
El patrimonio residencial refleja, mejor que ningún otro, los modos de vida y costumbres de un determinado contexto geográfico a lo largo de su historia. Al mismo tiempo, ha sido el uso predominante en ciudades y pueblos desde su fundación. Paradójicamente, la arquitectura residencial presenta en términos generales un menor nivel de protección que la religiosa, defensiva o vinculada al poder civil. Tipos patrimoniales consolidados, que se han articulado desde consideraciones principalmente objetuales, en base a sus características formales y, por tanto, más próximo a una visión monumentalista caduca propia del siglo pasado.
La consideración del hecho habitacional se fundamenta en la evolución experimentada por la propia práctica patrimonial en las últimas décadas. Se ha avanzado sobre el concepto de Bien Cultural y la noción de construcción social del patrimonio, desplazando la atención desde la concreción material de los objetos hacia el sujeto que los demanda. Consecuentemente, están emergiendo nuevos valores y significados patrimoniales que están virando el interés y atención de los profesionales del patrimonio hacia bienes que hasta la fecha habían quedado en un segundo plano. Lo que ha llevado a que surjan también consideraciones patrimoniales sobre arquitecturas cotidianas, cada vez más recientes y desde nuevas pautas urbanas y territoriales.
Aunque se ha avanzado en el reconocimiento del valor patrimonial de la arquitectura residencial (especialmente en el caso de los centros históricos, no así en los desarrollos periféricos del siglo XX), siguen siendo necesarias pautas generalizadas que redunden en un mayor reconocimiento social, especialmente en lo que respecta a la conservación del tejido residencial destinado a las clases populares. Cabe entender que estas arquitecturas están desprovistas de cualquier atisbo de excepcionalidad en cuanto que son asociadas a la cotidianeidad, por lo que difícilmente pueden aplicarse criterios de representatividad y singularidad. Se caracterizan en cambio por valores intangibles, vinculados al sentido de comunidad, a la identidad y, sobre todo, al enraizamiento en la historia de dicho lugar, mucho más difíciles de percibir, reconocer y, sobre todo, proteger.
En muchos casos, tampoco son casos representativos de autenticidad e integridad por los altos índices de alteración que muchas viviendas presentan. El patrimonio residencial requiere de constantes adaptaciones derivadas de la evolución de las necesidades cotidianas y los nuevos estándares normativos. Igual que la integridad del bien no debe verse afectada por modificaciones que pongan en riesgo el significado cultural del mismo, dichos cambios pueden haber pasado ya a formar parte del bien. De igual manera, habrá que valorar si estas alteraciones devienen de su propia significación cultural, en tanto que da respuesta a los aspectos intangibles que fundamentan su patrimonialización. Ante esta dicotomía, cabe preguntarse sobre si es pertinente la fosilización o musealización de un hecho dinámico como es el habitar.

Cabe reconocer dos problemáticas diferenciadas entre el patrimonio residencial de los centros históricos y los barrios periféricos. Por un lado, el patrimonio se advierte como una oportunidad plausible de crecimiento gracias al fomento del turismo cultural. Si bien, es necesario reconocer que estamos ante un proceso que presenta luces y sombras en un ámbito tan vulnerable como el de los conjuntos patrimoniales. Sin lugar a duda el turismo juega un papel imprescindible en la propia recuperación patrimonial, sin embargo, plantea serios problemas cuando se convierte en la actividad predominante de estos entornos patrimoniales. Especialmente preocupante en el caso del patrimonio residencial con la proliferación de alojamientos turísticos, desplazando al principal valor de estos entornos: la población que allí reside. Reflexión que lleva necesariamente a la consideración de autenticidad en la práctica de la conservación, que implica necesariamente el reconocimiento del valor de uso.
Por su parte, gran parte de los barrios residenciales construidos en el siglo pasado se caracterizan por elevados niveles de obsolescencia, física, funcional y social, lo que se traduce en altos niveles de vulnerabilidad y una visión negativa generalizada que dificulta su reconocimiento patrimonial. Se han convertido en lugares no atractivos para la inversión, quedando fuera de las lógicas económicas que articulan el urbanismo actual. Sin embargo, poseen una posición estratégica en el tejido urbano actual, que les otorga un papel destacado para el desarrollo de estrategias de sostenibilidad.
En base a estas ideas, se propone construir una reflexión individual sobre los retos a los que se enfrenta el patrimonio residencial (de los centros históricos, de la periferia o del conjunto en la ciudad) en la actualidad y cómo el planeamiento especial de protección pude contribuir a su resolución. Para el desarrollo de este ejercicio crítico puede hacerse uso de uno o varios ejemplos que permitan ilustrar los argumentos esgrimidos.
El debate estará abierto hasta el 28/06/2021.
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La vivienda desde los tiempos en los que se comienza a datar la historia de la humanidad con su arquitectura queda olvidada y muchas veces no se conserva ni un ejemplar, por lo frágil de su materialidad o la poca importancia que se le otorga al no ser vista como algo mas haya que lo cotidiano, a pesar de que es una parte fundamental en el desarrollo de las urbes. Con el surgimiento de los nuevos criterios y significados dentro de la materia del patrimonio, se comienza a dar importancia a la arquitectura cotidiana y se observan los valores patrimoniales que antes quedaban olvidados.
Como habla el artículo, en el caso de los centros históricos se está dando un fenómeno en donde la arquitectura cotidiana se vuelve cada vez mas de uso turístico. Visto desde una perspectiva utilitaria, la edificación al convertirse o integrar el uso turístico, evoluciona y se hace parte de lo que esta ocurriendo actualmente, conviven las funciones antiguas y las presentes y se le otorga una multifuncionalidad.
Por otra parte, el patrimonio se debería observar como un recurso y factor diferencial, en el que se puedan dar nuevas funciones y una integración, pero sin otorgar todo a un beneficio turístico ya que al ser todo de la gente que se hospeda como turista, se pierde la identidad que caracteriza al Bien protegido porque la gente de su entorno ya no percibe los valores patrimoniales que tiene, ya que no lo consideran suyo. Cuando la gente no considera algo suyo o no se siente identificado con él ni conoce su historia y la importancia que tiene, no lo protege.
Un ejemplo de los retos en el patrimonio residencial en centros históricos es el Corral del Conde, ubicado en el Conjunto histórico de Sevilla, en el centro. Este edificio se caracteriza por ser uno de los ejemplos mas representativos de la arquitectura popular sevillana del siglo XVII. Como su nombre lo dice, cuando se edificó, era un corral de vecinos, esta tipología se caracteriza mas que por el interior de la vivienda, por los espacios comunes con los que cuenta y la colectividad que estos generan, por ejemplo el patio interior que lo configura, por lo tanto, algunos de sus valores patrimoniales mas destacables, son los valores de contexto, en los que se observa el de tipología principalmente, este edificio estaba protegido anteriormente para que no sufriera cambios en sus características originales ni ninguna intervención, más tarde su protección decreció y se hizo una reforma en la que se modifica el interior pensando en darle un uso como el que actualmente tiene que es el de departamentos, además del de alojamientos turísticos.
Al ocurrir la reforma en 1983, los espacios comunes con los que contaba como cocina y baños desaparecen y dota a cada departamento de unos propios. Esta alteración transforma el valor intangible con el que contaba el Corral del Conde, que era esa interacción y colectividad que se generaba en los espacios que perdió, la tipología también se ve afectada, ya que lo que caracteriza a los corrales de vecinos, no se respetó.
Una reforma en la que no se altero la estructura del Bien en sí, solo la configuración interior, hizo que el comportamiento y la forma en la que se habita ahora la edificación cambiara por completo, manteniendo solo el patio como un espacio común, la significación cultural cambia, así como sus valores patrimoniales. Como se menciona en el artículo, el reconocimiento del valor del uso queda de lado, ocurre una evolución en el uso que aparentemente no es grande, pero si se conoce la historia y la importancia que tenían estos espacios para la gente que anteriormente habito en ese lugar, se hubieran respetado mucho más.
