico entre paises, o si realmente es más algo propio de la naturaleza, nos estará dando un aviso de algún modo, ya que estamos consumiendo recursos y estamos atacando a nuestro planeta con nuestra forma de vivir.
Nuestro nuevo planteamiento debe ir por la línea de la unión, más coordinación, solidaridad, apoyo a grupos de investigación, atención a la desigualdad. Nuestros gobiernos parecen más preocupados por sus propios intereses que de la sociedad.
A finales del siglo XIX, con la llegada de la revolución industrial a Europa, la planificación urbanística llegó para dar respuesta a cuestiones de salud pública. Rescatar esa herramienta, y con la situación actual, facilitará un cambio desde el ámbito territorial local al global para que dé respuesta a este nueva etapa.
Hemos visto el caso de los conflictos de las Autonomías con el Gobierno central, y deja de manifiesto que el área metropolitana no debe estar bajo el mando del Gobierno ya que sus cambios son muchos más rápidos y dinámicos, y así evitar burocracia del mando central.
Creo que el urbanismo, junto de la mano de los epidemiologos, se podrían diseñar nuevos entornos urbanos para que existan herramientas para combatir nuevas amenazas, como el Covid19.
Quizás algunas de estas ideas que menciono de forma personal podría mejorar nuestras ciudades:
BAJAR LA DENSIDAD POBLACION.- muchas familias se encuentra hacinadas en la vivienda, y favorece al contagio.
GRANDES URBES.- Crear entornos urbanos saludables, en el que la naturaleza esté muy presente.
BARRIOS MÁS AUTOSUFICIENTES.- Productos de proximidad, distribuidos y cosechados en el mismo barrio
VERDOR EN LAS URBES.- Seria recomendable zonas verdes en los centros historicos y barrios que esten muy densificados. Parece que la zonas verdes filtran el aire, para que sea más limpio.
Por último, creo que a raíz de lo ocurrido habrá mayor conciencia vecinal, esa solidaridad que hemos demostrado entre nosotros, será necesario del apoyo de las instituciones públicas para poder consolidarlo. Un plan urbanístico requiere el consenso de todos, ahora más que nunca unidos, seamos por un momento urbanistas e imaginemos la ciudad que queremos vivir para un futuro igualitario y un entorno saludable para todos.
Me parece todo lo que dices muy interesante, no obstante, creo que bajar la densidad de la población no sería la respuesta a la crisis del coronavirus, entre otras cosas porque la población esta creciendo por momentos, y a pesar de que debido a las muertes que ha producido el virus hay durante un periodo una disminución en el aumento de la población, este volverá a su curso normal una vez acabada la epidemia. Yo me he replanteado tu propuesta de la siguiente manera, supón que tenemos una caja en la que metemos 100 canicas de tamaños y densidades distintas, la caja sería la ciudad y las canicas las personas. Como tu bien dices, si disminuimos la densidad de la población, tendríamos que sacar canicas, pero esto no solucionaría el problema ya que tendrían que ocupar otro lugar, del mismo modo podemos coger una caja más grande, es decir, aumentar las ciudades, de tal manera que se puedan llevar a cabo todas las medidas de distanciamiento social, pero no sería lógico porque hay ciudades que por su localización no pueden crecer más. Sin embargo, aún habiendo muchas canicas en la caja, sobra hueco, por el peso de estas todas se van abajo, pero si llenásemos la caja de agua, algunas flotarían, otras se hundirían y otras se quedarían por la mitad, con lo cual lo que necesitamos en las ciudades de hoy en día es ese elemento divisor, pero que también sea intermitente, es decir, en el momento en el que pase la pandemia, pues no necesitaríamos de este por lo que se podría perfectamente quitar, basta con vaciar la caja de agua. Por ende y resumiendo, creo que lo que necesitamos, más que modificar la ciudad añadiendo o quitando cosas, es entender el funcionamiento de la ciudad de manera diferente, sin que cambie la disposición de nada para que cuando el virus se vaya, la ciudad vuelva como todo a la normalidad.