El reto de la vivienda en el centro histórico se observa claramente en este ejemplo, no se fosiliza el edificio, evoluciona, esto tiene consecuencias que se pueden plantear y prever en el plan de protección, con restricciones y ordenanzas que protejan los valores patrimoniales que se observan y desean rescatar en esta y cada una de las edificaciones declaradas Bien de Interés Cultural, al ser edificaciones que destacan en su entorno por sus valores patrimoniales, se les debería ver como lo que marque una pauta para las demás edificaciones, proteger estas y que las demás se intervengan, edifiquen y transformen con ordenanzas en las que el Bien siga siendo destacado pero que permita la evolución controlada del entorno en el centro histórico, no ver la contemporaneidad como algo malo, si no intervenir desde el respeto y no viendo a la arquitectura contemporánea como un cascaron en el que se pueden implantar distintos usos que aunque son parecidos entre sí, modifican urbanamente y la percepción del centro histórico desde la perspectiva intangible y tangible, con un plan de protección bien estudiado y planteado se puede evitar que la gente se sienta ajena a su lugar de procedencia como puede ocurrir si prevalece el uso turístico sobre el de vivienda en un lugar de tal importancia como lo es un centro histórico.
Housing is one of the most important part of human needs. The heritage of housing reflects the everyday life of people throughout history. Everyday life is a space in a permanent built environment, influenced by social, economic, political and cultural factors. It reflects the customs, traditions, beliefs, values and needs of people. Urban heritage includes tangible and intangible heritage with aesthetic, historical, scientific and social value in the city.
Urban heritage is an area that has not yet been systematically standardised so there are many ways of flexibility in preservation, restoration and transformation.
Problems of residential heritage in historic cities
Most of the buildings in historic centres are dwellings. They give a social meaning to historic centres. Residential buildings can have urban heritage value if they have characteristics that set them apart from other buildings. For example: they preserve architectural styles inherited from different cultures through their location, main characteristics, building typology, architectural assessment, degree of protection and structural analysis.
Heritage dwellings located in historic centres are very important and controversial. The city and its inhabitants assign to them a rather important function of use and collective practice. Thanks to that, residencial houses in historic centres are of great interest, so they have to remain inhabited by people in order to meet current human needs. Mummification and immobilisation of these buildings is impossible. Often historic centres and heritage houses have to change their functions because it is necessary for their development.
Problems of residential heritage in the periphery
In the periphery it is particularly difficult to preserve buildings, because while the buildings in the centre are mainly of historical interest, the buildings that are far from the centre in most European cities were built overwhelmingly in the 20th or 21st century, based on the ideas of building quick cheap housing for as many people as possible. The preservation of these buildings is therefore a challenge.
Due to the lack of protection mechanisms many areas in Spain are exposed to different kinds of risks. One of the strongest justifications for demolishing buildings is a structural fragility, as it was built using cheap systems and materials that partially do not comply with current regulations. It is much easier and cheaper to build a new house than to reconstruct an old one. Another reason for demolishing buildings is their small footprint, which can be solved by enlarging each dwelling with additional constructions and adding public spaces to the dwelling, which will provide significant energy and space savings.
Another risk is the aging trend of the population of these houses. This is especially relevant in the areas built during the Frank regime from 1939 to 1975, where the proportion of people over 65 and 80 has been steadily and regularly increasing. Due to the predominance of the vulnerable part of the population, the buildings lose social mobility and become places of inactivity.
The social housing estates built during the Franco regime in Madrid are particularly difficult to preserve also because their recognition as heritage would add to a possible rejection as part of the Francoist heritage and memory of a totalitarian regime.
An example of Special Protection Plan in Madrid
The example of the Specific Plan for the Protection of the Housing Complex of Madrid, elaborated in 1978, is one of the ways to fully protect the city in its physical and social structure. The plan included the protection of 88 single-family housing estates as well as officially recognised neighbourhoods. These neighbourhoods were selected on the basis of the quality of the buildings and public spaces, as well as the presence of an urban layout that represented repetitive buildings for the same social class. One of the interesting aspects of the plan was to allow existing buildings to remain in conformity with the planning definitions and not to increase in size and use the forced displacement of its inhabitants. For this purpose it regulated the conditions for the demolition of buildings, preventing them from collapse during the term of their useful use.
The formation of protection plans for the housing estates built in the second half of the 20th century as a regular and quality heritage requires to take preservation and renovation measures. These are areas of architectural and urban interest. However, they are subject to processes of real estate speculation, degradation caused by inhabitants or even insufficient or inadequate functional renovation.
Tourism
Nowadays tourism is one of the most important economic priorities. It creates interaction with local people and their culture and promotes knowledge exchange contributing financially to community development. The recent availability of tourism has led to the emergence of «mass tourism», the effects of which can negatively impact on urban heritage and the environment.
A key issue in discussing sustainable tourism in historic cities is knowledge of the impacts that tourism activities have on the heritage of historic cities.
Among the processes that can affect the urban environment are the construction of heavily polluting infrastructures, over-capacity due to high occupancy, the generation of waste and the disrespectful treatment of the environment for which it is intended.
The impact of tourism activities on the environment may depend on the frequency or intensity of use of the resource. The more resources are used, the more negative impact is on them. Also it depends on the intrinsic fragility of the resource. It’s proven that not all resources respond equally to visitor pressure.
In addition to the negative impacts of tourism activities, positive ones can also be highlighted. Over the last few years, the promoters of tourist accommodation have been very great restorers of architectural heritage, making large investments. This has a big meaning, because renovation is more expensive than construction of new buildings.
Conclusion:
Thus the creation of Special Planning Plans for the protection of urban heritage and the prevention of negative impacts of tourism activities on cities play important role in preservation the heritage.
La vivienda a lo largo del paso del tiempo ha podido expresar cuestiones históricas, sociales y políticas. Así como desde la arquitectura vernácula de diferentes culturas alrededor del mundo. En las viviendas podemos encontrar historia en todos los rincones, desde sus cimientos hasta sus instalaciones y sus fachadas. Es un registro palpable de la historia de la sociedad a través de los años. Con esto creo que es más que suficiente entender por qué la importancia de su protección. Muchas veces se ven alteradas y modificadas por cuestiones de turismo como señala el artículo. Dando paso a otro fenómeno muy común que es el de la gentrificación donde el abandono estigmatización, regeneración y mercantilización se desarrollan cada vez más rápido. Teniendo esto en cuenta donde se puede perder el sentido de comunidad y valores patrimoniales que caracterizaban al bien.
Un ejemplo donde se puede ver en beneficio de la protección de viviendas es en el barrio de la ciudad de Nueva York en Estados Unidos, SoHo. La cuales, las viviendas que lo conforman a principios de los años 60 se veían en peligro al intentar ser demolidas. Pero debido a su singularidad y unicidad de su arquitectura pudo ser salvado. Gracias a los esfuerzos de los artistas que residían ahí, otorgando al lugar el valor de comunidad. Fue así como al principio de los años setentas el barrio que con su fama como nido de artistas y pequeñas fábricas; se convirtió en uno de los barrios más caros en el país. A pesar de los cambios significativos que tuvo el barrio en décadas anteriores, a finales de los años 2000, se comenzaron a proponer planes para la conservación de su herencia industrial, fue así como todos los nuevos proyectos residenciales necesitaban permisos especiales, así como reglamentación para no perder la armonía del lugar. Pero no fue hasta el 2019, donde se comenzó a diseñar un plan para el crecimiento futuro y administrar los cambios para finalmente aplicar las reglamentaciones de uso del terreno para estar acorde con el uso residencial y comercial de la actualidad, por parte del Concejo Ciudadano de Vivienda y Planeamiento, Asociación de Planeamiento Regional y Hábitat para la Humanidad. Para tratar de solucionar la escasez de viviendas en la ciudad y específicamente en el barrio. Por otro lado a pesar de que la zona es muy diferente a lo que era en sus inicios y ha desplazado a gran parte de sus residentes a otras zonas por el aumento en los precios del costo de vida y manutención; hay muchos movimientos por tratar de conservar en la zona la esencia bohemia y artista que se tenía así como caracterizaba al lugar. Teniendo como resultado todavía vigentes algunas galerías como Yellow Corner, Opera Gallery, Anamazing, entre otras. Este es un ejemplo, donde se comprueba que con los esfuerzos y apoyo del estado se puede proteger los conjuntos de vivienda. Si bien el término que mencionaba al principio de gentrificación se popularizo por este barrio, dando otro nombre común como “el efecto Soho”, donde el tener la vivienda como patrimonio puede ayudar a mejorar el estado y conservación de las viviendas y por resultado el del barrio. Pero por otro lado se puede perder a los habitantes de la zona que hacen del lugar ser lo que es. Aunque como se menciona aquí se sigue promoviendo y dando a conocer los orígenes del barrio así como la importancia de su arquitectura y de su papel en el desarrollo de la ciudad. Y que ha habido regulaciones para tratar de conciliar la importancia turística que representa para la ciudad así como para quienes la habitan. Gracias al carácter y la singularidad del barrio el reto de conservación de patrimonio residencial pudo ser superado con facilidad. Pero muchas veces hay algunas viviendas en el centro histórico, periferias o en otras zonas de las ciudades que no corren con la misma suerte. Lo importante de los Planes Especiales y su protección es tratar de encontrar las singularidades de cada espacio y darlas conocer, ya que las viviendas relatan el desarrollo que han tenido las ciudades, así como dar prioridad a los residentes quienes junto con las viviendas que habitan son los que mantienen viva la esencia de la ciudad. Para poder seguir promoviendo actividades como el turismo sin perjudicar a los habitantes.
La arquitectura del Movimiento Moderno se estableció tardíamente en España. Su difusión global no se produjo hasta la década de 1930, llegando así a Europa y a la península. En un intento de reproducir las técnicas higienistas utilizadas en Europa, comienza un proceso de experimentación en la vivienda, sobretodo social.
En la ciudad consolidada, existen zonas donde se reúnen diversos conjuntos residenciales con valores históricos y sociales. El paso del tiempo provoca la degradación física de los mismos, así como que muchos de ellos queden obsoletos debido a un cambio en las circunstancias sociales o funcionales para los que fueron concebidos. Un caso a destacar es el de la Casa Bloc, considerada introductora del Movimiento Moderno en Cataluña y cuyo propósito era la dignificación de las viviendas obreras durante la II República.
Dicho proyecto emplea técnicas propias de Le Corbusier, así como la implantación de sus principios urbanísticos. La obra plantea el uso de estructuras con perfiles de acero, poniendo así de manifiesto la influencia de la arquitectura industrial y de los nuevos materiales (siendo estos precursores del Movimiento Moderno). La relevancia de las obras de este periodo, precursoras del movimiento, demandan una restauración y conservación, que alargue su vida útil. Sin embargo, en el transcurso de este proceso, se corre el riesgo de la pérdida de la idiosincrasia y autenticidad de las mismas.
Por un lado, el empleo de materiales diferentes a los originales como consecuencia de la extinción de los mismos, genera diferencias respecto al carácter del edificio inicial. Dicho reemplazo provoca cambios en el rendimiento y funcionamiento de los detalles, implicando así la pérdida de valor y singularidad de elementos constructivos, que en el movimiento moderno fueron producidos industrialmente y que, a día de hoy, se ha pretendido recrear artesanalmente.
Por otro lado, la pérdida de esencia. El programa inicial de la Casa Bloc no presentaba una fecha límite. Su perdurabilidad en el tiempo provocó que la función para la que fue destinada, desapareciera. El trascurso de los acontecimientos históricos, la Guerra Civil y la posterior Dictadura, modificaron el carácter social por el que fueron construidas.
Dichas viviendas pasaron a un régimen de arrendamiento para militares quedando expuestas a cualquier modificación del particular, lo que provocó cambios significativos en el interior de las viviendas.
Los problemas que se plantean, obligan a afrontar el proyecto de restauración y conservación de las viviendas de la Casa Bloc a través de nuevos criterios. Aquí debería comenzar la función del planeamiento especial de protección como herramienta para la conservación y revitalización del patrimonio residencial. Se debe comprender que la vivienda debe evolucionar, pero siempre teniendo claras las pautas de protección necesarias, con un previo análisis y estudio del edificio y su función para la que fue concebido. Además, al formar parte del patrimonio histórico, su estudio y valoración debe ser transmitido a generaciones futuras. Esto es parte fundamental del proceso de recuperación respetuosa, dado que, sin su comprensión, no puede establecerse un criterio firme en la intervención. La enseñanza de los valores iniciales del edificio y su autenticidad son fundamentales para su comprensión pese a la proximidad cultural que existe entre ambos siglos. Así mismo, la búsqueda y el estudio de materiales, tratamientos y técnicas empleados durante el siglo XX favorecen la búsqueda de la esencia inicial.
Si pensamos en las viviendas de nuestros abuelos o nuestros padres no notaremos una gran diferencia con las que hoy en día se están construyendo. El modelo de la vivienda española proviene de los años 60, desde entonces se han realizado ínfimas modificaciones y no ha habido un gran desarrollo de esta a pesar de que ha habido grandes cambios en el habitar de orden sociológico, cultural, económico, demográfico y sobretodo tecnológico.
Dado que el principal objetivo ha sido por normal general la construcción del mayor número de viviendas posibles sin aportar mejoras constructivas, formales o de aprovechamiento energético, no ha generado una mejora en la calidad de las viviendas, sino lo contrario.
La vivienda siempre se ha visto como algo estático. Ni la sociedad ni la economía han conseguido implantar en la vivienda todos los recursos que dispone la industria.
La vivienda española se caracteriza por ser un espacio rígido, negando la posibilidad de transformación. Esto implica que el usuario, al adquirir una casa, no puede realizar los cambios pertinentes para adaptarla a sus necesidades. El concepto es erróneo, no debe ser el usuario quien se adapte a la vivienda, sino la vivienda al usuario. La sociedad evoluciona y la arquitectura, especialmente la vivienda, debería hacerlo al mismo tiempo.
Aunque hay que destacar que en la actualidad muchas de las viviendas unifamiliares del Movimiento Moderno están siendo sometidas a un gran cambio ya que se están convirtiendo en museos de sí mismas. Esto se debe a la falta de adaptación de las viviendas a los modos de vida de la modernidad, las funciones y la tipología de la vida contemporánea. Ya que en los nuevos modos de vida entran en juego las nuevas tecnologías, los nuevos modelos de familias y necesidades tipológicas compatibles con la vivienda, la unión entre trabajo y vivienda que tan común fue durante la pandemia y que en muchos casos se ha mantenido.
“La vivienda constituye un hito en la historia de la restauración del patrimonio moderno y un manifiesto de la preocupación por el patrimonio moderno en los Países Bajos”. (van Thor, 2019)
En España existe alguna excepción en la que la vivienda colectiva si funciona como museo como es el caso de la Casa Bloc en Barcelona de Sert, Subirana y Clavé (1932-1936). Este edificio se ha rehabilitado tratando de recuperar su aspecto original. Al contrario de la Casa de las Flores de Madrid de Zuazo Ugalde (1930- 1932) que mantiene el uso de vivienda sin que se haya trasformado ninguna de las viviendas en museo.
La vivienda a diferencia de otras tipologías presenta una conservación más difícil y problemática ya que su escala y características son complejas de adaptar a los nuevos programas.
Por el contrario, la tipología de las viviendas residenciales se sigue manteniendo en la actualidad. Las primeras viviendas colectivas aparecen en los años veinte buscando la proyección de un urbanismo diferente que promoviera la interacción entre los individuos. Los primeros ejemplos de viviendas colectivas fueron la Ville Contemporaine de Le Corbusier (1922) y la Verticalstadt de Hiberseimer (1924). Después de la Segunda Guerra Mundial, estas viviendas se proyectaron siguiendo los principios del Movimiento Moderno.