Hace unos días, leyendo la revista Elle vi una solución al distanciamiento social llamada “parkipelago” dada por Marshall Blecher & Fokstrot, la cual me pareció bastante interesante. La idea estaba basada en un primer proyecto expuesto como Islas de Copenhague, en 2018. Se presentó como un tipo de espacio público totalmente diferente, basado en la construcción de diferentes islas flotantes de madera en el puerto de Copenhague, cada una de esas islas tendría una finalidad distinta, a ellas se podría llegar a través de kayak o nadando. Se construyó el primer prototipo de veinticinco metros cuadrados, el cual también tenía un pequeño árbol.
En el artículo de la revista está presentado como una solución al distanciamiento social, ya que se puede disfrutar de la naturaleza y realizar diferentes actividades de ocio, sin tener personas cerca, pudiendo mantener la distancia social sin correr riesgos.
Me parece una idea bastante interesante, pero claro está que tiene sus pros y sus contras. No es algo que se pueda llevar a cabo en cualquier lugar, ni resulte económico. En lugares donde no existan grandes lagos o mar, sería algo inviable. Por otro lado, se debería de llevar un gran control del uso que se les das, ya que podrían servir tanto para respetar el distanciamiento social como para todo lo contrario, realizando reuniones de personas. Pero claro está que todo depende de nosotros, está en nuestras manos su uso correcto y ser responsables acatando las normas.
Me parece una idea interesante, pero a mi parecer creo que es demasiado exagerado construir una serie de mini «islas» de madera en el puerto donde la gente pueda emplearlas para distintas funciones; creo que esta idea podría extrapolarse a una versión en tierra, en medio de la ciudad, solo bastaría con dedicar cada plaza o espacio público de una zona o barrio en concreto a una función distinta, y sería prácticamente igual exceptuando que no hay que emplear más fondos a construirlo, por no hablar de que la idea de islas flotantes de madera en medio del mar dedicadas al tránsito de personas no suena muy seguro.
Al fin y al cabo todo depende de la gente, esta en nuestras manos ser responsables y evitar que el virus siga propagándose, y si de verdad necesitamos una construcción que nos limite el espacio y no nos deje acercarnos a los demás, creo que algo falla en nosotros. Creo que debe recaer en nuestra conciencia la importancia que es el distanciamiento social, y lo peligroso que puede ser para mucha gente no respetarlo.
Sin duda alguna, la bicicleta supone un medio de transporte urbano que reporta beneficios ecológicos y que a la vez, agiliza la movilidad en aquellos núcleos urbanos saturados de medios de locomoción por combustión. A parte de dicho beneficio, también facilita la independencia de las personas. Hay que tener en cuenta, como contrapartida que en el uso de las bicicletas se establecen algunas limitaciones, por ejemplo la que la distancia entre el domicilio y el lugar de trabajo sea mucha, otro factor de limitación puede ser el de la edad y el del estado de salud del usuario, ya que a fin de cuenta, el uso de bici requiere un buen estado de forma física.
También hay que tener en cuenta los factores climáticos, ya que sus incidencias pueden limitar el uso de este tipo de transporte. Como beneficio indudable, evitaría tanto los atascos de tráficos como las aglomeraciones de personas en medio de transportes públicos, en especial, las horas puntas. También, creo que debemos de tener en cuenta, que si la bicicleta convive con coches y todo tipo de transportes públicos comporta un riesgo alto de siniestralidad, ya que es el vehículo más vulnerable.
De todas formas, y a pesar de la situación la cual, que sin duda se prolongará en el tiempo, resultaría improbable que la bicicleta sustituyera a los medios de locomoción interurbanos tradicionales, ya que eso exigiría un gran cambio de mentalidad que no se consigue de la noche a la mañana.