Al hablar de la vivienda como patrimonio de lo cotidiano, no dejo de pensar en una de las fuentes de inspiración más importantes de la actualidad cultural: el costumbrismo. Desde un tiempo a esta parte, hemos visto como las referencias al costumbrismo en nuestro país son cada vez más fuertes y cómo algunas son instrumento de reivindicaciones regionalistas como por ejemplo el andalucismo en las redes sociales (tweets, hilos, meme…etc.).
La vivienda es, evidentemente, la tipología más costumbrista de la arquitectura. La vivienda como tal, es el reflejo más sencillo de los modus vivendi de una determinada cultura o sociedad, como los tabernae romanos o los shikumen de Shanghái. Pongo estos ejemplos, porque a veces, cae en el olvido como vivían el grueso de la población de cada época, las clases más populares. Y es que, a parte de las villas imperiales romanas, también es necesario conocer a fondo la idiosincrasia de las tabernaes.
Centrándonos en la historia residencial reciente de España, es importante recordar que este país sufrió un cambio de paradigma en cuanto a vivienda se refiere durante todo el siglo XX. Al igual que muchos países europeos se adoptaron nuevas tipologías, que traían consigo innumerables avances tecnológicos que mejoraban las condiciones de habitabilidad (agua y electricidad, por ejemplo), pero también se perdieron ciertas cualidades espaciales, y con ellas ciertas manifestaciones culturales. Sea como fuere, es importante destacar y conservar esa evolución y cambio de modus vivendi en nuestra sociedad.
Viendo la foto de la casa-cueva en la que se instalaba el pequeño Salvador en Dolor y Gloria, se me viene a la mente otra película del director manchego que ejemplifica ese cambio de paradigma del que hablaba antes. En la película ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, observamos una vivienda de protección oficial en el madrileño barrio de Moratalaz contiguo a la M-30 en una colmena enorme de pisos, parecido a la unidad Habitacional de Le Corbusier. La casa-cueva tiene unas características espaciales muy marcadas como ese espacio salón/comedor/patio/cocina, que en el funcionalismo del piso de protección oficial no se da. Sin embargo, el piso sí que dispone de esos avances tecnológicos mencionados anteriormente.
Creo que, aunque el romanticismo arquitectónico nos lleve a pensar que la casa- cueva si debería conservarse y el piso no por considerarla una arquitectura “fea”, si es importante mantener y conservar el piso. Principalmente, para poder comprender y ejemplificar la realidad de una evolución residencial y urbanística, y el costumbrismo de una determinada época en nuestro país.
Últimamente, se están viendo cambios en estos modus vivendi, sobre todo en materia de vivienda pública. Por poner un ejemplo, las viviendas en Cornellá de Llobregat de Peris y Toral han sido objeto de crítica por los cambios residenciales que han introducido. Estas viviendas han sido un total experimento residencial, quién sabe, quizá dentro de unos años tengamos que estudiarlas y/o conservarlas, tanto si se continua con ese nuevo modo de habitar.
La palabra vivienda indica ante todo el hecho de habitar o de estar habitado. A este significado algo abstracto se une uno concreto, mucho más frecuente: una vivienda es un lugar que un ser humano construye, o elige o adapta entre los que se le ofrecen en el ambiente natural, como refugio, estable o temporal, para él y su familia. Una vivienda adopta diferentes formas en relación con las condiciones climáticas, los medios con los que se construye, y también la organización social y cultural de un grupo o sociedad. En el uso común de nuestro idioma, la palabra vivienda significa una casa, apartamento, edificio o parte de ella.
El concepto de casa construida nace en época prehistórica y en particular con el paso de los nómadas a los sedentarios. Con la elección de un lugar estable para vivir, crecía la necesidad de reemplazar el refugio natural de la cueva con un refugio más seguro que defendiera de la intemperie y los ataques de animales.
Poco a poco la función de refugio se fue añadiendo otra. La casa comenzaba a tener un verdadero significado social e identificador de la condición económico-política de la familia que vivía en ella.
En los tiempos modernos, con el crecimiento demográfico y la revolución industrial, las necesidades de vivienda cambiaron nuevamente. Nacían las casas obreras, viviendas en serie de fácil construcción y sin pretensiones estilísticas. A esto se suma el descubrimiento de nuevos materiales de construcción como el cemento o el acero.
Con el tiempo, el concepto de vivienda como lugar de protección se ha convertido en algo más complejo. No solo un refugio, sino un lugar para cultivar afectos, hobbies e incluso un lugar para divertirse.
El resultado de todo esto fueron las primeras casas obreras, desastres desde el punto de vista arquitectónico, en los que vivían las familias de los obreros. Las casas obreras, con el tiempo, se transformarán en las viviendas sociales actuales: construidas en varias plantas, sin cuidado de la estética y caracterizadas por numerosos apartamentos todos iguales.
Al mismo tiempo, la rica burguesía construía elegantes y refinados palacios, alineados en las calles principales de las ciudades.
Hoy en día, como dice el artículo, están surgiendo nuevos valores y significados patrimoniales que están desplazando el interés y la atención de los profesionales del patrimonio hacia bienes que hasta ahora habían quedado en segundo plano. Esto ha llevado a la aparición de consideraciones patrimoniales sobre las arquitecturas cotidianas, cada vez más recientes y de los nuevos modelos urbanos y territoriales.
Se reconocen dos problemáticas distintas entre el patrimonio residencial de los centros históricos y los barrios periféricos.
El turismo desempeña un papel imprescindible en la recuperación del patrimonio, pero plantea serios problemas cuando se convierte en la actividad predominante de estos ambientes patrimoniales.
El patrimonio urbano puede definirse como el conjunto de elementos presentes en la ciudad procedentes de generaciones anteriores y en los que cada sociedad reconoce un valor cultural o emocional, físico o intangible, histórico o técnico.
Una forma de proteger el patrimonio urbano es a través de las leyes de urbanismo. En principio, los proyectos de nuevas construcciones deben respetar aquellos bienes o edificios que contengan piezas de valor histórico, artístico o arqueológico. Esto es en teoría. Con el boom inmobiliario en España se han llevado a cabo verdaderas supercherías que han destrozado gran parte del Patrimonio Urbano.
Bien es cierto que el patrimonio residencial refleja la forma de vida de un determinado contexto a lo largo de su historia. Es importante ver la evolución que ha tenido el valor residencial en ciudades como Sevilla que, a lo largo del tiempo, se ha ido expandiendo a ámbitos que anteriormente estaban considerados como periferia. La ciudad de Sevilla se ha visto en la necesidad de expandirse en el territorio debido a la magnitud de crecimiento demográfico que ha tenido a lo largo de los años, es por eso que el centro histórico, es considerado un contexto residencial más consolidado. La zona norte del casco histórico, desde finales del siglo XVIII, albergó una gran cantidad de pequeñas empresas manufactureras. En el siglo XIX, esta zona considerada un terreno de extramuros comenzó a ser ocupada por grandes industrias y fábricas que generaron un gran movimiento económico y social para la ciudad.
Esta zona industrial que comenzó a establecerse, se conoce hoy día principalmente por situarse en una de las avenidas más concurridas y cercanas al centro histórico, se trata de la Avenida de Miraflores de Sevilla. Esta avenida albergaba y sigue albergando hoy día mucha arquitectura que sigue reflejando ese pasado industrial. De hecho, cabe destacar que hay varias asociaciones que luchan por la preservación de este tipo de arquitectura, como es el caso por ejemplo de la Asociación Histórica Retiro Obrero, la Plataforma “Salvemos la Fábrica de Vidrio La Trinidad” y la Coordinadora del Patrimonio Industrial.
Esta avenida alberga infinitud de arquitectura asociada a la época que, con el paso del tiempo y la necesidad inminente de crecimiento demográfico que vivió la ciudad, tuvo que ser reconvertida en zona residencial, pero se trató de mantener en todo momento esos valores industriales que presenta hoy día. A continuación se van a nombrar diversos ejemplos de industrias que fueron reconvertidas en viviendas pero que mantienen la monumentalidad y la estética industrial casi íntegramente.
Es el caso de la primera gran fábrica que fue construida a finales del siglo XIX en esta avenida industrial, se conoce como la fábrica de Tejidos La María, construida por Pedro Lázaro Sánchez. Esta fábrica fue una de las más productivas del país que competía con las manufacturas catalanas. Hoy en día se conservan una de las naves que fue reconvertida interiormente para albergar apartamentos y la casa de la familia, un pequeño palacio historicista, con un toque regionalista en las ventanas neomudéjares del torreón.
Otra arquitectura mantenida del mismo estilo, es el transformador eléctrico de la Catalana de Gas y Electricidad, construida por Antonio Arévalo Martínez en 1912, que daba servicio a las necesidades urbanas e industriales.
Cabe destacar que en este ámbito se encuentra el último edificio que se encuentra en el límite del centro histórico, debido a que los edificios colindantes ya no cuentan con protección alguna por parte del PGOU de 2006. Este edificio es la Fábrica de Sedas Santiago Pérez que trabajaba con las plantaciones de moreras del norte de Sevilla y realizaba todo el proceso en esta industria, creando sedas de gran calidad. Fue creado por Antonio Gómez Millán en 1916. Hoy en día ha sido reconvertido en viviendas, pero admirablemente se conservan todos y cada uno de sus detalles decorativos.
También encontramos la Antigua Fábrica de Ballestas, que se utilizaba para la amortiguación de los vehículos a tracción a animal o a motor. Este edificio ha albergado varios usos a lo largo de la historia pero hoy día no está protegido por el PGOU, por lo que si no cambia su protección, podría llegar a perderse.
Ya por último, encontramos una gran manzana industrial que se encuentra entre Avenida de Miraflores y Carretera de Carmona, la cual está siendo intervenida actualmente para la congregación de un gran complejo residencial. En esta zona, se encuentra el “Garage Miraflores” de Ramón Balbuena y Huertas, construido en 1921, el cual fue el primer edificio que albergó un garaje en la ciudad, además de contar con la primera gasolinera de Sevilla en su interior. Hoy día solo se conservará la fachada para la construcción de dicho complejo residencial, puesto que el interior fue demolido en 2008.
Justo al lado, se encuentra la Fábrica de Vidrio La Trinidad que mantuvo su actividad hasta 1999 y fue fundada por Rodríguez Caso en 1902. En 1920, la fábrica había alcanzado su máximo esplendor ya que se había expandido creando nuevas naves. En 1940 se convirtió en la primera Cooperativa Obrera de España y siguió así hasta finales de los 90 cuando tuvo que cerrar. Gracias a la lucha ciudadana de las entidades del barrio, se consiguió declarar una de sus naves, los hornos y la chimenea como Bien de Interés Cultural. Hoy en día, se conservan estos elementos y la nave ha sido provista de una nueva cubierta de chapa colaborante vista.
Esta fábrica, junto con el “Garage de Miraflores forman parte del complejo residencial que va a comenzar a construirse en los próximos meses. Al no tener ningún tipo de protección, esta gran manzana también tuvo pérdidas de fábricas que han estado en funcionamiento hasta hace 2 años, como fue el caso de la Fábrica de Maderas García Miña S.L, la cual suponía casi un 50% del lindero que daba a Carretera de Carmona pero que hoy día no queda rastro de ella.
Todo esto nos lleva a pensar que la expansión de la ciudad a las periferias ha supuesto muchas ventajas para la población pero ha conllevado también una gran pérdida de los valores patrimoniales industriales que se encontraban en estas áreas. Aunque cabe destacar que gracias a la colaboración ciudadana se ha conseguido preservar una parte de esta arquitectura, pero no ha sido suficiente como para mantener todo el valor patrimonial existente.
A la hora de reflexionar sobre los retos a los que se tiene que enfrentar el patrimonio residencial, debemos emprender nuestro camino desde la dificultad que tiene la arquitectura residencial para ser considerada patrimonio. La vivienda, pensada más como una herramienta de protección y cobijo, en continuo cambio, teniendo que hacer frente a las distintas necesidades de lo cotidiano, se sustenta sobre unos valores distintos de los que se asienta la arquitectura religiosa o política, creadas desde su origen como una arquitectura monumental, que represente el poder, ya sea de la iglesia o del pueblo en cada uno de los casos, sin grandes cambios a lo largo de su vida, pensada para que el pueblo la sienta como símbolo de identidad; estos valores son los que le han proporcionado a este tipo de arquitectura una mayor facilidad a la hora de que las personas la entendiesen como elementos a proteger a diferencia de lo sucedido con la vivienda.
Es aquí donde entra en juego otro de los factores que han dificultado el tratar a la arquitectura residencial como elementos patrimoniales, el tiempo, la antigüedad, desde su concepción, la vivienda no es una arquitectura pensada para perdurar, para sobrevivir generaciones y convertirlas en símbolos de referencia para las personas, ahí entran en juego otros valores como la rapidez de construcción, la economía, la mano de obra no especializada que abarate los costes, la sencillez constructiva buscando la funcionalidad, y por supuesto, una arquitectura en continuo cambio, una partición que quito o pongo según la necesidad, un hueco en fachada que tengo que abrir, etc. Esto le confiere una fragilidad en el tiempo que hace que sea un tejido cambiante, de poca antigüedad, difiriendo esto de la creencia primogénita de que el patrimonio deben ser elementos de gran antigüedad. Este pensamiento, aunque ya va cambiando para apostar por otros valores, aún perdura en la creencia popular que hay sobre el patrimonio generando un peligro de pérdida de valores en lo referente a la vivienda y las tipologías residenciales más actuales, tenemos el ejemplo de lo que sucede en la ciudad de Sevilla, la opinión pública se siente reflejada en el regionalismo, siente la necesidad de proteger esa imagen de la ciudad, y son elementos que son considerados patrimoniales frente a los ejemplos de la arquitectura del movimiento moderno como la Casa Lastrucci o Cabo Persianas, que la opinión pública no le otorga valores pero su desaparición o cambio supondría una pérdida para la ciudad.
Hay otros casos que aún son más preocupantes, la falta de protección de los nuevos tejidos residenciales como los polígonos, en algunos casos, zonas conflictivas de la ciudad que la población mira con rechazo, pero que su arquitectura es reflejo de una época y tienen por sí mismas unos valores a proteger para asegurar su permanencia en el tiempo.
Pero ¿cuál es el fundamento del patrimonio? La protección de los elementos que se encuentran en peligro de desaparecer para asegurar su permanencia en el tiempo y su supervivencia para las generaciones venideras, pero claro, aquí entra en discordancia este fundamento y lo anteriormente expuesto, una población que, debido a una ignorancia en el tema, no le da valor a la arquitectura residencial ni la trata como patrimonio, sobre todo con los tejidos residenciales más actuales o aquellos que por su fama genera un rechazo, genera un peligro de pérdida de los mismos, siendo necesario y obligación de nuestra generación protegerlos ya que son los que realmente se encuentran en riesgo de desaparecer. Aquella arquitectura valorada por la población, se asegura su permanencia, no siendo tan necesaria su protección con leyes de patrimonio.
Una vez expuesta la necesidad de proteger la arquitectura residencial, nos enfrentamos a esta premisa, una arquitectura, que como hemos dicho a lo largo de nuestra reflexión, su uso lleva implícito un continuo cambio, ¿no supondría una oposición la protección frente a el uso? La protección de un bien no deja de ser una forma de congelar en el tiempo una arquitectura tal y como se encontraba en el momento de su catalogación para asegurar que se mantenga así, y es aquí donde surge la necesidad de encontrar un equilibrio entre ambos, no puede existir una protección excesiva dentro del tejido residencial ya que esto supondría la incompatibilidad con su uso. Tenemos de ejemplo el área de protección que hemos definido en nuestro trabajo para la Casa Lastrucci, situado dentro del conjunto histórico, de las cincuenta y ocho parcelas que se recogen, cincuenta y siete tienen algún tipo de protección, esto puede provocar una incompatibilidad con el uso residencial propiciando que en el centro de la ciudad se pierda el mismo a favor de otros usos debido a la gran protección que tienen las edificaciones que lo componen, impidiendo la adaptación del uso a las nuevas necesidades en la forma de vida y las nuevas exigencias que le solicitamos a la vivienda.