Respecto a los hábitos turísticos cabe decir lo mismo, que implicarían un cambio muy profundo de mentalidad, lo que siempre resulta difícil y exige además un largo periodo de adaptación psicológica. Aparte de eso, nos enfrentamos a un problema con este tipo de turismo, ya que una pandemia no controlada es el resultado de un patógeno emergente que se expande, gracias a una alta movilidad humana. De manera, que si un virus no está controlado por una vacuna o por una medicación efectiva, el turismo de masas colabora a la expansión de la enfermedad. También, hay que tener en cuenta que el llamado turismo de sol y playa tiene otras repercusiones sociales, como por ejemplo los puestos de trabajos estacionales, que contribuyen a la precariedad laboral.
El turismo rural, aunque lentamente y aún de forma minoritaria parece ir imponiéndose a los destinos turísticos masificados, en parte porque mucha gente está cambiando su idea del ocio y también porque los destinos de costas están en gran medida enfocados al ocio juvenil, mientras que personas en tramos de edades más maduras parecen buscar más la tranquilidad que le proporciona el contacto con la naturaleza en entornos con menos aglomeraciones.
Sin duda, nuestro país ofrece muchos atractivos culturales, no solo por los grandes museos de las grandes ciudades, sino también por las riquezas monumental y artística, que ofrece casi todas sus poblaciones ya sean mayores o menores. Estaría bien que se produjese un cambio de mentalidad respecto al turismo, ya que mucha gente cree que solo es turismo si viaja a varios de miles de kilómetros de su casa y no es así, ya que nuestro propio país puede ser un desconocido para nosotros mismos.
Me gustaría comentar, respecto de las propuestas que se han expuestos en los distintos medios de comunicación sobre la conveniencia de proceder a la parcelación de las playas para evitar el contacto físico dada la aglomeración de ciudadanos que acudan a las comunidades turístico-costeras.
Yo que conozco de primera mano, ya que vivo en una villa de costa, creo que es inviable que el control poblacional de la nueva normalidad se rija a ambientes tan anárquicos como el de playa cuando los turistas acuden para desconectar de la rutina y disfrutar de las vacaciones. En un medio tan poco proclive como parece que es la costa con altas temperaturas y el mar para la propagación del virus, hay muchas posibilidades de que la gente se relaje. La clave será la responsabilidad ciudadana, al final cada uno somos responsables para tomar las medidas adecuadas, actuar con responsabilidad y evitar futuros contagios.
Igualmente es importante, que en nuestro domicilio se empiece a encontrar espacios disponibles para realizar nuestro trabajo, dado que como parece, el teletrabajo ha venido para quedarse. Aunque no todos lo tengamos en un futuro, es posible que existan rachas por las cuales nos veamos obligados a llevarnos el trabajo a casa o podamos tener el riesgo de volver a confinarnos ante nuevas oleadas del coronavirus o por futuras pandemias que es hasta la fecha una tesitura en la que nunca habíamos tenido en cuenta a la hora de elegir nuestra vivienda.
Me parece muy interesante tu propuesta sobre las zonas costeras. Yo también vivo cerca del mar, y ha habido veces en las que he tenido que volverme a mi casa al ir a hacer deporte debido a las aglomeraciones de personas sin mascarilla y caminando en grupo como si nada. En cuanto al turismo, yo creo que la solución está en crear un turismo nacional, ya que nuestro país se beneficia en gran parte de este. Gracias al urbanismo podríamos proporcionar una serie de distribuciones en la costa como tu dices, para poder garantizar seguridad a aquellos que quieran pasar sus vacaciones en la playa. Es algo realmente complicado, y más en nuestra sociedad tan «social» por así decirlo, debido a que tenemos una de las culturas que representan más cercanía entre nosotros; en otros casos, esto nos podría haber ayudado, pero debido a la situación me reitero en pensar que debemos cambiar tanto social como culturalmente. Es decir, empezar a no tener ese contacto tan cercano y característico de nuestro país, y pensar realmente en un beneficio común, quizás dividiendo las playas en zonas para poder ir con tus familiares o amigos cercanos donde poder convivir todos sin ponernos mutuamente en riesgo.