A la hora de proteger no podemos ser prisioneros de las ansias de querer protegerlo todo y que esto se convierta en un amenaza a la ciudad, a la forma de vida y a los usos que la componen, si es cierto que existe una necesidad de protección, la especulación del suelo supone una amenaza para el patrimonio residencial, como lo sucedido en la Avenida de la Palmera, donde de unas viviendas aisladas, de poca densidad edificatoria, se está pasando a construir grandes edificaciones residenciales suponiendo una pérdida del valor del valor que tenía la misma, se ve la necesidad de mejorar la protección de las parcelas que la componen pero sin impedir que las edificaciones existentes se adapten a las nuevas necesidades de lo cotidiano.
El tema de la vivienda es una cuestión en la base fundamental de la vida humana: la protección y el refugio es una necesidad primordial incluso antes de la necesidad de culto, comercio o defensa. Sin embargo, a día de hoy es uno de los elementos del patrimonio urbano menos protegidos, ya que no se caracteriza por los valores tangibles vinculados a la definición propia de monumento en el sentido más estricto del término. Pero esto no significa que represente un testimonio con menos valor: se trata de un valor diferente, inmaterial y cultural.
Aldo Rossi, en su teoría de la restauración filológica, aunque apoya la opinión no necesariamente compartida de una restauración completa de las condiciones originales del bien, reconoce el valor social del patrimonio que representa la vivencia de la comunidad, la cotidianidad y un sentido de pertenencia que representan temas igualmente importantes en materia de protección y valorización.
Además, muy a menudo proteger un bien significa también reactivarlo, atribuirle de nuevo el valor social que lo devolvería a la economía circular del lugar: no por casualidad las zonas más degradadas, también a nivel social, son las zonas residenciales más recientes, construidas como resultado de la expansión de las ciudades. A menudo, una ruina formal corresponde a una mala funcionalidad social y, por lo tanto, proteger devuelve a la comunidad bienes utilizables adecuadamente.
Claramente, es impensable proteger todo el patrimonio residencial para reactivar el tejido urbano por lo que se refiere mucho más a menudo al patrimonio del conjunto histórico, probablemente el más alterado pero al mismo tiempo más denso de estratificaciones y de una vivencia que nos cuenta la historia del lugar.
La cotidianidad de estos espacios es la clave de lectura de este tema: por un lado representan la ejemplificación de bienes inmateriales vinculados al sentido de comunidad y de identidad antropogénica y geográfica, por otro la fragilidad formal del patrimonio residencial, hace imposible vincularlo a las nociones tradicionales de reconocimiento. El patrimonio residencial es el más delicado precisamente porque está muy ligado muy a menudo a la subjetividad de quien lo habita y, al mismo tiempo, a los estilos de vida y a las costumbres de la época y, por tanto, está sujeto a múltiples transformaciones e intervenciones a lo largo de los años: sus espacios se adaptan a los constantes cambios, a las necesidades que inevitablemente evolucionan con la sociedad a un ritmo más rápido que la construcción pública y civil. La imposibilidad de identificar un valor de autenticidad en este patrimonio y la intangibilidad de los valores que representa, hace evidente lo difícil que es también desde el punto de vista legislativo estandarizar y regular de manera objetiva la protección de este patrimonio.
A esta dificultad práctica se asocia una problemática casi «ética»: el impacto sociocultural del turismo. También en este caso nos enfrentamos a una problemática compleja ya que, una vez más, hablamos de un valor inmaterial. El turismo está claramente en la base de la reactivación del patrimonio, pero por otro lado corre el riesgo de desviar la atención de lo que hace que este patrimonio sea: los residentes. En primer lugar, porque el valor que representa el patrimonio residencial reside precisamente en la vida cotidiana de quienes viven en él, valor que se perdería cuando los residentes habituales fueran sustituidos por turistas, que, por supuesto, no tendrían el mismo estilo de vida. Además, volviendo al pensamiento de Aldo Rossi, el sentido de pertenencia de la población es un tema fundamental. No reconocerse en el patrimonio, cuando su valor es predominantemente inmaterial corresponde inevitablemente a una pérdida de valor.
El papel de los planes de protección es, por lo tanto, preservar de alguna manera estos valores, pero al mismo tiempo dejar espacio a los cambios, sin necesariamente cristalizar en el tiempo estos bienes, que como se mencionó anteriormente están en constante cambio y adaptación. Un ejemplo ilustrativo de este tema es el conjunto de las viviendas de los terceros, antiguamente Palacio Ponce de León que tras una serie de ajustes estilísticos a lo largo de los años, en 1776 fue demolido para dejar espacio a las nuevas residencias. Lo que se mantiene es el patio que tiene una protección de nivel B. A pesar de la pérdida de un importante edificio histórico sevillano, ha sido posible adaptar el patrimonio residencial a las exigencias de las últimas décadas, pero al mismo tiempo dando el justo peso y valor al significado histórico y social del patio histórico.
Actualmente existen distintos tipos de patrimonio que se pueden dividir en tangible/materiales e intangibles/inmateriales, se ha pasado de una ideología donde sólo el elemento físico tenía importancia para ser conservado por valores principalmente artísticos a la idea de que se puede encontrar valor en cosas que el humano no puede tocar o guardar en una vitrina, costumbres, tradiciones, formas de vida, que envuelven y hacen a una sociedad.
Se ha trabajado por nombrar o catalogar el patrimonio inmaterial, así como ir evolucionando en nuestra idea de lo que abarca el patrimonio, tenemos el ejemplo de patrimonio industrial con la Carta de Sevilla de Patrimonio Industrial 2018 que abarca un ámbito que antes no se tomaba en cuenta para proteger, no se veía como algo digno de.
Entonces ¿Qué pasa con la vivienda en este ámbito?
Como dice David M. Carballo en su artículo ‘’La casa en Mesoamérica’’ Las casas nos definen, y en torno a ellas las actividades cotidianas crean enlaces que nos unen con otros en intercambios y afiliaciones súper-familiares, estableciendo la historia social.
Como se ha mencionado antes por mis compañeros, la vivienda es parte fundamental del desarrollo de una ciudad, su traza y forma dependen de esta y de la manera de vivir y habitarla, en ellas existe un testimonio claro de la sociedad y su entorno, y esto se puede ver desde un aspecto constructivo, la técnica, los materiales utilizados, etc; estético, la decoración, tipos de ventanas, de colores, etc; hasta funcional, la distribución de la casa, la importancia o jerarquía que se le da a cada espacio, las dimensiones, los espacio comunes o libres, entre otra cosas. La forma en como una sociedad actúa y vive su cotidianeidad va muy de la mano con el momento histórico, sociopolítico y económico que se esta viviendo por lo tanto es un reflejo de una época y una sociedad determinada. Esto genera un motivo suficiente para verla y tratarla como una parte importante de nuestro patrimonio como humanidad, a pesar de que ya se hace, se protegen ciertas viviendas, la mayoría se localizan en centros históricos; pero en muchas ciudades la mayoría de las personas no viven en estos centros históricos, viven a las afueras, por lo que es importante destacar el papel que tiene el resto de la sociedad que viven allí, fuera de esta burbuja o de esta parte turística de las ciudades.
Definitivamente el reto más grande que veo en el patrimonio residencial no es la protección de casas en centros históricos, o el uso turístico que pueda tener, si no, concientizar a la sociedad de lo que pasa fuera de estos núcleos, de como las ciudades van creciendo y entorno a ello la forma de construir y habitar. Desde mi posición creo que una vivienda no es un bien que se deba fosilizar, porque es una bien que siempre esta en transformación y constantes cambios depende de quien lo habite, pero si se puede proteger de forma que no altere su principal uso (uso residencial) y dependiendo del bien, elementos arquitectónicos que tengan ciertos valores que deban conservarse sin cambios para garantizar la memoria de dicha época, etc. Esto se puede lograr a través de los planes especiales y sus restricciones o normativas que en ellos mencionen, siempre haciendo un análisis previo de los bienes, pero también tomando en cuenta a las personas que viven ahí como prioridad.
Al abordar el tema de la vivienda como un hecho patrimonial, pude relacionar los aprendizajes del curso con la realidad actual en Cuba, más específicamente en la ciudad de La Habana, teniendo como punto de partida para la reflexión el documental Cuba y el Camarógrafo. Cuba es un país que vive bajo un régimen comunista desde 1959, precedido por otros regímenes dictatoriales (no comunistas) y años de corrupción que terminaron por dejar a la mayoría de la población sin viviendas de calidad mínima y, por tanto, viviendo en relación directa con la calle, una extensión de la casa que no podía satisfacer las necesidades básicas. Al inicio de la revolución, el tema de la vivienda era el foco principal del gobierno, el lema Revolución es construir se estampó en todo el país, ya que el déficit habitacional era muy alto.
Durante este período inicial, que duró cerca de 20 años, se desarrollaron diversos sistemas constructivos propios de la isla para solucionar los problemas de escasez de materiales y se construyeron miles de viviendas de calidad en estilo moderno a lo largo de la ciudad tradicionalmente colonial. Paralelamente, la arquitectura tradicional, históricamente relacionada con las élites, fue destruida para ser sustituida por la moderna o bien se mantuvo para ser ocupada con nuevas tipologías de vivienda, cubriendo varias familias por viviendas y cambiando su dinámica original. Surgieron nuevas barriadas en los suburbios y La Habana tomó las proporciones urbanas de una gran ciudad, resolviendo parte de su problema habitacional a expensas de preservar la herencia colonial local.
Organismos gubernamentales como el INAV y el MiNOP fueron los encargados de crear laboratorios de experimentación de la arquitectura, principalmente familiar, habiéndose desarrollado cientos de tipologías para adaptarse a la población (como los edificios de la serie E), cambiando la dinámica de vida de la vivienda en las familias cubanas. Sus logros como el barrio Camilo Cienfuegos, el Reparto Eduardo Chivas y el Conjunto habitacional y Centro escolar de las calles Bellavista y Colón en la Plaza de la Revolución, demuestran algunos de los diferentes intentos por desarrollar una imagen moderna de las ciudades cubanas. En el mismo período, a través de programas de urbanización, la ya tradicional relación con los espacios públicos, motivada por la precariedad del espacio privado de la casa, se potenció con reformas urbanísticas y la creación de parques y plazas por toda la ciudad, como fue el Parque Lenin y el Jardín Botánico Nacional. Cada vez más la vivienda se relacionaba con el exterior.
Con los años de la revolución y el inicio de su decadencia, la alta precariedad del espacio hogareño volvió a ser una realidad para las familias cubanas, no solo no había dinero para remodelaciones, sino que tampoco había material de construcción en la isla para llevar a cabo los cambios necesarios. De esta manera, día tras día, esta relación con el mundo exterior ya sea sentado en una silla en la calle junto a los vecinos o compartiendo un patio con otros, se fue fortaleciendo (o forzando, dada la necesidad), hasta el punto de que actualmente es imposible desvincular la importancia del mundo exterior en la realidad habitacional. Estar afuera es más común que estar adentro y, en consecuencia, se creó ese valor patrimonial inmaterial de vivir en comunidad, sentado frente a la puerta y viendo pasar la vida, pero en compañía.
Las casas modernas, antes ajenas a la cultura local, fueron poco a poco siendo descaracterizadas y customizadas por los ciudadanos, irónicamente, este patrimonio perdido terminó devolviendo un valor identitario que les fue negado en la revolución, reconociendo forzosamente otras formas patrimoniales. Sin embargo, es imposible no reconocer la importancia de conservar o al menos catalogar estos ejemplares, ya que reflejan un período de cambio político y arquitectónico en el país, y es interesante conservarlos como imagen de lo que fue la revolución.
El turismo representa otro desafío para la preservación de la identidad de la isla, pero también puede ser parte de su solución. En esa línea de pensamiento se desarrollaron algunos proyectos con el fin de enfrentar la precariedad de la conservación de las casas en Cuba y solucionarlas a partir de la recuperación de parte de su patrimonio colonial remanente. El proyecto ganador del Premio YTAA Fundació Mies van der Rohe 2015-2016, de la belga Iwo Borkowics desarrollado en La Habana Vieja, es un ejemplo de ello, propone la adaptación de las casas patio señoriales en viviendas plurifamiliares con espacio para recepción de turistas y áreas de convivencia y servicios compartidos, respetando así la cultura comunitaria de vivir en relación con los vecinos. Además de presentar este patrimonio inmaterial de primera mano en una experiencia inmersiva para el turista, dejaría de construir enormes complejos turísticos insostenibles en la isla a favor de la recuperación del patrimonio material colonial.
El Patrimonio son todos aquellos elementos que poseen determinadas caracteristicas de nivel historico, cultural y estetico que contribuyen el enriquecimeinto de un lugar y su relativa poblacion. El patrimonio puede ser dividido en dos Grandes categorias, El patrimonio material y el Patrimonio inmaterial.
Patrimonio Material: Forman parte de esta categoria todos aquellos elementos que pueden ser vistos y tocados como por ejemplo obras de arte, edificios y elementos Fisicos cuyas caracteristicas aumentan el valor de la poblacion o de un lugar.
Patrimonio Inmaterial: Forman parte de esta categoria todos aquellos elemento que enriquecen la poblacion de un lugar a traves de elementos no fisicos, como ideologias, tradiciones, abilidades o modos de expresarse.
La categoria del patrimonio material puede ser dividida a su vez en dos categorias que son el patrimonio mueble y el patrimonio inmueble. Con patrimonio mueble hablamos de todos esos objetos que pueden ser facilmente transladados de un lugar a otro como pinturas, estatuas, objetos artesanales o similares. Mientras con patrimonio inmueble hacemos referencia a todos esos objetos que no pueden ser trasladados de un lugar a otro y de esta categoria hacen parte principalmente los edificios, como nuestro caso de estudio; Cabo Persianas.
En este caso estamos hablando de un edificio residencial situado en el centro de sevilla que presenta Valores de tipo arquitectonico y Culturales ya que es uno de los primeros edificios del movimiento moderno que se realizo en un contesto completamente estraneo como lo es el conjunto historico, en su principio fue un edificio que creo mucha indignacion entre la poblacion, pero con el pasar de los anos fueron apreciados sus valores Materiales e Inmateriales. Uno de los problemas que afrontamos hoy en dia con la arquitectura residencial se puede ver bien en este edificio, el cual fue criticado justo despues de su realizacion y que hoy en dia Goza de una proteccion Global, esto demuestra que muchos edificios que tengan valores patrimoniales pueden estar en riesgo simplemente por el hecho que posean un estilo arquitectonico diferente de los otros. otro problema que deben afrontar estos edificios son las continuas alteraciones que se realizan tratando de adaptarlos a nuevas necesidades de la sociedad, como el turismo.
El turismo en los conuntos historicos es una de las principales amenazas para la originalidad de muchos edificios residenciales ya que el unico ojetivo de sus alteraciones sera generar mayor confort para los huespedes, arriesgando asi de cancelar la originalidad inicial del organismo arquitectonico y generando mayor inestabilidad en la vision global del conjunto historico.