Tras leer los comentarios de todos, hay varios puntos en los que estoy de acuerdo, pero no puedo evitar pensar en que realmente la solución al problema al cual hoy nos enfrentamos para comprender mejor la ciudad futura que se plantea derive en un cambio social. Creo que no me equivoco al destacar que a pesar de la situación tan tenebrosa en la que nos encontramos, hay gran parte de la sociedad (por no decir la mayoría), que parece no ver el problema. Creo que la verdadera cuestión es la concienzación de las personas frente al virus. Hablando desde mi perspectiva, y viviendo en una ciudad ya adentrada en la fase 1, he podido ver como los habitantes de mi ciudad han burlado las directrices proporcionadas por el ministerio de sanidad, llevándome esto a pensar si de alguna forma el urbanismo podría convertirse en un método para informar del problema. Por ejemplo, la propuesta que creó que ha introducido Patricia sobre habilitar un único sentido para las personas, me parece bastante interesante, pero teniendo en cuenta que ni siquiera se llevan a cabo las medidas básicas de protección individual, ¿qué nos garantiza que se vaya a cumplir? ¿se respetarían las distancias estipuladas? ¿o esto nos conduciría a un agravamiento de la situación? Está claro que el mundo tras esto cambiará, y a pesar de que muchos piensen que de forma positiva no puedo evitar dudar de ello tras ver la actitud de la población. Por ello, creo que sería algo interesante para nosotros arquitectos y urbanistas en potencia, plantearnos como de alguna forma el urbanismo podría concienciar a las personas. No hablo meramente de seguir una serie de órdenes, sino de realmente comprender el problema en su totalidad y darnos cuenta de que somos más vulnerables de lo que pensamos. Creo que no hace falta cambiar el modelo de ciudad como lo conocemos actualmente, ya que a mi parecer, es algo utópico. Más bien introducir una serie de líneas a seguir, quizá no perceptibles a primera vista pero que conduzcan a la humanidad hacia un futuro próspero. A mi parecer ese es el gran dilema al que debemos enfrentarnos. Por ejemplo en el caso del transporte público, si el aforo se limita a 10 personas por autobús, este carecería de sentido, ya que en gran parte se utiliza como recurso para ayudar al medio ambiente. Por no hablar de las miles de personas que lo utilizan a diario para llegar a su puesto de trabajo dado que no constan de otro recurso. El uso de bicicletas puede ser interesante para ciudades pequeñas o pueblos, pero en casos de grandes metrópolis como Madrid, no sería factible. Si esto deriva a un movimiento de la periferia hacia el centro, nos veríamos de nuevo en una encrucijada, ya que estaríamos sobre-poblando una zona y se vería representado en la probabilidad de contagio.
Hay un punto muy interesante en tu comentario Félix, y es el de haber conquistado un territorio. A muchos nos ha hecho gracia el ver a animales pasear por las ciudades como si nada, pero pocos realmente somos conscientes de lo que se oculta tras esto. Está muy bien la idea de crear ciudades verdes, con más carriles bicis y más espacio para las personas, pero siempre se parece que se escapa entre nuestros dedos la idea de que tenemos que tener en cuenta también la fauna y la flora del planeta tierra, pues en la mayor parte es lo que nos mantiene vivos. ¿Quizá la respuesta está en volver un poco a nuestros orígenes? Y por ello no me refiero a volver a vivir como en la edad media, sino quizás retomar esa conexión con el medio, la cual se ve reflejada en muchos proyectos que estudiamos en clase. Pero, creo que esta vez deberíamos plantearnos la conexión del ser humano con la naturaleza; para muchos puede sonar raro e incluso ser motivo de burla, ya que como sociedad tendemos a pensar en nuestro futuro próximo (es decir el que nosotros viviremos). Creo que la arquitectura se basa también en como lo que se cree perdure en el tiempo, pero, ¿y si no hay nadie ahí para verlo? ¿de qué nos sirve?