La noción de patrimonio expresa todo aquel conjunto de bienes que, por particular relevancia historica, cultural, estetica ecc. pertenecen al interés público y constituyen la riqueza de un lugar o de una población, porque tienen la capacidad de contar una evolución, un hecho historico, un desarrollo del estilo de vida, costumbres de una sociedad o de una ciudad a lo largo del tiempo. Con el sustantivo ‘patrimonio’ muchas veces se alude a un valor economico atribuido a un bien y en este caso precisamente por su arte e historicidad. Este terminio indica también la existencia de una legislación relativa a la protección de bienes considerados valores que constituyen un interés público fundamental y que por esta razón necesitan ser salvaguardados en su totalidad. Normalmente si se piensa al concepto de patrimonio es fácil referirse a una tipologia de bien público, como la arquitectura religiosa o civil, olvidando realmente que el tema de la vivienda muchas veces puede contar muchísimo sobre el cambio en el tiempo de una sociedad, del estatus y condiciones de vida de su población.
El habitar siempre ha sido el primer pensamiento fundamental del hombre, osea su primera necesidad, la busqueda no solo de un refugio, sino que de una identidad y simboliza el concepto de nucleo, de pertenencia. Con el desarrollo de las exigencias del ser humano, la vivienda siempre ha sido protagonista de cambiamentos a lo largo de los años, y eso es claramente perceptible desde su aspecto tecnico y constructivo, estético y de empleo de materiales continuamente innovadores para garantizar el confort y el bienstar de su habitante y es por eso que ese tema se vuelve un valor fundamental de testimonio, que no obstante eso, no siempre se percibe como tal.
Un claro ejemplo puede ser el edificio Cabo Persianas, conocido como uno de los primeros edificios que han simbolizado la inovación, la apertura hacia la modernidad en un contexto totalmente diferente en el que se incontraba, osea el conjunto historico de Sevilla durante los años 30, donde esta nueva visión de la vivienda moderna, racionalista con su estilo y materiales inovadores era condenada porque considerada un daño que había alterado el caracter de la ciudad de Sevilla y no respondía al aspecto artistico del lugar en el que estaba emplazado, ya que las edificaciones en el entorno solían ser pisos maximo de dos plantas, produciendo desigualdades de altura, y que su aspecto estético se presentaba como vulgar y sin sentido arquitectonico ní artistico.
Sin embargo, el edificio goza hoy de un grado de protección global, siendo reconocido como unas de las primeras manifestaciones arquitectonicas construidas del Movimiento Moderno en Andalucia y que sin duda marca la ‘vuelta’ desde el antiguo, historico al inovativo.
Es verdad que, como ya dicho el patrimonio residencial exige constantes adaptaciones que provienen de la evolución de las necesidades cotidianas y los nuevos estándares normativos, pero como subraya el articulo, hay necesidad que la integridad del bien no debe verse afectada por modificaciones que pongan en riesgo el significado cultural del mismo, como lo que esta ocurriendo con los edificios del centro historico, adonde el fenomeno del turismo bien que sea una oportunidad para la conservación del patrimonio está creando un riesgo para la preservación del valor de la vivienda, considerando el crecimiento y el cambio de uso de los conjuntos residenciales en apartamentos turisticos que así volviendose van a amenazar la autenticidad y el valor inicial de tal patrimonio.
El patrimonio se puede clasificar desde numerosas perspectivas. Tenemos el patrimonio natural, constituido por el conjunto de los paisajes y recursos naturales, el patrimonio cultural y histórico, entendido como el conjunto de los bienes que su propia historia le ha dejado en herencia a una nación.
El patrimonio se puede dividir también en patrimonio material y inmaterial.
Patrimonio material es todo bien de carácter tangible, mueble o inmueble, que ha sido creado por grupos sociales del pasado.
Patrimonio inmaterial es todo bien de carácter intangible que conforma el legado cultural de un grupo. Tanto el patrimonio material como el inmaterial constituyen el patrimonio cultural. El patrimonio material es el conjunto de creaciones tangibles de una comunidad y que tienen una relevancia histórica, cultural o natural y tenemos varias tipologías.
Por ejemplo el patrimonio arquitectónico, arqueológico, artístico, histórico y natural.
El patrimonio inmaterial están expresiones culturales intangibles que definen a una comunidad.
El patrimonio arquitectónico se refiere a todas las construcciones que reflejan un momento relevante para la sociedad que posee dicho patrimonio. Edificios, casas o monumentos son algunos ejemplos.
Por ejemplo el proyecto de Cabo Persiana supone una clara apuesta por renovar la imagen de la ciudad con un lenguaje racionalista.
Los volúmenes claros y preciosos resuelven una parcela de difíciles dimensiones y un enclave comprometido.
La construcción del edificio supuso un escándalo para la Sevilla racionalista.
Un edificio racionalista edificado en 1940, con diseño de los arquitectos Rafael Arévalo Carrasco y Gabriel Lupiáñez Gely.
Su apodo, «Cabo Persianas» tiene una explicación doble. Su aspecto, le valió el apodo de Cabo, haciendo referencia a la similitud de su diseño con el puente de mando de un barco. El apodo persiana, proviene de sus persianas enrollables, que aún hoy podemos ver. Estas persianas muestran una vez más el aspecto funcional del edificio.
Actualmente la vivienda es un tema que es del interés de todos, el concepto nace de una de las necesidades primarias del ser humano que es la del refugio, siendo algunos factores como los métodos constructivos, situaciones sociales, políticas, económicas y climatológicas los que le dan distintas morfologías. Gracias a estos factores se podría decir que la vivienda representa un terreno en disputa sobre lo que se considera valioso o importante a la hora de ser considerada como objeto de patrimonio.
Actualmente existen documentos que se nos ayudan a entender qué es el patrimonio, cómo se clasifica y las acciones a tomar para su conservación y protección. Un ejemplo son los documentos de la UNESCO, en los que se plantea que para que algo pueda estar considerado como patrimonio debe de tener características que lo hagan únicos, irrepetibles e insustituibles. Factores como la forma y diseño, materiales y sustancia, uso y función, tradiciones, técnicas constructivas, localización y entorno y, por último, desde una perspectiva inmaterial, el espíritu y la sensibilidad -al ser una característica no tangible figura entonces como un valor subjetivo, lo cual hace que no se pueda representar con tanta facilidad, pero son constituyentes que determinan el carácter y la esencia de un lugar-
La importancia que tiene el preservar estas herencias patrimoniales es que su perdida significa una degradación cultural y con esto poco a poco la identidad de un lugar y de nuestra historia como humanidad. El problema de las viviendas actuales es que no es tan fácil ver estas particularidades que los hacen especiales. Entonces, ¿Cómo se puede cuidar y proteger algo que no se conoce?, ¿cómo se protege estos edificios residenciales si muchas veces se parecen entre sí y no se logra distinguir sus singularidades?, ¿cómo se puede conservar y respetar estos espacios cuando las necesidades del usuario van cambiando con el paso de los años?
Tal es el caso de algunos de los edificios del arquitecto moderno Mario Pani en México. En concreto, son dos casos, por un lado, esta el hotel de reforma, construido en 1936, fue el más lujoso de la época por su decoración art decó y en el que todas las celebridades se alojaban. Tiene todos los valores y razones para ser rescatado y rehabilitado, sin embargo, siempre tuvo una relación superficial con su contexto. Por el otro lado, está el edificio multifamiliar Miguel Alemán, construido en 1949, que en su tiempo fue comparado a “un campo de concentración” por ser uno de los primeros edificios modernos destinado a la vivienda, fue y es el querido hogar de muchas familias mexicanas. A pesar de no tener una catalogación de protección, este edificio logró enamorar y cautivar a las personas por brindar la oportunidad de estar viviendo en la modernidad y compartir un sentimiento muy fuerte de pertenencia y unidad. Al día de hoy este complejo habitacional es el perfecto ejemplo de lo que realmente importa cuando se quiere conservar algo: la historia de la huella que deja su gente.
Es cierto que no todo se puede salvar, porque hay muchas cosas que no funcionan y no da espacio a que otros edificios puedan tomar lugar y seguir mostrando el reflejo de nuestra historia como humanidad. Pero lo que si se puede hacer es que nos siga importando, seguir informando a las personas para que puedan reconocer estos valores y como arquitectos seguir trabajando en proyectos en los que la gente pueda sentirse identificada para crear espacios que puedan evolucionar junto con las nuevas necesidades de sus usuarios.